Fernando de Leyba y Córdoba Ceuta 1734 – 1780 San Luis, Misuri

Casa de San Luis, Misuri, C. 1780. / FOTO CEDIDA
Casa de San Luis, Misuri, C. 1780. / FOTO CEDIDA

En nuestro anterior escrito de fecha 10.03.2023 comentábamos sobre las relaciones de Leyba con el teniente francés de los milicianos de Santa Genoveva, al servicio de España, François Vallé. Ahora lo hacemos sobre las mantenidas con el coronel americano George Rogers Clark

En 1778, Bernardo de Gálvez designó a Fernando de Leyba para sustituir a Francisco Cruzat, como vicegobernador y teniente gobernador del distrito de los Ilinueses en la Alta Luisiana, con destino en su capital San Luis. Cargo que ocuparía hasta su fallecimiento.

Carta con instrucciones de Bernardo de Gálvez para el mandato de Fernando de Leyba

Instrucciones especiales de Gálvez a Fernando de Leyba

9 de marzo de 1778.

Instrucciones especiales que debe observar el Capitán Don Fernando de Leyba, designado para ser teniente gobernador de los asentamientos en Ylinueses, dependientes de esta provincia de Luisiana, bajo mi mando.

1-Procurará inducir a los colonos a dedicarse a la siembra y cultivo del cáñamo y del lino, explicándoles los grandes beneficios que esto le reportaría, por cuanto a Su Majestad declara por sus reales órdenes que el cáñamo y el lino serán libres de todos los derechos de exportación e importación en los puertos de España. Aconsejará a dichos colonos que he propuesto al Rey que les proporcione esclavos negros para que se desarrollen más rápidamente las cosechas antes mencionadas, pero que en espera de la decisión real, debían comenzar con estas cosechas, a fin de tener semilla suficiente.

2- Confidencial. Hará todo lo posible por ganarse la buena voluntad de todas las tribus indias, no solo las que están en el territorio de Su Majestad, sino también los que están bajo la jurisdicción de los ingleses. Hará para ello todo el tacto y buen trato posible para atraerlos a nuestros dominios, pero de tal manera que no comprometerse, para evitar quejas por parte de Inglaterra.

3-Confidencial. Acadianos o católicos romanos apostólicos en territorio inglés, e irlandeses, canadienses y alemanes, con gran celo en aumentar la población de los puestos que se le encomendaban. Para atraer colonos incluso de Canadá, deberá de informarles que todas las familias que deseen establecerse en nuestros dominios gozarán de la protección de Su Majestad, se les darán tierras, y se les proporcionarán las herramientas necesarias para cultivarlas, junto con raciones mensuales hasta que hayan recogido su primera cosecha después de su llegada. Les informará que he hecho declaraciones a Su Majestad, preguntando si esta ayuda les será dada gratuitamente, o si con obligación de restituirla cuando sus circunstancias así lo permitieren. Esto se hará de conformidad con las normas adjuntas y las personas que han proporcionado dichas herramientas y raciones, dado un certificado que especifica la cantidad de cada artículo y su valor. Será deber de dicho teniente gobernador para enviar a este gobierno, por lo menos al final de cada año, una cuenta exacta del número de nuevos temas (de Su Majestad), incluidos aquellos a quienes hasta la fecha se les hayan dado útiles y provisiones, por comparación con los certificados que se hayan pagado por esta real hacienda. Para que este post pueda proceder con la claridad requerida para hacer esta cuenta o se le exija dicho informe, llevará un libro en el que asentará el nombre de cada individuo, mostrando cada familia por separado, y con columnas para las herramientas distribuidas, y para los meses en que reciben raciones. Está encargado de manipular este asunto, tan importante para nuestro pueblo, con todo el cuidado que su prudencia pueda dictar

Casa de San Luis, Misuri, C. 1780. / FOTO CEDIDA
Casa de San Luis, Misuri, C. 1780. / FOTO CEDIDA

4- Confidencial. Procurará enterarse de todas las noticias que se produzcan en la parte inglesa (de Illinois), sobre la guerra de esta potencia con los colonos, la situación de ambas partes y sus planes para no dejarse sorprender en caso de cualquier designio imprevisto. Si hay alguna noticia de importancia, me la comunicará prontamente, después de asegurarse primero de su veracidad, a fin de no incurrir en gastos inútiles para la hacienda real.

