Francisco Llano de la Encomienda Ceuta 1879-1963 Ciudad de México

De la Guerra del Rif a la Guerra Civil y su exilio en México. Tercera parte

Coronel Juan Mateos y Pérez de Alejo. /Efemérides Ceuta 1932
Coronel Juan Mateos y Pérez de Alejo. /Efemérides Ceuta 1932

La segunda parte del escrito la dejamos con las condecoraciones recibidas por Llano de la Encomienda en África.

Guerra Civil española 1936-1939

Antes de continuar haremos un salto hacia atrás en el tiempo para comentar un suceso ocurrido en Ceuta, el 7 de marzo de 1932.

En este día fue asesinado por un ex sargento del Tercio, el coronel de infantería, 6º Jefe de la Legión don Juan Mateo y Pérez de Alejo, natural de Santi Espíritu, provincia de la Habana, Cuba.

Fue asesinado en la puerta de su casa por la espalda cuando iba acompañado de su hijo mayor, que era teniente del Tercio. El hijo del coronel salió tras el asesino. Al pasar cerca de la puerta del cercano Cuartel de Sanidad, ordenó al centinela le diera el fusil, persiguiéndolo, acorraló y, tras un intercambio de disparos, lo dejo malherido.

Después, volvió junto a su padre para decirle que ya había sido vengado. A lo que el coronel agonizante, le dijo.

Yo ya le había perdonado.

Muriendo minutos después.

El entierro se celebró al siguiente día, 8 de marzo, en Ceuta cerró todo el comercio, y una multitud acompañó los restos del coronel y a su familia.

Desde ese día, las trinchas legionarias son de color negro, anteriormente las trinchas legionarias eran de color avellana.

ORDEN DE LA LEGIÓN DEL 9 DE MARZO:

Dice textualmente:

Orden de La Legión del día 9 de marzo de 1932

Artículo 1º- Habiendo fallecido, víctima de vil asesinato, el Sr. Coronel Primer Jefe de la Legión D. JUAN MATEO Y PÉREZ DE ALEJO, con esta fecha, me hago cargo del mando del Cuerpo.

Artículo 2º- Al hacerme cargo del mando de este Cuerpo por la muerte de nuestro Coronel Mateo, que ha sido víctima de una venganza criminal, quiero dedicar mi primera orden al recuerdo del inolvidable Jefe, cuyo nombre tengo la seguridad que perdurará entre nosotros con el cariño que siempre fue característico de todo legionario a su Coronel, y especialmente a este, que supo conquistarse este afecto por sus condiciones de caballerosidad, rectitud, bondad y cariño a la Legión.

Su sacrificio ha sido ejemplar y nos marca a todos el camino que, sin desmayo ni duda, debemos seguir con entereza.

Las circunstancias de su muerte son tales que, por entrar tan de lleno en el cumplimiento del deber, escriben una página más en el Libro de Oro de la Legión, obligándonos a que, en estos momentos, extrememos el cumplimiento de los nuestros. Por la anterior personalidad del agresor, así como por la forma cobarde y traicionera en que fue cometido, el atentado ha de ser tan odioso para todo buen legionario y puede perjudicar de tal forma el buen nombre de la Legión que hoy, más que nunca, estamos obligados los que vestimos este honroso uniforme a demostrar con nuestra disciplina y lealtad al mando que, todos a una, condenamos la venganza criminal que no existe ni ha existido jamás en la Legión, porque los instintos bajos e innobles son incompatibles con la caballerosidad y alteza de miras que deben distinguir a un legionario.

Yo encarezco, exijo a los Jefes, Oficiales y Tropa que, estrechando los lazos de unión y compañerismo que constituyen la base de nuestra vida, pongamos nuestro máximo esfuerzo en el cumplimiento del deber y trabajemos por el mayor engrandecimiento de nuestra Legión Heroica que debe ser, como siempre ha sido, el arca conservadora de las más altas virtudes militares.

