La trayectoria de Carmen Figuerola, ejemplo de que el género no es ni debe ser una limitación

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Es la ganadora de la XXVIII edición del Premio María de Eza que otorga la Ciudad anualmente para distinguir, reforzar e incentivar la labor desarrollada por las mujeres ceutíes en cualquier. Su capacidad para abrir camino en un mundo de hombres y emprender dejando a un lado cualquier limitación la han hecho valedora del reconocimiento

FOTO: REDUAN
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No hay etiqueta que pueda definir a Carmen Figuerola. A sus 91 años sigue teniendo más energía que una persona de 20 y la única palabra que se ajusta a su personalidad es un ‘sí’. Echada pa’ ‘lante por naturaleza, como ella misma dice “se nace o no se nace”, su carácter entusiasta, con su ‘sí’ siempre entre los labios como respuesta a todo, y su forma de ser inevitablemente positiva y pendiente del bienestar de los demás le han valido para hacerse un hueco en un mundo laboral que hasta ahora era de hombres.

Hoy recibirá el Premio María de Eza que otorga la Ciudad Autónoma de Ceuta para distinguir, reforzar e incentivar la labor desarrollada por las mujeres ceutíes en cualquier ámbito. Un reconocimiento que le llega después de toda una carrera siendo una “abanderada” de la incorporación femenina al mundo laboral, “en una época en la que esto era impensable por la tradicional dedicación de la mujer a las tareas domésticas”. Una lucha, entrega y trabajo dedicado especialmente a Ceuta, tierra a la que ha estado muy ligada y siempre ha querido mucho, y que reconoce la Ciudad.

El PUEBLO charla con ella sobre qué supone el reconocimiento, su trayectoria y lo que es para ella el feminismo. Las respuestas que va ofreciendo se suceden entre recuerdos de su infancia, sobre todo de su familia, y de su risa constante que lo inunda todo y aparece sin avisar. Es contagiosa, como las ganas que le echa a todo lo que hace. Fue de las primeras mujeres en tener carnet de conducir, de las pocas en estudiar Bachiller, se atrevió con el mundo empresarial y terminó siendo la primera presidenta de un Rotary Club. Logros que agradece a su familia, a su madre, y al buen ambiente que le brindaron desde que fue niña.

“Es una ventaja muy grande que tu puedas hacer lo que consideres sin estar supeditada a un hombre”

Aunque no fuese su intención, con su emprendiemiento “abrió camino a otras luchadoras”. Carmen solo tenía una gran afición por trabajar, se apuntaba a todos los planes y siempre estaba dispuesta a quedarse hasta tarde en la oficina y hacer cualquier recado como ella misma recuerda. No se peleaba con nadie, tampoco le hacía falta, como cuenta. Su buen carácter le evitó muchos problemas. Además, su naturaleza la invitaba siempre a cuidar de los demás y estar pendiente de que a nadie le faltara de nada. Al final, con los años, ha terminado conociendo a media ciudad.

“Con los años que tengo, con mantenerme ya tengo mucho”, confiesa divertida por su ocurrencia cuando se le pregunta sobre el premio que recibe hoy.

“Había que abrir camino”, dice echando la vista las atrás. “Yo gracias a Dios nunca he tenido problemas, hay muchas mujeres que las pobres han vivido… También depende mucho del ambiente, la familia hace mucho”, reconoce basándose en su propia experiencia. “Es una ventaja muy grande que tu puedas hacer lo que consideres y lo que te apetezca, que no tengas que estar supeditada a un hombre”, destaca sobre la situación actual de la mujer, nada que ver con la que vivió ella.

La han invitado a dar una charla a adolescentes en un instituto de Ceuta, todavía (en el momento de realizar esta entrevista) no está segura de qué es lo que les va a decir tampoco termina de ver la gran inspiración que puede ser para muchas niñas hoy en día. “En cualquier momento es difícil que una mujer haga lo que sea. Hay mucho que adelantar todavía”, lanza Carmen sobre el futuro de las niñas a las que hablará.

“Hoy en día una mujer puede acceder a cualquier empleo, a bombero, guardia civil, lo que sea sin problema. Pero me refiero a que indudablemente hay muchos problemas, cosas que una mujer no puede evitar como quedarse embaraza y tener hijos. La conciliación esa existe en los papeles, pero hace falta que exista en la realidad”, reflexiona. “No es que no pueda ser, pero es que es muy difícil”.

“Yo nunca me he dejado manejar. A las mujeres hay que decirles que espabilen”

“Un hombre se va a trabajar y está en lo que está. No se acuerda ni de que tiene hijos, ni de que tiene mujer, ni de que tiene que hacer la comida… Una mujer está trabajando y está pensando que si el niño está malo, que si esto o lo otro y no está en lo que tiene que estar porque no puede”, reivindica. En su caso, su familia ha sido un gran apoyo y liberación para poder hacer siempre lo que ha querido.

De pronto, recuerda una anécdota de cuando se sacó el carnet de conducir, de las primeras mujeres. Le bastó un intento para obtener el permiso. Había un compañero suyo que ya había suspendido tres o cuatro veces, “no había manera”, y sin embargo, a ella, no le costó apenas esfuerzo. “Me metía con”, cuenta divertida.

- “¿No recibió ninguna crítica por sacarse el carnet?”

- “No tuve problemas, gracias a Dios, me llevaba bien con todo el mundo”.

Decirle siempre todo a todo el mundo, ir de frente, incluso “las cosas peores”, pero con “una sonrisa, en plan de broma”. Ese ha sido su secreto. “Yo nunca me he dejado manejar, si te dejas manejar mal negocio. A las mujeres hay que decirles que espabilen”, sentencia. “Reconozco las limitaciones, son muchas las que tiene una mujer”.

“Yo no he tenido pegas para trabajar”, recuerda de su época en la Agencia de Transporte donde también abrió camino. “No tenía horario. Normalmente yo abría y yo cerraba. Si tenía que estar algún día hasta las diez de la noche, estaba, y al día siguiente a las ocho de la mañana estaba allí otra vez. Sábado, domingo, lo que sea”.

En un momento de la entrevista, termina por salir la pregunta que antes o después todo el mundo se termina haciendo hoy en día. “¿Carmen, es usted feminista?”. “No”. Es la única vez que una negación sale por su boca con tanta contundencia. Sería injusto juzgar a una persona que nació en la república, tiene sus primeros recuerdos de la guerra civil, creció en la posguerra y se hizo mujer en la dictadura. Sin ella saberlo, Carmen ha hecho mucho por el resto de mujeres a quien ha mirado siempre como a iguales y ha juzgado con el mismo rasero que a los hombres. No será feminista, pero es una etiqueta que se le ajusta a la perfección.

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