Del zumbido eléctrico que no debaja dormir a una familia a controles de drogas, así es la Unidad de Metrología de la Local

POLICÍA LOCAL/ UNIDAD DE METROLOGÍA

EL PUEBLO se adentra en este grupo para conocer sus engranajes, ver cómo funciona y descubrir sus actuaciones más curiosas como que hicieron dormir al Baléaria fuera de la bahía hasta que arreglase una avería por superar el límite de ruido permitido

FOTO: REDUAN
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En toda Ceuta solo hay cinco agentes de la Policía Local que puedan hacer mediciones de velocidad, ruido alcohol y drogas. Son los únicos de todo el cuerpo formados para manejar el sonómetro (para mediciones de ruido), el radar estático pero portátil (para los controles de velocidad), el alcoholímetro y el drogotest. Ellos conforman la Unidad de Metrología creada en 2001 que trabaja de forma individual o se integra en otros equipos.Son una unidad “especial”, “nadie más saber manejar” toda la aparatología que usan.

La propia palabra lo dice, la Unidad de Metrología mide. Sus cinco agentes, a través de los distintos aparatos tecnológicos cuyo manejo solo ellos controlan, colaboran con otras unidades en cuestiones que a lo mejor no pueden cuantificar. “Por ejemplo, la velocidad”, dice Carlos Manuel Otero Castillo, uno de los agentes, “puedes ver un coche que va muy rápido, pero si no sabes realmente a qué velocidad va no puedes sancionarlo administrativamente”. Con la música sucede lo mismo: “Dice ‘¡No veas como tenía la música, me estás amonestando!’. Si no estamos nosotros para medir, la administración no puede sancionar. Con la alcoholemia y las drogas igual. Sí, iba borracho, pero el juez te pregunta cuánto iba. Si nosotros no hacemos la prueba y sacamos el resultado, no sirve de nada”.

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Puede parecer que su labor queda en un segundo o tercer plano en comparación con otras unidades, pero nada más lejos de la realidad. Se complementan a la perfección con el resto de equipos y es que de este grupo creado en 2001 dependen muchas sanciones administrativas y penales. Una vez, hasta hicieron que el Balearia tuviera que atracar en medio del mar por superar el límite de ruido permitido por la noche debido a una avería. “De mediciones de ruido se puede escribir hasta un libro”, confiesa Otero sobre algunos de los requerimientos que han tenido para sorpresa de muchos. Manejan infinidad de datos que quedan reflejados en los cientos de informes que redactan de cada uno de los expedientes que abren.

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Controles de velocidad, test de alcohol y drogas y mediciones de ruido son las principales tareas de la Unidad de Metrología. En principio, el quinteto cubre las 24 horas del día, siete días a la semana. Se van turnando las guardias para que siempre haya un agente de la Unidad de Metrología de servicio. Administrativamente, por la mañana y por la tarde están asignados a la Unidad de Tráfico, y por la noche, al 092. Un solo agente de la Unidad de Metrología basta para manejar los equipos de medición de ruido o de velocidad, además de los otros seis que se requieren para el control de alcohol y drogas.

A nadie se le escapa la peligrosidad de conducir por encima del límite de velocidad, ni que decir de conducir bajo los efectos de las drogas. El ruido, que a priori puede no parecer tan importante, no se queda a la zaga. “A la larga te puede causar enfermedades”, indica el agente mientras pide ponerse un momento en la piel de ese ciudadano que tiene que convivir día y noche con un ruido molesto que no le deja descansar, concentrarse o hacer cualquier tarea cotidiana sin un runrún constante en la cabeza.

“El oído de cada persona es un mundo”, comenta tras los años de experiencia visitando casas y atendiendo las quejas de vecinos por ruidos. Recuerda, en concreto, una familia que por las noches no podía dormir por culpa del ruido que hacía el transformador de energía que repartía toda la electricidad por el edificio y que tenía justo al lado de su piso. “Al llegar allí, no notabas nada, pero al irse a dormir escuchaban ‘bbzzzzzzzzz’, un zumbrido eléctrico. Claro, no podían dormir. Fui a hacer mediciones y daba por debajo del límite, 24 decibelios. El sonómetro solo me cogía la luz del fluorescente y el reloj, ‘tic, tac, tic, tac’”, relata el pequeño infierno al que tuvo que hacer frente la familia. “En el momento que tienes un ruido que te molesta, mentalmente no te deja dormir. ¿Cuándo notas que hay un mosquito en la habitación no lo quieres pillar porque estás pensando todo el rato que te va a picar? Esto es lo mismo”, añade irónico.

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El año pasado, la unidad presentó un total de 72 propuestas para sanción por incumplimiento de ruidos y vibraciones, bastante menos que en años anteriores (en 2021 fueron 127 y en 2020, 81). Los requerimientos a ciudadanos por ruidos y vibraciones se mantienen entorno a los setecientos, por debajo de los niveles que se alcanzaron en la pandemia (2020: 916, 2021:764, 2022:714).

