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SOCIEDAD
Veinte años son lo que lleva el CECAM mimando a las criaturas marinas que por diversas causas terminan enfermas o heridas. Muchas de ellas llegan a las playas de Ceuta, otras son avistadas en plena mar y este equipo de profesionales apura todo lo que pueden para llegar a tiempo y darle una segunda oportunidad a la diversidad de ejemplares marinos. Desde tiburones, ballenas, delfines y hasta tortugas han pasado por las manos del Centro de Estudio y Conservación de Fauna Marinos de Ceuta. En la mayoría de casos, afortunadamente, estos ciudadanos del confín de los mares regresan a su hogar para continuar con su proceso vital. Pero para que esto ocurra, alrededor de 5 expertos ponen todo su sudor para que el resultado, tras los cuidados, sea el esperado, volver a las aguas.
Sin embargo, las instalaciones “no son las óptimas” para “desarrollar nuestro trabajo”, explica Juan Carlos Rivas, presidente de dicha entidad. “Ahora mismo podríamos decir que estamos de ‘prestado’. Estas instalaciones donde estamos son de mi empresa de buceo, y necesitamos cuanto antes un local al lado del mar, necesitamos un sitio digno para poder realizar nuestro trabajo”, sostiene Rivas añadiendo que “si de aquí a finales de año no nos conceden una ubicación, será el último año que sigamos haciendo esto”. Rivas no busca dinero, sino “un convenio” para “poder hacer nuestro trabajo de la mejor manera, por lo menos unas instalaciones”. Esa es la petición que el presidente del CECAM lanza al Gobierno de la Ciudad, como también al Gobierno de la nación y más concretamente al Ministerio pertinente.
Ahora mismo, este espacio de cuidados ubicado en el puerto de Ceuta, cuenta con 7 tortugas enfermas. Todas ellas cuentan con la misma dolencia, nada que ver con patologías típicas de la especie, sino que en su condición de enfermas, el ser humano tiene que ver mucho. Siendo este el primer factor que ponga en peligro la vida de estos ejemplares. Concretamente, la enfermedad responde al término de ‘flotabilidad positiva’ y es el resultado de la cantidad de plásticos y micro plásticos que navegan por el mar y que albergan las profundidades. “Estas tortugas, que todas son de la especie ‘Tortuga Boba’, han llegado aquí porque no pueden sumergirse en el mar ya que han ingerido plásticos. Esto hace que queden a la deriva en la superficie marina, y además la imposibilidad del proceso de alimentación, el sol y los choques con los barcos pueden acabar con su vida”, afirma Rivas. A consecuencia, “la gente nos las trae, o nos avisan del punto en el que se encuentran para traerlas a estas peceras donde las tratamos hasta que ya pueden sumergirse en el fondo y las soltamos. El proceso para recuperarlas es meterlas en estos vasos acuáticos, darles de comer sardinas y un medicamento del veterinario que consigue que expulsen, a través de la defecación, mucho plástico. Desde partículas pequeñas hasta tapones, es una barbaridad”, añade el presidente del CECAM. “Concretamente lo que hacemos cuando llegan es meterlas en agua dulce entre 12 y 24 horas para desparasitarlas y luego ya en agua salada”, añade.
La última de las tortugas que el Centro tiene en sus instalaciones “llegó hace una semana” y puede “estar hasta mes y medio aquí, no más”. Sin embargo, todo depende del total de ejemplares de este galápago a tratar. “Lo máximo que hemos tenido a la vez han sido 10, si llegan más pues las que ya están más recuperadas tenemos que echarlas al mar para que todas puedan ser tratadas. Esto es una de las consecuencias de no tener unas instalaciones dignas para desarrollar nuestro trabajo. Solo pedimos un convenio de animales marinos, solo pedido eso, un local que responda a nuestras necesidades, sino ya lo digo, este será el último año. El Ministerio siempre nos ha dado palmaditas y la Ciudad tiene que apoyarnos más”, afirma Juan Carlos Rivas.
Tanto es el buen hacer del CECAM que frente a una idea de espacio hermético, privado o inaccesible… La realidad es otra. Cada semana pasan por este ‘hospitalillo marino’ diferentes visitas de grupos que pueden ver con sus propios ojos lo que hacen en el Centro. Este pasado miércoles, 19 de julio, un grupo de PROI acudía a las instalaciones para ver de cerca a las ‘tortugas bobas’. “Es impresionante ver como no pueden sumergirse y quedan flotando”, afirmaban.
Por todo ello, el CECAM “quiere seguir haciendo lo que llevamos realizando hasta ahora, ya son 20 años en esto” pero “necesitamos un espacio que responda a nuestras necesidades y así poder realizar estudios posteriores a la suelta en libertad”, explican. Al fin y al cabo, estos ‘médicos de las aguas saladas’ han dado una segunda oportunidad a ejemplares marinos que estaban avocados a la deriva, y posteriormente a una “muerte injusta”. Ahora esperan que las administraciones “tomen conciencia de nuestro trabajo” para poder seguir haciéndolo, y así evitar que este 2023 sea el punto final de una “gran labor”.
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