Juan Agustín Agualongo Cisneros San Juan de Pasto 1780-1824 Asunción de Popayán, Colombia “El caudillo realista”
Juan Agustín Agualongo mestizo pro español que ascendió por méritos de miliciano a general de brigada del ejército real. Lucho y murió por españa y por su rey

Juan Agustín Agualongo nació en Pasto, actual municipio de Colombia, el 25 de agosto de 1780, hijo de Manuel Agualongo y Gregoria Cisneros.
Agualongo combatiría durante trece años a los ejércitos separatistas, en Nueva Granada (actual República de Colombia)
Durante la guerra de independencia de Colombia, la ciudad de Pasto se adhirió a la causa realista debido a que las ideas de la independencia no tenían el apoyo popular de los campesinos y los indígenas.
Pasto durante esta guerra tuvo un papel importante, ya que entre 1809 y 1825 siempre defendió “La religión, la Madre Patria y a Fernando VII”, los pastusos la defendieron desde que la “Junta Gubernativa Central” que había sido creada por revolucionarios de Quito aconsejo al Cabildo a que reconociera a la Junta y se sumara al movimiento para independizarse de España. Durante algo más de 13 años el pueblo pastuso demostró una fuerte lealtad y una firmeza inquebrantable hacia su querida España, el pueblo de Pasto fue el primero en defender los derechos del rey y los últimos que lo abandonaron.
Bajo el liderazgo de Agustín Agualongo y de Estanislao Mercháncano, según algunos documentos Merchán Cano, la ciudad resistió los ataques independentistas.
Sin otra causa que la lealtad a Fernando VII, la defensa de su libertad y apego a su pueblo, a primeros de marzo de 1811 Agualongo que para entonces tenía 31 años de edad, se presentó voluntario como otros ciudadanos pastusos para la recluta organizada por el Cabildo de su pueblo para la defensa de Pasto y del gobierno realista del rey de España, ya que Pasto se encontraba bajo amenaza de la Junta de Gobierno de Quito.
Su ingreso en el ejército realista fue en la Tercera Compañía de Milicias del Ejército Real, tiene fecha del 7 de marzo de 1811, Juan Agustín de Agualongo era muy bajo de estatura, apenas llegaba al metro y cuarenta centímetros, de pelo negro, corta barba y ojos pardos.
Sus primeras acciones como miliciano fueron en abril de 1811, cuando tropas de la Junta Suprema de Santafé entraron en Popayán, refugiándose las tropas realistas en Pasto. Debido a la enorme diferencia de fuerzas los realistas y milicianos pastusos resultaron derrotados, después los vencedores saquearon la ciudad. Esto hizo que los pastusos cada vez con más fuerza rechazaran la independencia.
Llegado el mes de mayo de 1812 luchó en Buesaco al lado de realista y patianos (Patia) recuperando la ciudad de Pasto en manos republicanas. Por méritos, Agualongo fue ascendido a cabo.
A primero de mayo de 1814 ya tenía la graduación de sargento primero de la Cuarta Compañía del Primer Batallón de las Milicias de Pasto, participando en la derrota de las fuerzas del general Nariño, en la conocida como “Batalla de los Ejidos de Pasto” (10 de mayo de 1814) cuando Pastos, estaba a punto de caer nuevamente en manos separatistas.
Campaña de Nariño en el Sur, 30 de diciembre de 1813-10 de mayo de 1814.

Retrocedamos a 1813, tras los combates de este año, hasta el mes de junio, en el ejército realista se produjeron los siguientes nombramientos por méritos de guerra. El brigadier Melchor de Aymerich (Ceuta, 3 de enero de 1764) gobernador de Cuenca en ultramar, fue nombrado mariscal de campo y el coronel Sámano brigadier.
Sámano el 30 de diciembre de 1813 sufrió una fuerte derrota, teniéndose que replegarse a Popayán, abandonando poco después la ciudad. Lo que permitió que las tropas de Nariño tomaran dicha ciudad al día siguiente. El 15 de enero de 1814 Sámano y el coronel Asín se enfrentaron en una cruenta batalla con tropas de Nariño con una nueva derrota realista.
