¿Cómo hemos llegado a esto?

Que España, uno de los grandes paises europeos, haya llegado a este nivel de esperpento, debería tener castigo.
Ahora resulta que la gobernabilidad del congreso y la composición del gobierno de España, las va a decidir un fugado de la justicia, un cobarde de libro, que huyó en un maletero de sus propias responsabilidades, un tipejo que odia a España y sueña con destruirla, el hereu de aquella pandilla del tres por ciento “pa la saca”.
Desde luego Cataluña está enferma, repartiendo sus votos entre tantos bichos raros, que defienden a los okupas, el saqueo de lo público y promueven el odio (ellos que son tan progres y hablan de delitos de odio) a quien les llena el pesebre que luego subastan como sabandijas.
Pero España anda costipada, cuando la Alegría de la educación, define como un pacto progresista el que quieren hacer con el sinvergüenza de Waterlo.
Ese desecho, no sólo es antiespañol, sino antieuropeo, eso si, protegido por esa Europa que se cree superior a la del sur, porque siempre fueron vasallos del rey de Castilla.
España no se merece esta porquería. El PSOE, si no quiere reconocer que ha perdido la confianza de los españoles, al menos debería hacer una propuesta de repetición electoral, pero parece no, que prefiere hundir a España en la inestabilidad y en la vergüenza, que dar paso a quien ganó las elecciones: Feijó.
Si Vox es un demonio (y a mi me lo parece), los socios que busca Sánchez, 0tegui, Puigdemont y Junqueras, si pacta con ellos, serán los cuatro jinetes del apocalipsis.
Presidente Sánchez: déjelo. No siga por ese camino. Eso no es progresista, es traición. Traición a sus propios votantes, que quieren libertad, pero no para dejar morir a su país. Si no le dan los números sin ellos y no soporta la idea de que quien le ha ganado a usted en las urnas gobierne, fuerce una nueva convocatoria electoral como mal menor. Y dígales a los votantes, a todos, la verdad, es decir: Cuales son sus líneas rojas. Si las tiene, claro.