El ejemplo de la estoica muerte de nuestro querido Coronel Mateo ha de servir, servirá, como un acicate, como una llamada más a nuestro espíritu de sacrificio, al cual se deben las más puras glorias de la Legión.

Y en estos momentos de amargura, como en los de alegría y en los de combate, gritad conmigo, con el gorro en alto y el pensamiento puesto en la figura noble y caballerosa que una mano aleve nos ha arrebatado.

¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA REPÚBLICA! ¡VIVA LA LEGIÓN!

Teniente Coronel Jefe Accidental = García Escamez.

Comunicada: Cap. Ayudante Fernando Lizcano de la Rosa

El capitán Fernando Lizcano de la Rosa, que comunicó la Orden de la Legión sobre el asesinato del coronel Mateos y Pérez de Alejo, por heridas recibidas en combate, le obligaron en 1933 a pasar a la situación de reemplazo por herido, siendo al año siguiente destinado al Regimiento n.º 10, de guarnición en Barcelona. Intervino en el sofocamiento de la revolución de octubre de 1934 en dicha ciudad, concurriendo con la Unidad de su mando, Compañía de Ametralladoras y máquinas de acompañamiento, a la toma de la Generalitat. Sus medidas y disposiciones colaboraron tan eficazmente al logro del cometido asignado, que mereció la Medalla Militar individual por orden de 10 de octubre de 1935.

Entre finales de octubre de 1934 y febrero de 1936 estuvo al mando del Cuerpo de Mozos de Escuadra por orden del gobierno de la República. El 19 de julio de 1936 se unió al Alzamiento en Barcelona y luchó defendiendo el edificio de la IV División Orgánica, antiguo palacio de la Capitanía General.

Dejamos aquí lo referente al capitán Lizcano para retomarlo más adelante.

Guerra Civil (1936-1939)

La guarnición en Barcelona, en el mes de julio de 1936, era la siguiente:

Dos regimientos de Infantería, dos de Caballería, dos de Artillería, un grupo de información artillera, un Batallón de Zapadores, un grupo divisionario de Intendencia, un destacamento del Depósito Central de Remonta, un Centro de Movilización y Reserva, la Caja de Reclutas, los servicios auxiliares correspondientes a los Cuarteles Generales de la IV División Orgánica, de la VII Brigada de Artillería.

La Guardia Civil constaba de dos Tercios y una Comandancia de Caballería al mando del general Aranguren, al frente de uno de los Tercios se encontraba el coronel Escobar. El coronel Brotons tenía a sus órdenes el III Tercio.

Al mando supremo de estas fuerzas se hallaba el General de Brigada del Arma de Infantería Francisco Llano de la Encomienda.

El 17 de julio se reúne Federico Escofet, Comisario General del Orden Público en Barcelona, con Llano de la Encomienda, le solicita la detención de 70 oficiales. Pero Llano se niega, argumentando que no quiere que tales sanciones sean la excusa que aduzcan posteriormente los rebeldes para iniciar el levantamiento. En un siguiente encuentro entre ellos, el comisario presenta pruebas de la expansión del golpe por diversos puntos de la Península y le solicita posicionamiento inequívoco ante el conflicto; pero una vez más, se muestra incrédulo ante esta posibilidad y muy confiado en la fidelidad de sus tropas. Para tranquilizar los ánimos de Escofet. Llano le asegura que si algún grupo se sublevase, él se encargaría de volver a traerlo al orden. Esa misma noche el general advierte a sus oficiales que en caso de tener que elegir “entre el fascismo y el comunismo” se queda con lo segundo, algo que escucha el general Fernández Burriel, que encabezaba el alzamiento de la División. (Guerra Civil día a día)

En la Generalidad ya se conoce que el Ejército de África se ha levantado en armas y empiezan a darse instrucciones para que el Frente Popular sea previsto de armas. Surgen los primeros tiroteos contra la compañía que intenta hacer prisionero a Llano de la Encomienda, sin conseguirlo, pero sí, en cambio, se apoderan del Palacio de la División.