Sámano huyo con el resto del ejército a Pasto, donde fue relevado del mando por orden de Toribio Montes, presidente de la Real Audiencia, y sustituido al mando directo de todas las tropas por Melchor de Aymerich.
Desde su llegada a Pasto, Aymerich confió en las tropas pastusas, debido a que sus milicias databan desde los últimos años de 1700.
En carta del 3 de febrero de 1814, Nariño se dirigió a Aymerich reclamando la rendición de la plaza o de no ser así la convertiría en llamas. No se adjunta.
Toda la campaña de Nariño se encuentra reflejada en el “Diario de Operaciones del Ejército Real al mando del Mariscal de Campo Melchor de Aymerich”, que no adjuntamos por su largo contenido.
Nariño fue derrotado por las fuerzas realistas y pastusas de Aymerich, entregándose el 12 de mayo de 1814. (Sobre la campaña de Nariño y la detención de este por fuerzas reales al mando de Melchor de Aymerich, en nuestros escritos en “El Pueblo de Ceuta de los días 17-21-23.01.2022)”.
Agustín Agualongo en 1816 pasó como subteniente al Batallón Pasto, comandado por Sámano que había sido restituido al mando de Pasto, marchando a la reconquista de Popayán. El batallón Pasto derrotó a los enemigos en la batalla de la Cuchilla de Tambo, cerca de Popayán, el 29 de junio. Fue una importante victoria realista, en su mayoría compuesta de mestizos e indígenas leales a la continuidad de España y enemigos de la independencia, con esta victoria se acababa la resistencia armada de las Provincias Unidas de Nueva Granada.
Entre 1816 y 1819 participó en diversas batallas. Tras la derrota de las fuerzas realistas al mando de Sebastián de la Calzada en Bocayá el 7 de agosto de 1819, Agualongo lo acompaño a su paso por Popayán rumbo a Pasto (donde estaba como teniente en la Segunda Compañía de Milicias de Pasto, auxiliar en Popayán y agregado de orden del Excmo. Sr. Virrey).
Agualongo fue destinado en octubre de 1820 como oficial del Batallón Dragones de Granada a la Real Audiencia de Quito. A principios de noviembre fue enviado en socorro de Guayaquil (actual Ecuador), participando en la batalla de Huachi el 22 de noviembre, conocida como “Primera batalla de Huachi”, dentro del concepto de batallas para la independencia del Ecuador, venciendo las tropas realistas, destacando por su comportamiento, siendo ascendido a capitán.
También participó en el combate de Verdeloma el 20 de diciembre de 1820, donde fue nombrado comandante por el coronel Francisco González. Días más tarde fue nombrado jefe civil y militar de Cuenca, permaneciendo en el cargo casi un año. Las tropas independentistas mandadas por Sucre atacaron Cuenca, que fue abandonada por Agualongo el 20 de septiembre de 1821, tras la victoria realista en la segunda batalla de Huachi por tropas de Aymerich (19 de noviembre de 1821), regresó a Cuenca, permaneciendo varios meses. En enero de 1822, Aymerich le asciende a teniente coronel, entregando el mando de Cuenca al coronel Tolrá.
Las fuerzas realistas fueron derrotadas en la batalla de Pichincha, en las faldas del volcán de su mismo nombre, en Quito, el 24 de mayo de 1822, siendo el firmante de la capitulación por parte española el presidente de la Real Audiencia, Melchor de Aymerich.
Tras la batalla de Pichincha, en la que no intervino Agualongo por encontrarse con el Batallón Constitución en Iñaquito, el coronel Calzada que había unido su batallón al de Tiradores de Cádiz y a los restos del Cataluña, estas fuerzas retornaron a Pasto, incorporándose Agualongo.
El 6 de junio Pasto capítulo ante Bolívar, aunque los rendidos fueron diversos personajes públicos sin importancia, pero no los jefes civiles y militares del pueblo. La toma de Pasto por las tropas de Bolívar causo dos violentas revoluciones populares. En las dos tuvo Agualongo una importante participación, por lo que fue ascendido a coronel de los ejércitos reales.
El 28 de octubre se produjo la rebelión de Benito Boves y Agualongo, proclamando en la Plaza Mayor de Pasto a los enemigos de Fernando VII y de la religión católica al grito de ¡Viva el Rey!, siendo nombrado Estanislao Mercháncano gobernador militar y político.
