La Plaza de los Reyes

José María Fortes Castillo

Hoy son pocos los ceutíes que puedan imaginarse la Plaza de los Reyes como parte de la cuenca de un arroyo que nacía por la zona que fue el entrañable Patio Centenero, que atravesaba la actual Plaza, discurría por la calle Camoens, Paseo del Revellín y desembocaba donde más tarde se construyó el baluarte de San Sebastián. También nos extrañaría, si nos dijeran que hasta finales del siglo XVII, era frecuente que los militares que estaban fuera de servicio, acudieran a este actual emblemático lugar, a cazar conejos, perdices o tórtolas.

Fue necesario realizar un relleno con el fin de edificar el Hospital militar, como también fue necesario años más tarde, rellenar la cuenca que discurría hasta la desembocadura del arroyo, relleno se llevó a cabo, con la arena extraída del Foso Real tras los treinta y tres años de asedio al que nos sometió Muley Ismail. Con el relleno del arroyo, logramos lo que actualmente es el Paseo del Revellín.

En este lugar, se construyó una plaza, donde no se calentaron mucho para darle su primer nombre “La Plaza” (fueron muy originales). Posteriormente se la denominó “Plaza de los Reyes”, debido a que, en el centro de la misma, predominaba una estatua del rey Carlos IV y como recuerdo de las imágenes en piedra de Recaredo y San Hermenegildo, que ocupaban unas hornacinas con pedestales en el pórtico de piedra negra del derribado Hospital militar.

Hasta 1880, o poco antes, la plaza estaba empedrada con trocitos de piedras playeras de diferentes colores figurando círculos, árboles, cuerpos humanos, animales y macetas.

Este trabajo fue hecho con pacientísimos penados, que en otras épocas eran los que cuidaban del público ornato.

Los bancos eran de piedra, como algunos postes que marcaban los puntos de entrada, y estos postes estaban unidos por cadenas.

Los alcaldes Fernández y García trataron de reformar la plaza hermoseándola con arbolado de naranjos; trasladaron la estatua de Carlos IV al paseo de San Amaro; colocaron pavimento de lozas y bancos de hierro.

La plaza así reformada, fue inaugurada con el nombre de los Reyes el día 2 de agosto de 1885, amenizando el acto la banda que dirigía el músico mayor Luque con una fantasía de Mignon, el andante de la sinfonía en do mayor de Beethoven y una abertura alemana.

Rodeando la Plaza, se hallaba la capilla de San Juan de Dios o del Hospital militar, el edificio de este nombre, la iglesia de San Francisco, la casa que el vulgo llama de los Dragones, la de García, las oficinas de Telégrafos, el precioso restaurant llamado “La Plata” y la subintendencia militar.

Es importante el Hospital por la extensión que comprende y por ql parque sanitario que posee.

Tiene una torre elevadísima que se divisa desde el mar a gran distancia.

Junto a él, se encuentra el histórico convento de San Francisco que guardó durante un tiempo, los restos del Rey Don Sebastián, y cuyos claustros y bóvedas conservan las cenizas de venerables santos varones y las del general Don Miguel Agustín Carreño.

En la casa de García se industriaba la seda, fue teatro de la buena sociedad ceutí más tarde y en tiempos más recientes, han estado instaladas las oficinas de un Banco, García, Cerní, Rivero y Compañía y posteriormente, la administración de la Junta de Obras del Puerto. (Alberto Baeza Herrazti en su obra “CEUTA 1900”)

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