Coronel Juan Mateos y Pérez de Alejo. /Efemérides Ceuta 1932
Coronel Juan Mateos y Pérez de Alejo. /Efemérides Ceuta 1932

Fernández Burriel que es quien dirige la sublevación en Barcelona, queda a la espera de la llegada del general Goded desde Palma de Mallorca.

Al saber Goded que Llano de la Encomienda no se había sumado a la rebelión, llamó y ordenó a Burriel su inmediata detención. Burriel trató de convencerlo, pero no pudo cambiar la decisión de Llano de la Encomienda.

Aquí de nuevo encontramos al capitán Fernando Lizcano de la Rosa, que había comunicado la Orden de la Legión, sobre el asesinato del general Mateo y Pérez de Alejo.

El 19 de julio de 1936 el capitán Fernando Lizcano de la Rosa seguía en su destino de Comandante en jefe de los Mozos de Escuadra en Cataluña. Fue uno de los sublevados contra el Gobierno del Frente Popular, y encargado de transmitir al general Llano de la Encomienda un mensaje, de parte del general Fernández Burriel (segundo del general Goded entre los sublevados de Barcelona) conminándole a rendirse. El capitán se presentó al general Llanos cuadrándose y con cortesía. La reacción del general fue recriminarle por sublevarse siendo Caballero Laureado. Y, mientras con la mano derecha le arrancaba del pecho las insignias de la Cruz Laureada, y con la mano izquierda le daba dos bofetadas, a las que el capitán reacciono sacando su pistola, el coronel Maxó y otros presentes se interpusieron.

Fracasado el Alzamiento en Barcelona. Lizcano, fue detenido, en Consejo de Guerra Sumarísimo celebrado en el buque-prisión “Uruguay”, fue condenado a la pena capital por rebelión y fusilado en Montjuich tres días después. El capitán Lizcano lució, durante el juicio, la Laureada en su uniforme.

El general Manuel Goded Llopis llegó de Baleares en hidroavión a Barcelona para ponerse al mando, arrestó a Llano de la Encomienda y se hizo con el control de la IV División Orgánica. Mientras tanto, las milicias sindicales, se unieron a las fuerzas leales. Después de duros combates lograron recuperar el control de toda Barcelona. Cuando la derrota les sobrevino, los militares sublevados dejaron en libertad a Llano de la Encomienda.

Goded reclamó por teléfono a Aranguren que la Guardia Civil se sumara al golpe, sin éxito.

La clave de la postura de la Guardia Civil se aclara cuando Escofet pide el apoyo de este cuerpo. Por la Vía Layetana desfila una columna de ochocientos hombres con su uniforme verde, mandados por el coronel Antonio Escobar (nacido en Ceuta el 14 de noviembre de 1879) llevando bajo el brazo su bastón de mando eran las 14 horas. Escofet y Companys, asomados al balcón, contienen el aliento. Pero al pasar, Escobar se cuadra, poniéndose a las órdenes del presidente de la Generalidad.

El 19 de julio el general Aranguren, que ostentaba el mando de la Guardia Civil, llamó por teléfono a Goded desde Gobernación, indicándole que se rindiera, pero no lo consiguió. En la tarde de ese mismo día el edificio de la Capitanía General fue tomado al asalto y los principales oficiales hechos prisioneros. Entre ellos el general Goded.

El 11 de agosto de 1936 se hizo el juicio contra Goded y Burriel. El juicio se celebró en el comedor de primera clase del trasatlántico “Uruguay” acudiendo como testigos los generales Francisco Llano de la Encomienda y Aranguren.

La sentencia se dio el mismo día del Consejo de Guerra a las 6,20 horas fueron fusilados en el Glacis de Santa Elena de Montjuich. Muy cerca de donde el 8 de febrero de 1940 sería fusilado el general de la Guardia Civil republicana Antonio Escobar Huerta.

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