Los datos de los test de alcohol y drogas llevados a cabo son mucho menores, aunque mucho más significativo el porcentaje de positivos que obtienen los agentes. De las 56 pruebas de alcoholemia que realizaron en 2022, 42 fueron positivo, es decir, un 75%. Inferior al porcentaje alcanzado con el drogotest: un 85% de positivos el año pasado (34 positivos de 40).

Las estadísticas, en este tipo de denuncias, varían mucho de un año a otro, indica el agente de la Unidad de Metrología. Entran en juego factores mucho más variables que la pandemia o el levantamiento de las restricciones sanitarias. Que un año por ejemplo llueva más de lo normal y la gente salga menos de casa, o que “por cualquier circunstancia” no se puedan hacer tantas pruebas como les gustaría a los agentes que tienen otro tipo de servicios.

CONTROL DE VELOCIDAD

Por las mañanas uno y por las noches, dos. Es la media de controles de velocidad que realizan, salvo exepciones o campañas concretas de la Dirección General de Tráfico (DGT). Los cinemómetros (radar) no son aleatorios, en un planning tienen establecido el lugar y hora e intentan que cada vez sea en un sitio distinto, “para no ser tan repetitivos” y tocar diferentes puntos de la ciudad. Las quejas de los vecinos o presidentes de las barriadas son algunos de los criterios por los que se guían para establecer los controles. “Vamos a zonas y lugares donde, por ejemplo, el presidente de la barriada ha tenido quejas de los vecinos. La Policía Local nos lo comunica, estudiamos la zona y vemos los lugares donde los vehículos van más rápido de la cuenta y ponemos ahí los controles”, explica que la elección del sitio no responde a motivaciones aleatorias.

En este caso, “el coche que cae en el control de radar, no se para. Según el reglamento de circulación se puede notificar posteriormente siempre que haya una prueba, y tenemos la foto”, explica. La prueba fotográfica la ve el agente al momento en la tablet con la que maneja el radar, un Truacam II de Laser Techonology 2, “de lo último y más completo del mercado”. Funciona de noche, con lluvia, con niebla, el cualquier situación metereológica adversa. Este es estático móvil manipulado siempre por un agente de la autoridad a través de la tablet donde establece los parámetros de cada vía en concreto y recibe todos los datos que va captando el radar. (la aplicación que se utiliza tiene el directorio de todas las calles de Ceuta). A este en concreto no se le aplica la última reforma por la que se pueden exigir dos fotos en momentos distintos para poner la multa.

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Luego, según la tabla que los policías manejan que es pública para todo el mundo a través de la página web de la DGT, establecen la sanción económica y de puntos según el tipo de vía por la que circulan: por ejemplo, en una carretera de 30 kilómetros por hora, si va a 63 KM/h, son cuatro puntos menos y 400 euros que con el 50% de pronto pago se quedaría en 200 euros. El agente aclara que a las mediciones hay que añadir el margen de error con el que suelen ser bastante generosos, al contrario de la creencia popular. De hecho, asegura que cuando seleccionan un lugar para colocar el radar intentan que sea vea, no buscan sitios retorcidos detrás de un árbol o unos contendedores. Aun así, muchos conductores hasta duplican el máximo de velocidad permitida.

“Las vías de dos carriles siguen teniendo el límite de 50, excepto los que estén limitados por el propio Ayuntamiento. Por ejemplo, la calle de Independencia, donde está la playa de la Ribera, la Ciudad no ha limitado la velocidad y sigue estando a 50. La avenida España, donde está el Mercadona y el ‘San Daniel’, dos carriles de entrada y salida, está limitado a 30”, repasa la lección para aquellos que se siguen liando tras la entrada en vigor de la limitación de velocidad a 30 km/h por casco urbano.

TEST DE ALCOHOL Y DROGAS

En cualquier momento del día, en cualquier punto de la ciudad. El test de alcoholemia y el drogotest pueden establecerse en cualquier control que realice la Policía Local. En cuanto a las drogas, primero se hace la prueba “iniciaría”: un palito que hay que chupar hasta impregnarlo bastante de saliva (dos o tres minutos, hasta que salive suficiente), se inserta en un cartucho que es el que analiza el drogotest. Tras cinco minutos de espera, sale el resultado. En caso de dar positivo en alguna de las sustancias ilegales, se repite la prueba. Y ese segundo resultado (precintado y sellado) es el que se envía al laboratorio de Madrid que especifica el porcentaje en cada una de las drogas. Todo el sistema funciona por códigos concretos, y todo queda registrados númericamente. “Te puedes llevar a una persona detenida por esto”, advierte el agente. Ese informe es el que completa el expediente que abre la Policía Local en cuanto el sujeto da positivo, para ser sancionado administrativamente o penalmente.