5- Confidencial. Si tuviere correspondencia con algún Jefe americano de las provincias americanas, observará el mayor secreto y me lo informará; y en caso de recibir cartas para mí, me las enviará en la primera oportunidad o por un correo especial si así se le ordena.

6- Como puede ocurrir que los súbditos de Su Majestad Británica o de las provincias unidas lleguen a pedirle asilo en nuestro territorio para salvarse a sí mismos y a sus bienes de sus respectivos enemigos, los concederá a ambas partes sin disensión alguna, las provincias unidas lleguen a pedirle asilo en nuestro territorio para salvarse a sí mismas y a sus bienes de sus respectivos enemigos, lo concederá a ambas partes sin disensión alguna, no permitiéndose que sean violados ni ultrajados de ninguna manera, porque, como están bajo la bandera de Su Majestad, deben gozar de la misma protección que sus propios súbditos.

Nueva Orleans, 9 de marzo de 1778 (Borrador de Bernardo de Gálvez.)

Solo veintiséis días después de su llegada de Leyba para tomar el mando de la Alta Luisiana, contactó con el coronel George Rogers Clark al mando de los americanos que habían tomado Cahokia, en el lado opuesto del Misisipi, invitando a este a ir a San Luis. Clark partió para San Luis donde fue recibido con la mayor ceremonia posible.

Quedó como invitado en la casa de Leyba durante dos días, entablándose una amistad que sería de una gran importancia para la causa de los estadounidenses en Illinois. Escribió Clark al gobernador de Virginia, Patrick Henry. “Este caballero, se interesa mucho a favor de los estados”.

Clark informó al Congreso Continental que estaba “orgulloso y complacido por la excelente recepción que le había brindado el comandante español”, Clark volvió a St. Louis en varias ocasiones para comprar suministros locales.

La campaña de Clark:

Clark propuso al gobernador Patrick Henry un plan de ataque para Kaskaskia y otros puntos, siendo aceptado dicho plan dándosele el mando.

Las tropas de Clark ocuparon Kaskaskia el 4 de julio de 1778, con aproximadamente 175 hombres, tomaron la ciudad sin disparar un solo tiro.

Un día más tarde (5), enviaron a un capitán y 30 hombres a caballo, más algunos habitantes de Kaskaskia, para tomar Prairie du Rocher, y Cahokia, que se entregaron sin apenas resistencia

Dichas victorias y la de Vincennes 23 de febrero de 1779, hizo que tras estas batallas se fortificara el entonces considerado noroeste contra la ocupación inglesa

Clark pensó ir contra Detroit, pero nunca recibió los refuerzos que necesitaba para hacerlo. Incluso sin Detroit, cuando el Tratado de París (1783) puso fin oficialmente a la Guerra Revolucionaria, el territorio que Clark había ganado ayudó a Estados Unidos a reclamar una gran franja de tierra.

Como el oficial de más alto rango en el territorio durante estas campañas de guerra, la responsabilidad de obtener suministros recaía en Clark. Sin el apoyo oficial cercano, Clark firmó por los materiales él mismo, que le pesaría más adelante.

Después de la guerra, Clark inicialmente tenía la esperanza de que Virginia o el gobierno nacional liquidaran las deudas en las que había incurrido para pagar las fuerzas mientras luchaba en la frontera, particularmente debido a las ganancias territoriales que había logrado el país. Sin embargo, ningún gobierno asumiría la responsabilidad de estas deudas, dejando que Clark fuese perseguido por los acreedores.

Clark trabajó como comisionado indio y como agrimensor, e incluso consideró abandonar América para vivir en territorio español. Pero sea lo que sea que hizo, reclamos y demandas relacionadas con Clark. Las deudas de guerra eclipsaron el resto de su vida.

En 1809, una quemadura grave llevó a Clark a la amputación de la pierna, lo que significaba que Clark ya no podía vivir solo. Tenía 65 años cuando murió el 13 de febrero de 1818 vivía con su hermana, en una granja en las afueras de Louisville, Kentucky. (Biografía de George Rogers Clark/ Swash Village)

Al margen de la biografía de Clark, existe en los Estados Unidos una versión novelada sobre Clark y una presunta hermana de Leyba de nombre Teresa. En ella se dice que hubo un romance entre ambos.

