La aduana comercial con Marruecos queda en el olvido

Después de más de tres años de cierre total, las últimas palabras del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y los testimonios de comerciantes de El Tarajal evidencian un bloqueo que persiste con los años

FOTO EL PUEBLO
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El 2024 comienza sin novedades en Ceuta sobre la supuesta aduana comercial que se iba a instaurar con Marruecos. Han pasado más de tres años desde que comenzara a haber trabas e impedimentos para llevar a cabo el habitual comercio informal entre ambos países en los que las imágenes de porteadoras cargando sacos con decenas de productos era la tónica habitual. La pandemia ha sido una de las consecuencias que ha mantenido ese bloqueo total hasta día de hoy y que ha tenido unos efectos evidentes en la ciudad autónoma con un porcentaje mucho menor en ventas, además del cierre de decenas de comercios que no han podido aguantar una ‘asfixia’ que no tiene previsiones de terminar. El propio ministro de Exteriores, José Manuel Albares, no dio demasiadas esperanzas en sus declaraciones del pasado mes de diciembre durante su visita a Rabat. La falta de respuestas tiene “cansados” a las decenas de vendedores que continúan sobreviviendo cerca de la frontera.

La muerte lenta de las naves del polígono El Tarajal lleva años gestándose ante los ojos de los gobernantes. Las aglomeraciones y las bullas de antaño quedaron atrás hace tiempo. El panorama ahora es fantasmagórico, con neumáticos y coches abandonados, además de decenas de establecimientos ‘chapados’. Octubre de 2019 es una fecha que se tiene muy presente en estas naves que recuerdan una época donde la economía estaba activa. Ese mes Marruecos y España cerraron la frontera al paso irregular de mercancías hasta la fecha. Una decisión que lleva años impactando, sobre todo, a este lado de la barrera.

FOTO NICOL'S
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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con su giro sobre la posición de España con respecto al Sáhara en marzo de 2022, consolidó unas relaciones con el país vecino que iban a verse recompensadas con la apertura de la aduana comercial en Ceuta y con la reapertura de la de Melilla. Millones de euros pérdidos después de tres años, el proyecto parece lejos de afianzarse.

Iba a ser una “plena normalización de circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”, como ya dejaron claro en sus declaraciones Sánchez y el Rey Mohamed VI en abril de hace dos años. Test realizados “no concluyentes”, pruebas piloto entre febrero y mayo de 2023 e ignorar compromisos y plazos lo evidencian. Marruecos no tiene prisa.

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Problemas técnicos. Eso fue lo que alegó el pasado diciembre el ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita. "No es un problema de compromisos o político, es un problema de implementación técnica", subrayó el mandatario. Albares, en más de una ocasión, ya ha dejado claro que por parte de España “está todo listo”. Mientras tanto, el poco optimismo se palpa en los diferentes establecimientos que han sufrido de primera mano este cierre total.

José Cabezón pulula por el almacén familiar de venta de productos de higiene. “No imaginas cómo se ha notado esto, pero ya no esperamos nada. No la van a abrir, quieren asfixiarnos. Está claro lo que están haciendo. Nos están toreando desde allí desde hace tiempo”, cuenta señalando a la frontera, a solo unos kilómetros. Mustafa, un comerciante conocido de la zona llega y pregunta.

-¿Qué?. ¿Cómo va la cosa?

-Mal

-Bueno, por lo menos no va a peor ¿no?

-Irá a peor

Cabezón enseña productos que sobre todo se vendían a la principal clientela que tenían: la de Marruecos. “Nosotros ya hemos cambiado el chip. Vendemos solo para Ceuta. Tenemos que asimilar la nueva realidad y sobrevivir”.

Doblando unas prendas en su ropa de textil se encuentra Abdul, que lleva más de 15 años vendiendo en El Tarajal. Asegura haber perdido con el cierre de las aduanas el 90% de toda su clientela. Hasta la fecha, no tiene ninguna noticia sobre una posible apertura en un futuro. Tampoco tiene esperanzas. “Estamos sobreviviendo, pero vendiendo al costo. No creo que Marruecos vaya a ceder, ya que tiene una gran apuesta en Tánger-Med y no la va a desperdiciar”, argumenta.

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Las peticiones de Abdul son las mismas que las de muchos comerciantes de esta zona azotada por las restricciones y la nueva realidad. No pide la vuelta al porteo. “Eso era una locura, parecía esto tercermundista”. El vendedor aboga por una frontera ágil y en la que se lleve a cabo, de manera “adecuada”, el régimen de viajeros. “Que pueda entrar la gente de estas zonas colindantes y gastarse 200 o 300 euros. Ese límite haría que todo estuviera controlado y nos beneficiaría mucho”, añade.

Algo más cansada se nota a Vicky, que trabaja en una tienda de toallas y mantas que está prácticamente vacía una mañana de enero. ¿Qué quieres que diga? ¿Es que no se ve? ¿Cómo habrá sido la recaudación del IPSI estos últimos años? Eso me gustaría saber. Solo hay que darse una vuelta por aquí y ver el panorama”, zanja la dependienta.

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