“Una mujer alcohólica no está bien vista, pero las hay, a lo mejor no somos de bares, sino de casa”
DÍA MUNDIAL SIN ALCOHOL
El Pueblo participa en una reunión extraordinaria del grupo 'Renacer' de Alcohólicos Anónimos de Ceuta. Estos son algunos de los testimonios de superación por el Día Mundial Sin Alcohol

TESTIMONIO 1
“Una mujer alcohólica no está bien vista, pero las hay, a lo mejor no somos de bares, sino de casa”
La única mujer del grupo no es muy habladora, pero quiere compartir su experiencia para reconocer que sí que hay mujeres enfermas, aunque estén menos visibilizadas. Perdió a su madre con 12 años y comenzó a beber “por aburrimiento”. Lo primero fue una cerveza, pero fue a más, hasta catorce. Su padre murió en octubre y al mes llegó a Alcohólicos Anónimos, su hermano le dio un ultimátum, y fue en parte por su hija, que ahora tiene 24 años, que acudió a este grupo.
Ella también esperaba encontrarse otro tipo de personas, por los prejuicios que aún existen de los alcohólicos, y se llevó una grata sorpresa. Para la caballa son personas normales, “especiales, porque me han enseñado a todo: a caminar, andar, expresarme, a mirar a la cara cuando hablo…, a volver a nacer”.
Y qué acertado, porque renacer es como se denominan, “yo puse de mi parte, pero ellos -los compañeros-, me han dado todo”. Y ella solo falta dos veces al año, no abandona su cita de martes y viernes, porque apuesta por la mentalidad, “la cabeza te puede hace click, pero si tienes la cabeza amueblada…”. Además, siendo la única, reconoce que “una mujer alcohólica no está bien vista, pero las hay, a lo mejor no somos de bares, pero somos de casa”.
Y la clave para la caballa es no pasar una, “el otro día le hice un favor a un hombre en silla de ruedas en el bar y me dijo que me invitaba, en otro momento le hubiese dicho que sí, pero no. Le dije que si empezaba no acababa y me pedí una coca cola”, recuerda.
TESTIMONIO 2
Era policía nacional, y fue en un turno en el hospital cuando “lanzó un tiro al techo”
Uno de los integrantes de Alcohólicos anónimos tiene 75 años y lleva 33 años en el grupo. Cuando escuchaba el nombre de Alcohólicos Anónimos decía que “ni mijita”. Era policía nacional, y fue en un turno de servicio en el hospital cuando “lanzó un tiro al techo”. “Llamaron al jefe, me relegó, me quitaron la pistola y fue un día normal que le dije a mi señora que llamara a A.A.”, relata. Pero le daba “vergüenza”, creía que se iba a encontrar a gente desaliñada. Sin embargo, “vi personas normales y corrientes igual que yo”.
Y sonríe cuando recuerda que ponía a sus vecinos “de vuelta y media y hace ya más de 30 años que no escuchan gritos”. Y se le llena la boca cuando menciona a sus hijos, que aunque “no los disfruté en esos tiempos, ahora sí, y de mis nietos.” Reconoce que su hija no le iba a dejar a su nieta en casa antes, “hoy se va tan tranquila. Te cambia la vida radicalmente”. Por Alcohólicos Anónimos han pasado muchos ciudadanos, pero no todos perduran.
Y no solo le ha cambiado la vida a él, también a su familia, “para ellos era un sufrimiento, pero todo se puede cambiar”. Pero lo que sí reconoce es que la palabra alcohólico, cuando “estamos en activo que nadie me lo dijera, yo creía que controlaba, pero no te vas dando cuenta”. Porque así es una enfermedad progresiva y fatal que acaba con muchos españoles. Según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), la edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 16,7 años.
TESTIMONIO 3
Era un niño rebelde que nace de una familia “muy normal, me volví anormal después”
“Me llamo … y soy alcohólico”, así comienza cada uno su intervención. Y el mayor de todos, así se define con una sonrisa se crio con un padre guardia civil, “muy severo”. Era un niño rebelde que nace de una familia “muy normal, me volví anormal después, debí haber dejado de beber antes”. Tiene 84 años y conoció A.A. con 47 años, pero “lo conocí cuando lo conocí”. Era guardia civil, como su padre, y tiene una familia grande y maravillosa. “No voy con una campanilla diciendo que estoy en Alcohólicos Anónimos”, pero tampoco se avergüenza.
