El amor y la amistad bailan de la mano en el Centro Social del Mayor

A Pepe y Encarnación el baile les dio una segunda oportunidad para rehacer sus vidas cuando ambos habían quedado viudos. La pareja se conoció entre música y risas en el Centro Social del Mayor del IMSERSO, y en 2020 decidieron dar el paso y formalizarse como marido y mujer.

Ahora, siempre que se celebran fiestas y bailes en el local, el matrimonio está presente. “Lo pasamos muy bien; nos suelen poner pasodobles, Manolo Escobar…”, comenta Pepe, que este martes tampoco se perdió el baile organizado por el Centro Social del Mayor. “Ahora saldré a bailar con mi mujer”, asegura ilusionado el hombre, que en ese momento está sentado. Mientras, Encarnación danza por el local con África, una de sus amigas “de toda la vida”, con la que también comparte aficiones en el centro. Encantadas de estar en la fiesta, aguardan impacientes a que les sirvan la merienda; consistente en café con leche y pasteles.

El baile acaba de empezar y por la sala se mueven ligeras varias personas mientras cantan y ríen. Son socios del centro desde hace años y se nota que hay complicidad entre todos.

Sentadas a una mesa, ya con la merienda servida, están hablando animosamente otras dos amigas; Antonia y Santi. La primera, que destaca por sus tatuajes en ambos brazos, en contraste con su pelo corto y canoso, indica que desde que se jubiló hace dos años “suelo venir con mi marido todos los domingos a comer”. Eso sí, cuando hay baile “vengo sola porque a mi marido no le gusta”.

Aunque una vez en el centro, la que fuera enfermera no está sola. “Aquí tengo muchas amigas”, cuenta. Una de ellas es Santi, de 72 años, quien se define como “melómana”. Para ella, el baile del Centro Social de Mayores es “muy ameno y está muy bien porque es música de antes”. Así lo cuenta mientras pincha un trozo del pastel de chocolate y se deshace en elogios hacia su amiga, de quien dice que es “muy simpática, buena persona y guapa”.

Cerca de estas amigas se encuentra Francisco, un hombre que, de no decirlo, nadie intuiría los 87 años que ha cumplido este 2023. “Yo soy de 1936, del año de la guerra, pero la suerte que tengo es que la mente no la he perdido”, narra con interés. Y no es de extrañar que Francisco mantenga en forma el cerebro y el cuerpo, ya que todos los sábados y domingos “jugamos a las cartas y al dominó y bailo de todo”. Eso sí; “agarrado mejor que suelto”.

En el centro también hablamos con José Luis, el presidente del Centro Social del Mayor del IMSERSO, que nos explica que el próximo día 8 tendrá lugar una merienda y un baile a las 18.00 y el 14 una entrega de premios y comida a las 14.00. Más tarde, el día 31, celebrarán la Nochevieja con una cena y un baile.

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