Agualongo hizo una declaración de guerra a la República de Colombia, en defensa de la religión católica y del rey de España Fernando VII, algo más tarde Boves huye y es Agualongo el que toma el mando de la guerrilla realista-pastusa. Pasando a dirigir una guerra de guerrilla que le harían legendario.
Para aplastar la revolución popular, Bolívar mando al mariscal Sucre, que fue derrotado por los hombres de Agualongo en Taindalá, el 24 de noviembre.
Más tarde, Bolívar envió al general Sucre a Pasto, ahora reforzado por el batallón inglés Rifles, de fusileros de la Legión Británica de Bolívar. Estas tropas derrotaron a las Milicias de Pasto en la batalla de Taindalá el 22 de diciembre y en Guáitara el día siguiente.
La noche negra de Pasto, 24 de diciembre de 1822.
La rebelión de Pasto fue reprimida con toda dureza la noche del 24 de diciembre, aprovechando la calma de navidad, tropas del general Antonio José de Sucre, con el Batallón Rifles, cometieron todo tipo de excesos, asesinando a más de cuatrocientos civiles, entre mujeres, niños y ancianos, con la recluta a la fuerza de mil trescientos hombres, esta sería conocida como “La noche negra·”
Hay una frase que se recordaría durante muchos años “cuando entraron los Rifles”, como hemos señalado anteriormente, se trata del Batallón Rifles.
“Noche mala, en vez de Nochebuena, fue para Pasto la del 24 de diciembre de 1822. Casa por casa la ciudad fue tomada. Los guerrilleros caían por docenas cada minuto. Se vengaron implacablemente; unos rendidos, otros heridos, todos fueron muertos. Familias enteras desaparecieron. Entraron a caballo en la iglesia de San Francisco y mataron a todos los allí refugiados, incluyendo mujeres y niños” (Colombia ayer, Colombia hoy)
El trato dado por las tropas de Bolívar a los pastusos fue terrible. En carta dirigida a Francisco de Paula Santander, Bolívar señalaba “Yo he dictado medidas terribles contra este infame pueblo (…) Pasto es la puerta del sur y si no la tenemos expedita estamos siempre separados, por consiguiente es necesario que no haya ningún enemigo nuestro en esta garganta”.
Pero el odio de Bolívar no desapareció con esta nueva masacre. Muy al contrario, quedó reflejado en la orden que, tras la victoria de ese aciago día, dio al General Salom. Entre otras, marcaba las siguientes medidas:
Destruirá US. Todos los bandidos que se han levantado contra la República.
Mandará US. Partidas en todas direcciones a destruir estos facciosos.
Las familias de estos facciosos vendrán todas a Quito para destinarlas a Guayaquil.
Los hombres que no se presenten para ser expulsados del territorio serán fusilados.
Los que se presenten serán expulsados del país y mandados a Guayaquil.
No quedarán en Pasto más que las familias mártires por la libertad.
Se ofrecerá el territorio de Pasto a los habitantes patriotas [separatistas] que lo quieran habitar...
Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, dejaron en Pasto muestras suficientes de su odio y su desprecio por la Humanidad.
Bolívar llegó a Pasto el 2 de enero de 1823, recriminando a los lugareños su «traición». Ordena una leva de 300 jóvenes para llevarlos a luchar al Perú. El día 14 abandona la ciudad y deja al general Bartolomé Salom como gobernador. Este encarcela a 1.200 vecinos y los envía a Quito. Solo 400 llegarán vivos a su destino a causa de suicidios, motines y fusilamientos. Pero Salom también deberá abandonar Pasto, quedando en su lugar como gobernador Juan José Flores.
Agustín Agualongo, había huido con otros pocos hombres de la matanza. En febrero de 1823 encontró refugio fuera de la ciudad en una hacienda de Doña Joaquina Enríquez, una importante mujer de la región que estaba en contra de la separación con España. Allí pudieron recomponer un pequeño ejército de 2.500 hombres, todos mestizos e indígenas, del cual se nombró por unanimidad a Agualongo como jefe militar. Ahora Agualongo acompañado del teniente coronel “pastuso” como el Estanislao Marchancano. En su primera acción y con fuerzas mal armadas, viejos fusiles reacondicionados y otras armas rudimentarias, vencieron al general Flores en Catambuco el 12 de junio de 1823 huyendo este, quedando en el campo de batalla 200 bajas, 300 prisioneros, 500 fusiles y una pieza de artillería recuperando Pasto y restableciendo el gobierno de Fernando VII.
