Los veteranos de Hadú añoran el pasado “próspero” del barrio
Esta área fue el corazón comercial de la ciudad autónoma hasta que el cierre de comercios y la poca vida la está sumiendo en una decadencia crónica que apena a los vecinos más antiguos

Hasan y Frughi aparecen sonrientes en los aledaños del mercado de Hadú. Son de los pocos veteranos que quedan en el barrio. Más de 70 años pululando por estas callejuelas que un día fueron el corazón comercial de Ceuta. Ellos fueron testigos de un auge que poco a poco se ha ido desvaneciendo hasta llegar a una decadencia que arrastra a muchos jóvenes a irse. Antes todos se conocían y vivían en familia, según cuentan. Ahora la mayoría de los residentes son gente de fuera. No hay apenas bares, la mayoría de los puestos del mercado están cerrados y muchos de los establecimientos de las calles tampoco han aguantado la crisis que sufre esta área popular de la ciudad autónoma. “No hay vida”, exclama Frugui mientras pasea y señala varios locales cerrados. Los veteranos de esta zona que antes destilaba hegemonía hablan sobre el cambio de los últimos tiempos.
Frugui lleva unos 25 años siendo presidente de la barriada. Se para a tomar un té en el Macabuo, una cafetería conocida de la zona. “Mucha gente me pregunta cómo podríamos volver a explotar San José. Pero siempre digo que, con la deriva que lleva este lugar, ya es muy complicado levantarlo. Mira las calles. Mira el mercado. Está todo muerto”, lamenta.
-“!Frughi! ¿Qué pasa con la luz? Se va todos los días dos o tres horas”, le reclama un vecino que accede al interior del bar
El presidente se disculpa, pero a la vez se sincera. “Mira yo llevo unos 70 años aquí y las instalaciones son muy antiguas. Nunca han cambiado ni renovado nada. Ayer estuvimos sin luz toda la tarde en la calle. Cualquiera sale de noche. Las tuberías también dan reventones muy a menudo”, expone. La electricidad, el mobiliario, la poca variedad comercial…Frugui y demás gente antigua del barrio coinciden en los problemas.

Pepi Viso, camarera de la cafetería, que lleva 14 años poniendo tés, cafés y desayunos en el barrio, se une a la conversación. “Hadú ha cambiado muchísimo en los últimos años. Ya no es lo que era. No sabes cómo se ponía esta zona antiguamente. Ni te imaginas el ambiente. Peor que el centro. Había más tiendas, más bares, más comercios. Aquí ya es sota, caballo y rey, por eso no viene nadie. ¿Dónde te tomas ahora una tapita aquí?”, se pregunta.

