Drake y su ataque a A Coruña

María Pita lanceando al abanderado inglés. "iQuien tengas honra que me siga!". / FOTO CEDIDA
María Pita lanceando al abanderado inglés. "iQuien tengas honra que me siga!". / FOTO CEDIDA

José María Fortes Castillo

Ayer dejamos el relato en pleno asalto inglés con Drake al mando de los navíos y a Norris al frente de la infantería a la ciudad gallega de A Coruña.

El día 12 los ingleses conseguirían abrir una brecha, facilitando así lo que parecía una rápida victoria, algo que no conseguirían por el gran esfuerzo y entrega con el que hombres y mujeres defendieron las continuas arremetidas de los hombres de Drake y Norris. El esfuerzo fue titánico y cuando parecía que iban a ceder definitivamente hizo aparición una mujer, que recién había perdido a su marido en los combates, se lanzó con rabia y armada con una lanza, contra el alférez inglés quien, para animar a sus hombres, agitaba la bandera de Gran Bretaña al viento. María Pita clavó su lanza en el pecho y acabó con la vida del alférez y se hizo con su bandera, cargando así de fuertes ánimos a las tropas coruñesas, que enrabietadas resistieron con mayor fiereza el asedio inglés. Se creó una situación sin solución inmediata.

El miércoles 17, comprobando Drake y Norris la inutilidad de sus esfuerzos y temiendo la llegada de más tropas españolas, los ingleses determinaron embarcarse con el escaso botín logrado y partir lo antes posible.

El jueves 18, al amanecer, se hicieron a la vela, dejando en la bahía tres de sus navíos desmantelados y otras cuatro embarcaciones menores destruidas. De sus marineros y soldados, más de 1.300 perecieron en La Coruña, unos, muertos en los violentos combates, y otros -según muchos cronistas ingleses- por su excesiva afición al vino español (algo muy británico a la hora de justificar una derrota). Las bajas mortales del bando español, entre civiles y militares, rondaron los 1000. De la enorme flota, tan solo perderían 2 o 3 buques y 4 barcazas.

Tal fue el arrojo de los defensores que hasta derrotaron finalmente a una fuerza muy superior y la pusieron en fuga. De hecho, cinco de aquellas desconcertadas naves inglesas fueron arrastradas por el viento o buscaron refugio en la cercana ría de O Burgo. Cuatro terminaron hundidas, tras arder durante varios días, a pocos metros de la playa de Oza, en la boca del entrante natural, mientras que otra logró adentrarse en la ría, pero también acabó bajo las aguas poco después, a 100 metros de la línea de costa.

Ahí no quedó la tragedia inglesa, posteriormente fracasó en sus intentos de sublevar al pueblo portugués, contra Felipe II, y de tomar alguna base en las Azores, perdiendo en el empeño unos 12.000 hombres, las dos terceras partes de sus efectivos, más de la mitad de los barcos y tener que afrontar numerosas deserciones.

Del devenir de los enfrentamientos que de este ataque se derivaron, nacieron historias y leyendas, como la de, la antes citada, María Pita, una de las tenaces resistentes coruñesas. También tuvo un papel destacado, aunque no tan recordado, Inés de Ben.

Célebre y para la posteridad pasó la frase “supuestamente” dicha por María Pita para arengar a los coruñeses: “Quen teña honra que me siga” (Quien tenga honra que me siga).

Nada más finalizar el asedio, Cerralbo partió hacia Baiona y Tui para reforzar sus defensas, ya que, tras el ataque en A Coruña, Drake se situó de nuevo frente a las costas gallegas con intención de saquearlas. Por su actuación ante la Contraarmada (según algunas fuentes), sería recompensado con el puesto de Gobernador de los Países Bajos, un cargo que nunca llegaría a ejercer, ya que falleció justo cuando iba a embarcar rumbo a su destino.

Veamos la biografía de los principales implicados:

Si rescatamos el “curriculum” de Drake, vemos que vivió entre los años 1540 y 1596. No fue una vida muy larga (56 años) pero si muy intensa. Fue un experimentado marino, iniciado con apenas trece años de edad, practicando el comercio de esclavos y la piratería, para continuar luego como corsario con patente inglesa y como oficial de la armada en época de guerra. Fue un explorador, pirata con licencia real, esclavista, político y sobre todo aventurero. Tras el estadillo de la guerra entre España e Inglaterra en el año 1585, tuvo un papel relevante en el saqueo de la ciudad de Cádiz, provocando, entre otras consecuencias, el retraso en los planes de Felipe II para invadir Inglaterra.

María Pita lanceando al abanderado inglés. "iQuien tengas honra que me siga!". / FOTO CEDIDA
María Pita lanceando al abanderado inglés. "iQuien tengas honra que me siga!". / FOTO CEDIDA

De indudable talento y astucia marinera, muchas veces triunfó el corsario inglés. Una de ellas, tal vez la más sonada, cuando participó en el fracaso de la llamada Armada Invencible. Pedro de Valdés y Menéndez de Lavandera, noble gijonés, había sido nombrado almirante del escuadrón de Andalucía que atacó en 1588 a la armada inglesa. Valdés perdió su buque insignia, el galeón de 46 cañones Nuestra señora del Rosario, siendo apresado y confinado en la Torre de Londres durante siete años, hasta que su familia pudo pagar un jugoso rescate.

Sería ascendido al cargo de Vicealmirante con motivo del ataque a las costas inglesas por la Armada Invencible española.

Tras su vuelta a Inglaterra con las manos vacías y con su flota mermada, fuentes más fiables que las mencionadas anteriormente, señalan lo siguiente: se abrió una investigación, siendo relegado al oscuro puesto de comandante de las defensas costeras de Plymouth. Seis años después, en 1595, la guerra estaba tomando un mal cariz para Inglaterra, y Drake propuso a la reina Isabel I un audaz plan que consistía en tomar Panamá para, desde allí, amenazar los intereses y las posesiones españolas en el Caribe. Acaso presionada por el mal rumbo que llevaba la guerra, Isabel I aceptó al plan de Drake y le encargó llevarlo a cabo. Fue su último acto. Con una poderosa escuadra, intentó por dos veces tomar San Juan de Puerto Rico, sufriendo sendas derrotas, tanto por tierra como por mar.

Sin apenas efectivos ni oficiales –la mayoría habían muerto-, enfermó de disentería y murió cerca de Portobelo, frente a la costa atlántica de Panamá, el 28 de enero de 1596. Su cadáver, según la costumbre marinera, fue lanzado al mar.

Quisiera que este trabajo, nos ayude de alguna manera a quitarnos, ese casi complejo de inferioridad, que desde niño nos han inculcado con la Invencible y Trafalgar los textos que nos obligaban a estudiar. Al menos yo lo sentía así y si luego nos encontramos el caso de Gibraltar, era ya el remate. Es algo que no llego a comprender, por qué, resaltamos tanto las victorias de los ingleses y ocultamos las nuestras. Máxime, cuando los españoles hemos hundido muchos más barcos ingleses, que ellos a nosotros. Será el “quijotismo” o el “gilipollismo” made in Spain.

La guerra entre España e Inglaterra prosiguió con suerte variable hasta 1604. Tras la muerte de los dos grandes antagonistas, Felipe II en 1598 e Isabel I en 1603, sus respectivos sucesores, Felipe III y Jacobo II firmaron la paz, retornando las cosas al punto de partida. Estos datos han sido extraídos de “RECREACIÓN DE LA HISTORIA”, editado el 5 de junio de 2011.

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