«No tengo miedo a los tiros, no voy a quitar las denuncias, aunque me cueste la vida»

SUCESOS

La hermana del que ha sido víctima de dos tiroteos en la barriada del Príncipe, primero en junio y después hace unos días, está recibiendo amenazas: “Mis hijos no duermen pensando que les van a disparar”

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“La inseguridad” se sigue respirando en el barrio de El Príncipe tras los últimos tiroteos, algo que, por desgracia, se ha convertido en algo habitual en esta barriada de Ceuta. El último tuvo lugar el pasado día 14 de julio, sobre las 1:30 horas de la madrugada y en la vía pública, junto a la casa de la abuela de la víctima. “Es un intento de asesinato contra mi hermano”, asegura S.A. en declaraciones a EL PUEBLO.

Se trata de la segunda vez que este joven de 18 años recibe tiros, con la suerte de que nunca han llegado a alcanzarle las balas. “La otra vez fueron siete balas y Dios no ha querido que muriera. Esta vez ha sido igual”, confiesa la hermana. Dos tiroteos contra él en poco más de un mes “y todavía no han detenido al culpable”. En ambas ocasiones, tanto ella como su hermano han acudido a dependencias policiales para interponer la correspondiente denuncia.

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Pero esto, más que calmar los ánimos, ha caldeado más el ambiente, pues las amenazas están siendo continuas para esta familia. “Están acostumbrados a amenazar y a que le quiten las denuncias y conmigo no ha servido”, cuenta esta mujer, añadiendo que “yo no voy a quitar las denuncias, aunque me cueste la vida. Eso es lo que más les fastidia”. Por eso, S.A. cree que “esto va a seguir” refiriéndose a los tiroteos y a los ataques contra su familia: “Son represalias”, dice segura.

Desde el primer tiroteo, su hermano vive con miedo, “está en la casa, no sale” cuenta esta mujer. Pero al igual que él, los hijos de esta. “Mis hijos no duermen pensando que le van a disparar”, narra S.A., mientras se sujeta las manos. “Yo no puedo tener encarcelados a mis hijos, yo voy a salir. Y si me pasa algo, sé quién ha sido”, asegura.

S.A. demuestra una total valentía y confianza, pero también es consciente de lo que pasa: “No tengo miedo, pero sí que me siento insegura y desprotegida”, señala. Y, pese a las denuncias puestas, ni pueden evitar sentirse “culpables por poner una denuncia y acudir a la justicia, pero confío en los jueces”, apostilla.

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La Policía, según ella misma asegura, se encuentra trabajando en este asunto, pero la espera está haciendo que “esto sea un sin vivir”. Esta ceutí sigue confiando en las fuerzas y cuerpos de seguridad, y agradece, sobre todo, al equipo que los atendió en el altercado del pasado 14 de julio: “me escoltaron hasta comisaría y me llevaron a casa”.

La tensión se respira en el aire y “está todo el mundo asustado”, ya que una bala perdida puede acabar con la vida de quien esté en ese momento cerca, independientemente de si está involucrado en ese asunto o no, o incluso, de su edad: “una bala perdida se puede llevar a algún niño”, comenta, que si ocurre, “nos puede buscar la ruina”.

Primer tiroteo: 8 de junio

Todos estos acontecimientos tienen un inicio. Según S.A., todo comenzó el día 6 de junio, un día antes del primer tiroteo contra su hermano. “Tuvo una discusión con este señor”, refiriéndose al presunto pistolero, “en el mismo zoco, porque le estaba diciendo que tiene que vaciar el Príncipe, que no tiene que rondar más por ahí, como si fuese el dueño”, comenta.

Al día siguiente por la noche, cerca de la zona de la iglesia, tuvo lugar el primer tiroteo sobre las 23:50 horas. “Mi hermano bajaba la cuesta de la iglesia, el otro subía con una moto. A mi hermano le dio por mirar para atrás y cuando lo hizo, lo vio apuntándolo y echó a correr”, rememora lo ocurrido esa noche. “A mí me ha confirmado esa persona que estaba apuntando a mi hermano”, asegura S.A., añadiendo que había hablado con él después de lo ocurrido. “Me dijo que no lo quería matar, que solo le quería asustar”, continúa.

«No puedo tener encarcelados a mis hijos. Voy a salir y si me pasa algo, sé quién ha sido»

Pero de ese “arma corta” como aparece escrito en la denuncia, salieron siete balas. Ese fue el momento en el que su hermano empezó a correr y no fue alcanzado por ninguna de ellas. Sin embargo, para S.A., esta segunda ocasión sí que ha sido intencionada: “Me ha dicho la madre que su hijo tiene una misión que cumplir, que es cargarse a mi hermano”.

S.A. está convencida que todo son represalias por la primera denuncia y, ahora, con la segunda, también han empezado a amenazar a sus hijos. “Una persona que no conozco me escribió y me avisó que saliese, porque quieren secuestrar a uno de mis hijos”, confiesa. Pese a esas amenazas, esta ceutí sigue insistiendo que no tiene miedo, porque ella nunca ha ido “a escondidas, siempre he dado la cara”.

Segundo tiroteo: 14 de julio

En torno a las 1:30 horas de la mañana, esta familia volvía a sufrir un atentado, cerca de donde ellos viven. Esta vez fue un muro el que salvó la vida de su hermano. “Él estaba ahí, si dispara es para darle”, comenta.

Todos se encontraban en el llano que hay junto a la casa de su abuela, siendo este ritual algo habitual en esta familia: pasar el rato juntos comiendo pipas. Estaba la madre de S.A., ella y uno de sus niños. El hermano, que vive encerrado en su habitación desde el primer tiroteo, salió esa noche al llano. Al rato, S.A. se marchó a casa a dormir, llevándose a su niño de 8 años, cuando el padre, desde la ventana vio luces y escuchó disparos que venían del callejón.

«Al ritmo que vamos, creo que puede haber otro tiroteo»

“Yo salí corriendo y ellos bajaron por el callejón” relata, para después añadir que unos familiares se cruzaron con ellos y vieron que eran tres: “dos bajaron por el callejón y el tercero se había ido por otra parte”. Ella fue hacia su hermano, quien se había quedado paralizado y no paraba de mirarse las piernas, como si siéntese que le habían dado las balas. “Llama a la policía”, reproduce S.A. lo que le decía su hermano, mientras miraba sus extremidades inferiores. “Estaba asustado, se quedó paralizado del miedo. En el primer tiroteo llegó vomitando”, detalla.

S.A. no sabe qué está buscando esta gente, pero ella está dispuesta a colaborar con la justicia, entregando su móvil si hace falta. “Yo no tengo nada que ocultar. No tengo Instagram como están diciendo por ahí”, apunta. El miedo de un tercer intento está ahí, además, ella asegura que “al ritmo que vamos, creo que puede haber otro”. Su hermano, mientras tanto, se siente más seguro en casa y no quiere salir.

esta ceutí no entiende cómo se puede ocultar lo que un hijo hace, sobre todo, en casos como este. Su hermano cumplió condena por un delito con drones, condena que cumplió en Punta Blanca, saliendo de ahí el pasado mayo. Esa estancia le ha cambiado, pues ver a sus padres pasarlo mal le ha abierto los ojos. “Cuando una persona tiene malos amigo y después quiere separarse de todo y hacer su vida normal, no lo dejan”, concluye.

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