El ceutí que pintó a la princesa
CULTURA
Paco León lleva más de 50 años plasmando las calles de Ceuta en sus lienzos

Espera en el portal de su casa a los invitados. Su hogar huele a los de antes. Hay puchero de comer. Ya desde la entrada se observan las obras de arte que este pintor ha ido guardando cuidadosamente a lo largo de los años. Son muchas. Más de 50 años delante del lienzo dan para bastante. Son prácticamente todos los rincones de la ciudad autónoma los que se esconden bajo las paredes del domicilio de Paco León, conocido artista caballa. Recuerda perfectamente aquel día en el que un amigo le dijo: ¿Por qué siempre dibujas zonas de Ceuta?. La respuesta fue tajante. “¿Es que hay algo más hermoso?”.

Fue el pasado 31 de octubre cuando la princesa Leonor juró bandera. Gorro rojo, traje militar, mirada firme…Paco vio la imagen por la televisión, pero también en una revista. Decidió plasmarlo en su lienzo. Tres o cuatro días fueron suficientes para hacer prácticamente una foto de la hija de los Reyes de España. Con el cuadro todavía fresco, León iba por las calles del centro de la ciudad autónoma y se topó con un viejo conocido. “Pero si juró bandera hace tres días. ¿Cuándo has hecho esto, Paco? ¿Le puedo hacer una foto?”.

La imagen ‘rulo’ por las redes sociales en pocos minutos. “Me llamó hasta la tele para hacer una entrevista”, afirma riéndose. Así fue como se erupcionó el talento de este ceutí para la pintura. Su casa esconde un sinfín de obras realistas centradas en las calles de Ceuta y el tema castrense que inunda desde siempre a la ciudad. Su salón parece una galería. En sus paredes se aprecia la Virgen de la Esperanza y una medalla de la autonomía que le entregó la ciudad hace unos años. León recalca que nunca se ha ganado la vida con este ‘hobby’.

“Fui camarero mucho tiempo en la ‘Mar Chica’ y en el ‘Sombrero de Copa’. Luego me hice funcionario con 40 años. Esta es mi pasión, pero nunca lo he hecho como una obligación. Siempre me ha salido de dentro pintar”, explica. Su mujer, Isabel, la artífice del olor a puchero casero, lo confirma desde el salón de su casa. “En cincuenta y pico años que llevamos juntos no ha habido ni uno solo en el que no haya pintado”, añade orgullosa.

León guía a los invitados hacia su ‘cueva’, que hace las veces de estudio de pintura. La habitación desde donde destila todo el arte y la creatividad que luego plasma en sus cuadros. Es pequeña, con vistas al mar. Tiene decenas de cuadros apilados. La paleta de pintura la tiene en el posamanos de una silla que hay frente a un gran lienzo en el que está en proceso su última obra: ‘El Juan Sebastián de Elcano’ en un puerto gaditano. En una pequeña mesa guarda todo el material: pinceles, aceite, aguarrás y trapos sucios. Su yerno granadino observa desde una de las esquinas, inmortalizado y con su ciudad de fondo. La habitación tiene un aura diferente. De pintor de antes.

Aquí tiene guardado el famoso cuadro de la Infanta, aún sin colgar. “Yo creo que su lugar debería ser algún sitio oficial, la Comandancia General o algún otro establecimiento militar”, cuenta. El pintor va desgranando y enseñando sus obras: la Virgen del Carmen llegando a la Almadraba, la Marina, la playa de la Ribera, la Plaza de África, Medinaceli, la Vendimia de Jerez y varios del Ayuntamiento, entre otros. De uno de ellos narra la historia.

Era en el puerto de Ceuta. Estaba con su cámara, como de costumbre, y con un conocido amigo suyo periodista que falleció. Llegó un barco repleto de jóvenes sordomudos que venían a visitar la ciudad. Mientras el reportero se paró con ellos, León sacó una foto del barco. “Le dije a mi amigo que a los pocos días estaría el cuadro del barco. Le tengo mucho cariño”, afirma.
-¿Tienes algún cuadro preferido?
-Pues mira, te digo una cosa. El pintor de verdad no lo tiene. Los hace todos de corazón.
Las únicas exposiciones que ha hecho León a lo largo de su vida fueron en el 81 en el centro de Ceuta y en el 84 en el Casino Militar. En la primera mostró 40 cuadros, en la segunda 52. “En dos días los vendí todos”, sostiene. No ha vuelto a exponer más. “Yo pinto para mí”, zanja ya saliendo del estudio hacia otra habitación donde guarda más obras.
Una de las cosas que más le ha llenado estos años fue impartir clases de pintura en el instituto Mare Nostrum a 20 mujeres amas de casa aprendices. Lunes, martes y jueves de 5 a 7 regalando las nociones más básicas de su destreza. Su etapa final como docente fue una de las que más “feliz” le hizo. “Fue en el Casino Militar. La verdad es que fue la puntilla”, comenta pensativo.
El día a día de León es tranquilo. Desayuna temprano con sus “amigachos” en “la cafetería de la Tere” y luego vuelve a casa a tomar otro desayuno con su mujer. “Luego hago cuatro cositas, pinto, luego vamos al mercado, me doy una vueltecita por la calle real, por la plaza…”, narra. Otros días prefiere ver películas del oeste, se lleva tantas horas que muchas veces su mujer cuando entra a la habitación le dice que huele a pólvora, así lo cuenta entre risas. Ya en la entrada después del recorrido, León y su mujer se despiden. Los rincones de Ceuta, sus playas, sus vistas y sus militares quedarán reflejados en sus cuadros a lo largo de los años. La princesa, también. Antes de despedirse, el pintor caballa añade un comentario mientras abraza a su esposa. “Este es sin duda el cuadro más bonito que tengo”.