Hasan y Frughi conversan sobre la época antigua y moderna de la barriada de camino a la conocida iglesia de San José. Hace unos años se desplomó el techo y desde entonces está cerrada. Los arreglos comenzaron hace muy poco y se espera que terminen pronto para que vuelva a dar esa vida que proyectaba hace unos años. “Estuvimos los dos pateándonos las calles para recoger firmas para que empezaran ya a meterle mano a la iglesia y la abrieran. Recogimos más de 4.000. Tiene guasa dos musulmanes los únicos que se preocupaban del tema”, se queja Frughi.
Hasán, con cara pensativa, recuerda cómo “correteaban” por el templo. “Siempre estaban las puertas abiertas con el padre Mena. ¿Recuerdas Frughi?”. Eran otros tiempos, coinciden. Allá por los años 80, incluso antes. Cuando mucha gente de Ceuta iba expresamente a Hadú para comprar, comer en restaurantes conocidos o beber copas en antros que ya no existen.
“Los comerciantes potentes han fallecido casi todos. Aquí había como 30 bares. El California, El Baviera, El Espigón, El Bar Ceuta, Los Pulpos…Había hasta un cine de verano y una clínica”, afirma Hasan. Los dos veteranos caminan hasta la tienda de fotografías del barrio. Allí, tras el mostrador, está Pepe Arbona. Lleva más de 60 años sin salir de Hadú.
“La decadencia empezó por los 90 o los 2.000. Esto era el mar en ebullición, lleno de espuma. Corría mucho dinero. Ahora no hay nada, por haber no hay ni luz, con lo que eso supone para los comercios, como el mío. Cuando se va pues cierro y me voy a mi casa”.
Hasan se retira deseando feliz año, pero Arbona y Frughi continúan debatiendo sobre las posibles causas del bajón que ha dado el barrio con el paso de los años. Ambos coinciden en un tema: El fallecimiento de mucha gente antigua y su “éxodo” a otras barriadas. Esto, explican, ha provocado que lleguen muchas personas de fuera que dejan “sin alma” esta área todos los fines de semana porque se van a Marruecos. “La migración, hijo. Muchos se han ido a otros barrios que tienen mejor vida y te diría que hasta más seguridad”, expone Arbona.
Convenio y Plan Integral
El portavoz del Gobierno, Alejandro Ramírez, se ha comprometido a hacer cambios estructurales en Hadú para el año próximo. El presupuesto para 2024 se aprobó hace solo unas semanas. El mandatario ya destacó que están contempladas unas “actuaciones importantes” en las zonas comerciales de la ciudad. Una de ellas está prevista para la barriada. “Tendrá una actuación integral, como recoge los Presupuestos del 2024, donde se sustituirá toda la red de saneamiento, la creación de una rotonda en el cruce de Regulares, así como todo el cambio integral del uso comercial para renovar la solería, los mobiliarios y los accesos. Es una obra que está presupuestada en torno a los 4 millones de euros y que esperemos que con la aprobación del Presupuesto se pueda desarrollar”, aseguró hace solo unos meses. Frughi, mientras pasea por la avenida principal, muestra desconfianza.
“Ese plan integral para la barriada supuestamente ya está hecho. Han venido aquí ya con aparatos, midiendo y demás y esperan que se realice en 2024. A ver si se cumple. Yo ya estoy agotado. Nos hemos quejado muchas veces, pero esto sigue igual y aquí no se gastan un duro. Mi balance de 2023 no es nada bueno, tengo que decirlo”, lamenta.
El presidente no tiene buenas expectativas para el año que entra, aunque sí adelanta que han firmado un convenio con la Cámara de Comercio hace solo unas semanas para hacer actividades que “den vida” al barrio. Torneos de fútbol, carreras, maratones…Prevé que se lleven a cabo para el próximo verano si cumplen con lo prometido. “Yo ya no me creo nada”.
“Si nos escucharan habría solución”
En una de las callejuelas de Hadú está la tienda de zapatos de Jesús Morán, otro veterano del barrio. Su discurso sobre la decadencia de la barriada va centrado en la poca voluntad desde las autoridades de que se levante la zona. “Si nos escucharan a los que llevamos aquí toda la vida vendiendo esto se cambiaba de la noche a la mañana. El problema es que no nos hacen caso y por eso lleva esto muerto más de 20 años”, afirma.

Morán explica que lo que siempre ha interesado de Hadú es el ambiente y el comercio, algo que “sobraba” antaño. El vendedor se atreve a esgrimir algunas propuestas. “Hay que reactivar el mercado, pero para ello también hay que hacer un aparcamiento para que sea accesible. Así ya damos un gran paso para reactivar la economía, modernizar la zona y mejorar el ambiente. Eso sería importante y quizás alguien se atreva a invertir aquí”.
El presidente asiente ante las palabras de Morán e insiste en que la barriada está abandonada. No hay local social, no hay polideportivo para que los jóvenes jueguen al fútbol, el acerado, las tuberías, y el mobiliario están obsoletos, fallos eléctricos continuos, el mercado está muerto, no hay parking…Enumera decenas de defectos que sufre la zona. Pero en realidad sabe que son problemas que se pueden solucionar si desde la Ciudad ponen de su parte. La decadencia en la que lleva sumida años la zona no es tan sencillo de subsanar. Una de las clientas, interesada en el debate antes de salir del local, quiere añadir su opinión. Es Rosa Merino y tiene 66 años. Lleva una bolsa con sus zapatos ya comprados. “Hadú no tiene solución ya. Quién va a invertir aquí”.