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El alcoholímetro es más específico y no requiere enviar la muestra al laboratorio. Según la tabla que por todos es conocida, a partir de 0,25 es una sanción administrativa, hasta 0,60 que la sanción es penal. En otras palabras, si le pillan con más de 0,60 mg de alcohol por litro de sangre puede ir a la cárcel. En cuanto al alcohol, tienen dos aparatos. El digital, más compacto y ligero, es más rápido con las pruebas. Si da positivo, pasados unos diez minutos, repiten la prueba con el alcoholímetro y ese es el resultado que vale. La mayor diferencia entre las dos pruebas es lo que se tipifíca en cada una de ellas: en el alcohol es la influencia del mismo en cada persona a la hora de conducir y las drogas la tenencia de esa sustancia dentro del cuerpo.

“Puedes haberte fumado dos porros hace dos días y conduces perfectamente porque ya no te hacen efecto. Ahora, si en un control te hacen la prueba de drogas y das positivo en cannabis, son mil euros de multa y seis puntos menos. Aquí lo que se castigaba es la tenencia de la sustancia en el cuerpo. El mensaje es claro: si consumes no conduzcas”, se muestra tajante con esta ligera apreciación que marca una gran diferencia que genera mucho debate.

EL RUIDO NO ES SOLO RUIDO

A diferencia del resto de mediciones, la evaluación del ruido funciona a requerimiento. La Unidad de Metrología acude, por ejemplo, cuando los vecinos llaman por molestias de ruido o cuando Fomento o Medio Ambiente requieren un oficio. Puede ser también con la apertura de un nuevo local o negocio y necesitan un informe de evaluaciones acústicas para saber ese tipo de establecimiento el ruido que puede generar.

Por un lado, hay mediciones medioambientales en la calle. La Consejería de Medio Ambiente pide un oficio para saber qué ruido produce una actividad en concreto. Pueden ser unas obras, o incluso el barco. Cuenta el agente de la Unidad de Metrología que el caso más sonado que tuvieron fue cuando uno de los extractores de humo del ‘Passio Per Formentera’ de Balearia se estropeó y no dejaba de hacer ruido incluso cuando estaba con el motor apagado. “Cada vez que atracaba en el Puerto y se pegaba toda la noche, los vecinos de Junta Obras del Puerto, la Estación del Tren, la rotonda del Sardinero, toda esa zona, escuchaban el ruido del barco. Dependiendo de cómo soplaba el viento, si era levante o poniente, lo tenían metido en el baño o en el salón”, relata. A petición de Medio Ambiente empezaron a estudiar el caso y hacer mediciones de ruido a distintas horas del día y en distintos lugares, Muelle Alfau, Muelle de Poniente, domicilios, etc. Al final resultó que el buque tuvo que estar atracando en la bahía -prácticamente en medio del mar- hasta que lograron arreglar la avería en el extractor de humo y dejó de hacer ruido para descanso de los vecinos. “Fue la única solución viable para seguir operando, porque si lo mandábamos a un kilómetro de la costa, el ruido ya no llegaba a las viviendas”, explica Otero.

Y luego están las mediciones en domicilios. Vecinos que se molestan entre ellos por la música a tope, bares debajo de casa que superan los decibelios permitidos o cuyos clientes se quedan en la puerta charlando hasta altas horas de la madrugada. En la pandemia, cuando más fiestas en casa se hicieron y más se quebrantó esta ordenación urbana, se encontraron con el problema de no poder entrar en los hogares para hacer las mediciones por las restricciones sanitarias. “No solo por el ruido, teníamos que tener mucha precaución en todo”, recuerda.

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Para estos casos, ruidos de los que se quejan los vecinos, para que el sonido en cuestión pueda ser evaluable y por tanto sancionable, tiene que cumplir unos requisitos: aunque parezca obvio, que el ruido se de cuando el agente está con el medidor, que sea continuo (más de cinco segundos, sino la normativa no lo acepta) y constante. Además, el sonido tiene que ser audible con puertas y ventanas “siempre cerradas” y el sonómetro tiene que estar o en el centro de la habitación o a un metro y medio de la pared. El medidor tampoco puede estar nunca en las manos del agente, sino sobre un trípode especial a metro y medio de altura.

El ladrido de los perros es uno de los que más problemas suele ofrecer, reconoce el agente. El can puede ladrar durante cinco minutos seguidos y después callarse. También con el taconeo de los zapatos, ‘¡Clac, clac, clac, clac!’, puede llegar a ser muy molesto, pero si no es constante la normativa no permite sancionarlo. Las canicas de los niños, el que se pone a hacer bricolaje un sábado porque está aburrido o redecora la casa y cambia los muebles de sitio. “Son ruidos muy cortos e impulsivos que el sonómetro va a detectar, pero en la evaluación van a dar negativo”, expone. “Está en nosotros saber discernir sin son peleas vecinales o qué”, añade.

El ruido de locales de ocio sigue siendo por el que más requieren la Unidad de Metrología en Ceuta. Pero también se enfrentan a situaciones similares con colegios. “Las actividades que hacen molestan a los vecinos y si dan positivo en la medición, Medio Ambiente, además de la sanción administrativa, determina que tiene que precintar el equipo de música”, detalla. Como en todo, “hay casos y casos”, reconoce el policía.

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