La ceutí, Florinda “La Cava”

Don Rodrigo observando el baño de las doncellas en el río Tajo. / FOTO CEDIDA
Don Rodrigo observando el baño de las doncellas en el río Tajo. / FOTO CEDIDA

José María Fortes Castillo

En el contexto histórico, Florinda “La Cava” fue una noble ceutí del siglo VIII, hija del conde don Julián, Señor de Ceuta y de ambas orillas del Estrecho. Su vida, fue pronto convertida en leyenda con una amplia difusión en las literaturas europeas. Según “LA LEYENDA DEL REY DON RODRIGO” (Crónica General de España de 1344). Edición de José Pallarés Moreno y María Ángeles Pérez Rubio. Pag. 15, dice así sobre su vida: Posteriormente, la leyenda será objeto de numerosas refundiciones y reelaboraciones. Tuvo en efecto una amplia difusión por las literaturas europeas. Aparece en la obra poetas, novelistas, historiadores y dramaturgos no solo españoles y portugueses, sino también franceses, italianos, ingleses y alemanes. La importancia de los acontecimientos históricos que le sirven de fondo, los elementos míticos y las intensas pasiones que presenta hicieron que la tragedia de Don Rodrigo siguiera viva hasta bien entrado el siglo XX.

Florinda era una joven doncella de gran belleza. Era costumbre en el reino visigodo, que las hijas de los nobles, se trasladaran a la corte de Toledo, con el fin de recibir una buena educación, además de facilitar el matrimonio con un joven de la nobleza. Son varias las fuentes que señalan el gran interés que el por entonces rey visigodo don Rodrigo, puso en que Florinda se trasladara a la corte, donde sería educada personalmente por su esposa la reina, de la cual sería doncella. La fama de la belleza de Florinda había llegado a la corte, como hermosísima y discreta doncella, cuyo aspecto y semblante hacía presagiar que sería una maravillosa mujer. Y, cuando don Rodrigo se enteró mandó decir al conde don Julián que le mandase a su hija, que quería que una doncella como ésa se criara al lado de su mujer y que él se comprometía a proporcionarle el mejor casamiento (“LA LEYENDA DEL REY DON RODRIGO”). Y la verdad es que, atendiendo a su bondad y hermosura, era en aquel tiempo la más hermosa doncella que había en toda España.

Ignoraba el conde don Julián la fama de mujeriego que adornaba al rey don Rodrigo. Florinda y su séquito, salieron de Ceuta y tras largas jornadas de viaje, por fin llegaron a Toledo, donde por entonces estaba la corte del rey. Cuando don Rodrigo y la reina la vieron, quedaron admirados por su belleza. Allí, pronto fue una más entre otras doncellas, todas hijas de nobles visigodos, pero pronto también, comenzó a destacar por el buen cumplimiento de sus obligaciones, ganándose la simpatía de toda la corte y muy especialmente la de la reina.

Cuenta la leyenda, que Florinda, en compañía de las demás doncellas, salieron a pasear por los jardines de su residencia y decidieron darse un baño en las aguas del río Tajo, sin percatarse que don Rodrigo las contemplaba desde la orilla opuesta. La visión de la bella joven obsesionó de tal manera al monarca que, a partir de entonces, no pensaba más que en poseerla.

Volviendo de nuevo a (“LA LEYENDA DEL REY DON RODRIGO” Crónica General de España de 1344) que dice así: Lo maravilloso del caso es que desde el momento que el rey comenzó a cortejarla, ella le fue tomando aborrecimiento, pues, como juiciosa que era, veía claramente que de esta relación con el rey no podía venir sino deshonra para ella. Por eso, cuando el rey, en contra, según parece, de la voluntad de Alataba (así llamaban a Florinda en el libro mencionado), hizo con ella todo lo que quiso, el corazón de la doncella quedó atravesado por la pena y comenzó a perder toda su hermosura de un día para otro.

El caso es que la joven se convirtió en una obsesión para don Rodrigo, que en vano trató que la hermosa ceutí le correspondiera en sus bajos deseos y ante sus continuas negativas, acabó por violarla.

También cuenta la leyenda, que Florinda tenía gran amistad con otra bella doncella llamada Alquifa, que al percatarse de la tristeza que embargaba a la bella ceutí, le hablo de esta manera: Amiga, te ruego que no pase ahora lo que nunca pasó. Desde que somos amigas no ha habido secretos entre nosotras. Ten confianza conmigo y cuéntame lo que te pasa, que tú bien sabes que yo nunca te ocultaré nada y creía que tú a mi tampoco.

Florinda muy avergonzada por lo que había sucedido con el rey, le contó a su amiga la violación de la que fue objeto, y ésta, con buen criterio, le aconsejó que pusiera a su padre el conde don Julián al corriente de todos estos hechos. Así que de inmediato, Florinda redactó una carta que envió a su padre.

Enterado el conde don Julián de la infamia cometida en la corte de Toledo por el monarca visigodo con su hija, montó en cólera, y en pleno invierno, partió hacia la capital del reino para rescatar a su hija de las garras del innoble rey. Llegó el conde a Toledo a reclamar a su hija, aunque para no levantar sospechas, alega que su esposa y madre de Florinda se encuentra gravemente enferma y que solo la visión de su hija, podría hacer que recobrase la salud. El monarca no desconfía y hace prometer al conde que una vez recuperada la salud de su esposa la condesa, hiciera volver a la corte a Florinda. Don Julián y Florinda regresan a Ceuta y ofendido en lo más profundo de su corazón, prepara su venganza. De inmediato establece conversaciones con Musa ibnNusair, de manera que le facilitaría el traslado de tropas musulmanas a la Península con el fin de ayudar a los herederos de Witiza a recuperar el trono usurpado por don Rodrigo.

Así, de esta manera, da comienzo la invasión árabe de la península Ibérica, la que los árabes llamaron Al-Ándalus.

Jamás mancillar el honor de una mujer, costó tan caro como al pueblo español, que tuvo que soportar a los hijos de Mahoma sobre suelo hispano, durante ocho siglos.

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