Esto hay que desmentirlo, ya que Fernando de Leyba no tenía ninguna hermana de nombre Teresa. Leyba había casado en 1767 con María de la Concepción Cesar. Que falleció el 6 de septiembre de 1779 en San Luis. Del matrimonio nacieron dos hijas: Josefa María de los Dolores, que fue bautizada en La Habana, Cuba, en julio de 1769, y Rita Gertrudis, nacida el 4 de julio de 1771 durante el destino de su padre en Arkansas y bautizada en la Iglesia Parroquial de San Luis en Nueva Orleans, el 4 de julio de 1774. Ningún otro familiar partió con él. ¿Una sirvienta contratada en San Luis?

Fernando de Leyba sí tenía una hermana nacida en Ceuta el 20 de abril de 1728, de nombre Micaela, que con el tiempo contrajo matrimonio con el teniente coronel graduado Martín Monzú destinado en Nueva Orleans, al fallecer Fernando de Leyba fue el encargado de vender sus pertenencias como tutor de sus dos hijas, con el fin de poderlas traer a España. (Sobre los bienes de Fernando de Leyba en mi escrito de 25.03.2019 en este mismo diario)

Volvamos atrás con la visita de Clark con sus hombres a San Luis.

Clark y sus hombres siguieron el hábito fronterizo de vestirse en una imitación parcial de los indios. El gobernador Fernando de Leyba de St. Louis describió su entrada a la ciudad. “Llegó el comandante coronel ... Con una camisa de cacería y un taparrabos, desnudo de pies y piernas y con su cama, comida y arma en el hombro. Las tropas no tenían más equipamiento que el de taparrabos, el cuerno de pólvora, el arma y la mochila”. Eran, como observó Leyba, “bandidos en apariencia”. El motivo fue claro. Cuando Clark y su pequeño ejército llegaron a las cataratas del Ohio en su camino para atacar Kaskaskia, abandonaron su equipaje “excepto lo que nos equiparía en el modo Indean [sic]”. En 1780, en su viaje al este para liderar un ataque contra los Shawnees, Clark y sus hombres se disfrazaron de indios para abrirse paso a salvo a través del desierto; y, por supuesto, la mayoría de los hombres que lo siguieron a Ohio para esa campaña se vistieron con “camisas de caza y pañuelos en las nalgas, algo de lino y otros de ante”. (Tomado en parte y traducido del inglés de Indiana Magazine of History, Vo. 79, Issue 1, March 1983/ de título “The Famous Hair Buyer General”; Henry Hamilton, George Rogers Clark, and the American Indian).

Sobre esto adjuntamos una interesante carta de Fernando de Leyba a Bernardo de Gálvez de fecha 18 de octubre de 1779.

