La memoria democrática

El debate sobre el estado de la nación derivó en buena medida en un acalorado encontronazo sobre la ley de memoria democrática y el terrorismo de ETA.
La cuestión que provoca el rechazo de buena parte del arco parlamentario es la cesión a Bildu por parte del gobierno, de esa cronología que impone la formación abertzale para computar como franquismo el período que va de 1978 a 1983. Está claro que lo que pretende Bildu es comparar a ETA con el estado democrático que tenía a Felipe González al frente del Gobierno de España, y por supuesto, justificando la lucha armada durante los gobiernos de Adolfo Suárez, gobiernos, tanto el de Suárez como el de González que se deben al amparo de esta ley investigar.
Bueno, que lo proponga Bildu, que tiene dirigentes vinculados a la lucha armada, es lógico, pero que Sánchez se trague esa indignidad es una bofetada infame a la verdad y a las víctimas de esa banda de asesinos.
Sánchez se ha equivocado con esa ley y ese pacto con Bildu, porque no aporta más que vileza a la sociedad española. Durante el debate soltó una frase que él creyó demoledora: “Aunque a la derecha le pese, ETA hace diez años que ya no existe”. De esta manera pretendió cerrar la boca a la oposición, justificando el fin de cualquier juicio sobre ETA. Pero su equivocación es colosal, y más aún si cabe por su condición de Presidente del Gobierno y por su pertinaz insistencia en seguir hurgando en el franquismo. Porque siendo clamorosamente cierto que Franco fue un asesino, y que las víctimas del franquismo merecen una reparación, se olvida que ETA era sólo una banda de asesinos, fascistas como Franco y que hay más de cuatrocientos crímenes de esos asesinos sin resolver, y que Bildu, partido en el que se han integrado apóstoles convictos de colaboración con la banda de asesinos, ha dicho que sienten el dolor causado, pero no han condenado a ETA ni han pedido perdón por tanto sufrimiento.
Sí, es cierto. ETA hace ya diez años que no existe, gracias al trabajo de nuestra policía, nuestros jueces y la fuerza de toda una nación, pero las consecuencias de sus actos siguen pendientes de esclarecimiento y de reparación en términos de justicia. Es decir, si para Sánchez el hecho de que ETA ya no exista supone el olvido de su terror, ¿porqué se empeña en mantener vivo el terror de un régimen que desapareció hace más de cuarenta años? Franco ya no existe desde hace más de cuarenta años, pero el PSOE lo necesita vivo. Eso mismo que él dice de la derecha, debería aplicárselo a si mismo. No se puede pactar ni con herederos del franquismo ni con herederos del terrorismo, pero ya que se pretende arrojar luz y justicia, empecemos por lo que aún no ha prescrito y, sobre todo, no pongamos a los verdugos a impartir justicia.