Porque también llegó con prejuicios sobre la gente que se encontraría en Alcohólicos Anónimos, pero no es así, todos son personas que enmiendan su vida y sus errores. Y las reuniones le han cambiado en muchos aspectos de su vida, hasta en el humor, “somos alcohólicos, pero no tontos”. Reconoce que cuando hay que enfadarse, “me enfado”, pero nunca como antes. Además, este compañero considera que A.A. ha cambiado mucho, “yo tenía otra adicción que también paré, la ludopatía, pero Alcohólicos Anónimos sí funciona, lo que no funcionan son las personas”.

TESTIMONIO 4
“Me di cuenta que tenía un problema grave, alcohólico voy a ser toda la vida, borracho no”
“No nos podemos olvidar de dónde venimos, ni de dónde vengo para para tener claro dónde voy, para no volver a cometer otra vez los mismos errores”, así comienza el Responsable de Servicios Generales su experiencia. Ahora es responsable, así se califica. Un ceutí que tuvo otras adicciones de las que logró salir, pero empezó con la bebida, “la locura que me producía la bebida no era normal”. Peleas, problemas con la justicia y accidentes, esos son algunos de los impactos que recibió durante su etapa activa (así denominan cuando beben).
“Lo último fue una pelea en la que casi me matan, me he caído por un ascensor, me he cortado la mano… yo era el que provocaba peleas en mi familia, son daños colaterales”, relata. El caballa explica que su hermano le comentó lo de A.A., “me vi reflejado en esta familia y me di cuenta que tenía un problema grave. Alcohólico voy a ser toda la vida, pero un borracho no.”. Ahí, sentados, están unidos unos ceutíes que son amigos, que le han enseñado a quererse, “se trata de quererte y perdonarte”, además de a respetarse.
TESTIMONIO 5
“Mi novia se quedaba esperándome con miedo hasta cuando iba a comprar el pan”
Sus padres murieron muy jóvenes, comenzó a trabajar muy temprano y comenzó con las “cervecitas”. Pero fue con su segunda pareja cuando pidió ayuda. “Me dijo que tenía un problema con el alcohol y yo le dije que no”, y lo justificaba con las horas trabajadas, explica que era como una recompens. “Terminamos, pero ella siempre estaba encima de mí”, continúa.
Asimismo, este ceutí de 59 años explica que “volvimos otra vez y me pidió que reconociese mi problema con el alcohol”, y lo hizo acudiendo a Alcohólicos Anónimos, pero se esperaba lo mismo que la mayoría, gente “que da hasta pena”, pero ahora son amigos, familia. Este ceutí lleva 3 años y aunque su estado de embriaguez no era agresivo, reconoce que le ha cambiado la vida y ha mirado por su salud, “que no lo miramos y es importante”.
Recuerda, apenado, que “mi novia se quedaba esperándome con miedo hasta cuando iba a comprar el pan porque antes me quedaba en el bar”, pero todo eso ha cambiado.
Ha mejorado en calidad de vida y en su relación, porque “el problema lo tengo yo y el que se tiene que curar soy yo”, por eso pide confianza, porque está seguro de lo que quiere. Lleva tres años lleno de vida y salud mental, porque su relación se ha visto fortalecida.
TESTIMONIO 6
“El alcohol te abraza y no te suelta, con 15 años cogí mi primera trompa”
“Aquí el que viene es porque pide ayuda, no vamos nosotros a convencerlos”, así comienza su intervención otro de los integrantes del grupo que ya tiene 68 años. Lo denomina como una línea roja, el alcohol “te abraza y no te suelta”, y es cuando se traspasa esa línea que se suele reconocer que se precisa de ayuda. Él empezó muy joven, con 15 años cogió la primera “trompa de vino blanco”.
Y sintió “vergüenza” muchas veces, pero en su casa estaba normalizado tomar una cerveza o un vermut, según explica. Y un episodio que no consigue borrar de su cabeza es a su familia esperándolo en el balcón. Pero su línea roja llegó cuando agredió a su padre, “le pedí ayuda a mi hermano y me dijo que tenía un problema, me dieron las directrices básicas y a los 18 años volví a recaer porque me dio la gana”. Una recaída que ha superado, y ahora se siente feliz, “este grupo me lo ha dado todo, yo he podido ayudar y me siento identificado con el grupo”. Y qué satisfacción, porque aspiran a ser una persona normal.