DE LEYBA A GÁLVEZ= ST LOUIS DE YLINUECES 18 DE OCTUBRE DE 1779

Muy señor mío y mi protector, las cartas que he emitido a V.S. del general de Virginia y del coronel Clark, creo me servirán de instrumentos auténticos para justificar a V.S. mi exactitud en el desempeño de este encargo; por solo mi urbanidad con el mayor respeto aseguro a V.S.; no hubieran merecido tanto, son mis buenas obras las que les obligan a vivir reconocidos al gobierno español de este partido, pero a mí, gobernador, cuan caro me cuesta este poquito de oropel, mi familia llora, y yo les acompaño en sus justos sentimientos, mi quebrantada salud no me promete muchos años de vida, y finalizada esta no tiene mis pobres hijas otro recurso que las libre de la mendicidad que les viene y que mis fatigas le pueden haber agenciado, Hallabame por el favor y protección de V.S. con bien fundadas esperanzas de libertarlas de tan amargo trago, pero la llegada de los americanos a este distrito me tienen enteramente arruinado: en el mismo caso se hallan varios habitantes de este pueblo que por complacerme a mí pusieron sus bienes en las manos de estos americanos siéndoles estas pérdidas igualmente sensibles como las mías por contemplarme causa inmediata de ellas; pero que había yo de hacer, con el encargo de V.S. y viendo que ni aun el jefe principal de los americanos, no traía una camisa con que cubrir su desnudes, si no es presentarse al socorro haciéndolo con mi crédito frente a todos mis habitantes, a fin de asistir a otros americanos con cuanto necesitaban; esta providencia les saco de sus ahogos quedando yo en rehén, por haber salido fiador de 10.000 pesos (según consta por los recibos que tengo distribuidos en este post y es preciso que pague) de una partida fui satisfecho con dos letras de cambio que llevó Francisco Vigo a esa plaza y no se le han pagado: no creo sean muchas más las que salían a ellas de mí partida, pues se creen estos vecinos bastantes escarmentados, y arruinados; pero sí creo habrá otros nuevos pleitos pidiendo que yo pague las sumas a que he respondido. Así he obrado mi gobernador creyendo asistir y complacer a V.S. de lo que me resulta en el día estar cercado de penas tanto por lo que debo y no puedo pagar, como por si V.S. no lo aprueba (que es lo que más me mortifica) mis providencias dirigidas todas a manifestar a V.S. mi ciega obediencia, estos habitantes no querían entregar sus bienes ni aun con recibos del coronel Clark, lo dieron inmediatamente en que yo entregue los míos, si por no pagarlos pierdo mi crédito se pueden seguir atrasos al servicio, pues es seguro que si necesito algún extraordinario de socorro para mi tropa no lo hallaré, en fin mi gobernador, mi amada mujer que con tanto trabajo vino a este destierro, solo por lograr el caso de que no retirásemos a España, viendo sus esperanzas frustradas por el laberinto de deudas con que yo me hallaba se le apoderó una gran melancolía que en cinco días pasó de esta a la otra vida, sin que bastase para aliviarla mis repetidas persuasiones, manifestándole debíamos fiar en el favor de V.S. que estando de por medio no dejaría de mirar nuestra causa con piedad, pero nada fue suficiente, para que lo inesperado del golpe le sorprendió demasiado, una pérdida no similar a la de mis vecinos, como un asunto de poca monta; con todo y acompañado de mis llorosas hijitas imploro la protección de V.S., para la cobranza de dichas letras, que no dudo me prestará su caballeroso corazón, que sirviera de compasión de estas inocentes, aun cuando sea necesario recurrir a la corte, pues cuanto yo he hecho ha sido mereciendo un acto de hospitalidad propio entre todas las naciones.

Quedo con el mayor respeto a la obediencia de V.S. que Dios guarde muchos años su importante vida, los años que deseo.

Mi protector y señor, su afectísimo servidos que B.L.M. de V.S.

Señor don Bernardo de Gálvez. Fernando de Leyba

George Rogers Clark. / FOTO CEDIDA
George Rogers Clark. / FOTO CEDIDA

El 20 de junio de 1780 fue la última carta de Leyba a Gálvez, en ella le informaba de la persecución conjunta con los norteamericanos tras la batalla del Fuerte San Carlos y de la enfermedad que estaba acabando con él “la maladie”, probablemente malaria. En ella indicaba que dejaba a Cartabona a cargo de San Luis. Cartabona mantuvo el cargo hasta la llegada del teniente coronel Francisco Javier Cruzart. Ocho días después de escribir aquellas letras, Fernando de Leyba fallecía. Cuando conoció la noticia, Bernardo de Gálvez le otorgó, a título póstumo, el grado de teniente coronel. Título que le sería concedido por el rey al año siguiente, al parecer sin saber que había fallecido y que ya lo había hecho Gálvez, a la vez que el rey ascendía a Cartabona a capitán y en 1783 le otorgó el cargo de gobernador civil de Santa Genoveva.

Fernando de Leyba falleció el 28 de junio de 1780, un mes después de la batalla, siendo enterrado el mismo día al lado de su esposa, frente al altar de la iglesia de San Luis.

La independencia de los Estados Unidos había tenido lugar tras separarse de Gran Bretaña el 4 de julio de 1776. Aunque los británicos no reconocieron dicha independencia hasta el año 1783.

La Independencia de los Estados Unidos, según el Conde de Aranda

La premonición del conde de Aranda /Dictamen del Conde de Aranda a Carlos III, 1783

“Me ceñiré al punto del día, que es el recelo de que la nueva potencia formada en un país donde no hay otra que pueda contener sus proyectos, nos ha de incomodar cuando se halle en disposición de hacerlos. Esta república federativa ha nacido, digámoslo así, pigmea, porque la han formado y dado el ser dos potencias poderosas como son España y Francia, auxiliándola con sus fuerzas para hacerla independiente. Mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensarán más que en su engrandecimiento.

La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en términos inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradores y artesanos de todas las naciones, porque el hombre va donde piensa mejorar su fortuna, y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado”.

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