La libertad de expresión

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Resulta anodino, hoy, entre febrero y marzo de 2023, con lo que ha llovido, tras superar el renacimiento, la reforma y la contrarreforma, la revolución industrial, el nacimiento de la comunidad económica europea, que desembocó en la Unión Europea, tras la superación del franquismo, la restauración de la democracia con la promulgación de la constitución de 1978, el golpe de estado de Tejero, la victoria sobre ETA, el GAL y otras cosas, como el pulso de Ibarretxe, la asonada de Puigdemont y el revisionismo suicida de Pablo Iglesias y cia, que ahora tengamos que someternos a una nueva versión de la mierda de intervencionismo trasnochado que nos proponen los de VOX.

En Ceuta, ante el pleno de su asamblea, un monigote con corbata llamado Verdejo, con la bendición (supuesta) de un tiranosaurio que dice ser mitad guerrero, mitad monje, pretende censurar la libertad de expresión. Y, además, no se corta en justificar por qué: “Es que me hablan mal de mi”. No quiere que la libertad de expresión se elimine porque hay quien la usa para destruir lo que entre todos hemos construido, que es un estado de derecho, no. Pretende acabar con lo que este sistema de libertades nos ha dado a todos, porque bajo la protección de ese sistema, alguien ha osado en criticar algunos de los mensajes de VOX. Y a partir de esa premisa, volvemos al tiempo pasado de las conspiraciones judeo-masónicas y, a calificar a quien libremente opina de mal español, sólo porque es capaz de criticar el nepotismo de VOX, sus discursos racistas, su falta de respeto por la dignidad de los demás. Porque cuando se le dice a una persona de setenta años que por tener esa edad está “gagá”, o cuando se minusvalora a alguien por ser empleado del parque marítimo, o simplemente, se regodean en restar valor como persona a una mujer que, como mi madre, que tenía el mismo apellido que el Cid, decide libremente llevar un pañuelo que le cubra su cabeza, se está haciendo una declaración incontestable de que se es una acémila.

Los medios de comunicación sólo están controlados en la Rusia de Redondo, el amigo del asesino Putin, a quien defendió con uñas y dientes desde el primer momento de la invasión asesina que decretó para Ucrania y los ucranianos, pretendiendo darnos lecciones de historia, sobre el “rus de Kiyv”, como si los demás no supiéramos distinguir entre la historia y la demencia de un asesino. Allí te matan por discrepar del régimen asesino. Aquí no porque, aunque a ellos, los añorantes de la inquisición, les encantaría cerrar como buenos discípulos de Rasputin cualquier publicación contraria a su oscuro ideario, hay algo que no han entendido. Y es que, aunque pasen mil años, seguiremos aquí machacándoles, porque somos muchos más y mejores que ellos. ¿Cuándo lo van a entender? Creo que nunca.

¡No hace falta comprar a nadie! Frente a VOX no hay que alquilar propaganda. Cualquier persona se pondrá enfrente. ¿Cuándo lo van a entender?

Afortunadamente nuestros medios de comunicación están a la altura de esta ciudad, o sea, muy por encima de estos miserables. Están del lado de quienes apuestan por el respeto discrepante, del reconocimiento de la dignidad entre los diversos, de los que empiezan y de los que llevan una larga carrera de esfuerzo y dedicación a los demás, de los que levantan puentes y ponen una hamaca y, sobre todo, están con la Ceuta real, la de todos, la diversa, multicultural, libre y única, en medio de un mundo loco en el que brilla con luz propia por ser como es, y no como esta casta de energúmenos pasados de fecha quieren que sea.

Frente a tanta afrenta, sólo toca estar unidos con un sencillo lema: “VOX o LIBERTAD”. Seguro que elegiremos mayoritariamente lo segundo.

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