Tras entrar Agualongo en Pasto se ofició un Te Deum leyéndose una proclama que llamaba a los pastusos a:
“Armarse de una santa intrepidez para defender la santa causa, vencer a los enemigos y así vivir felices”
«[…] habéis sufrido el más duro yugo del más tirano de los intrusos, Bolívar. La espada desoladora ha rodeado vuestros cuellos, la ferocidad y el furor han desolado vuestros campos, y lo que es peor, el francmasónismo y la irreligión iban sembrando la cizaña. […] Ahora es tiempo, fieles pastusos, que uniendo nuestros corazones llenos de un valor invicto, defendamos acordes la religión, el rey y la patria, pues si no sigue en aumento nuestro furor santo en defender los más sagrados derechos, nos veremos segunda vez en manos de los tiranos enemigos de la iglesia y de la humanidad».
Al tener conocimiento Bolívar de lo sucedido, tuvo que suspender el envío de diversas tropas al Perú.
El teniente coronel Mercháncano fue nombrado gobernador en nombre del rey y el coronel Agualongo comandante general de Pasto. Como si fuera poco, los pastusos a las órdenes de Agualongo juntaron un ejército de 1.500 combatientes que inició una inesperada marcha triunfal sobre Ibarra, donde esperaban encontrar un importante respaldo político y militar. Agustín de Agualongo entró victorioso en Ibarra el 12 de julio de 1823.
El 17 llegó Bolívar a Ibarra con una potente caballería, derrotando a las fuerzas pastusas de Agualongo. Cientos de pastusos murieron en la retirada, quedando tendidos a lo largo del camino entre Ibarra y el río Chota, que era lo que deseaba Bolívar, pues odiaba con el alma a los que llamaba «malditos hombres» que debían ser destruidos «hasta en sus elementos».

El 18 de agosto Agualongo que sobrevivió a esta batalla, con tres mil hombres ocupó el pueblo de Anganoy, donde se encontraba el general Salom, que huyo a Catambuco. Logrando tomar prisionero al coronel Herrán, (Pedro Alcántara Herrán, nacido en Santafé, que primero había estado en el ejército realista, pasando más tarde al independentista a las órdenes de Sucre). Este rogó a Agualongo que no le matara por haber sido compañero de armas, a lo que Agualongo contestó “Yo nunca mato a rendidos”.
Nota: Pedro Alcántara Herrán, sería presidente de Colombia entre 1841 y 1845.
Los generales independentistas Mire y José María Córdoba derrotaron a las últimas partidas realistas, en el Alto de Cebollas el 13 de septiembre, en Juanambú el 23 de octubre y en Tacines diez días más tarde. El 14 de diciembre de 1823 el general Mire entró en Pasto.
Aunque Agualongo abandono Pasto, sus hombres continuaron una lucha de guerrilla en los montes atacando en dos ocasiones la ciudad (3 y 6 de enero de 1824) sin tener éxito, a finales de enero los pastusos volvieron a tomar la ciudad, algo más tarde las tropas independentistas la retomaron nuevamente quedando Agualongo y sus principales jefes encerrados en el convento de monjas Concepcionistas, de donde escaparon huyendo a Barbacoas, donde fueron derrotados por el coronel Tomás Cipriano Mosquera el 10 de junio de 1824, en dicho combate Agualongo fue herido en una pierna.
Agualongo fue capturado el 24 de junio de 1824 por el que había sido teniente coronel del ejército realista José María Obando y que posteriormente el 7 de febrero de 1822 había presentado lealtad a Bolívar ingresando en las filas independentistas. Más adelante sería presidente de Nueva Granada en dos ocasiones (1831-1832 y 1853-1843). Este llevó prisionero a Agualongo a Popayán, donde le prometieron la libertad, si juraba lealtad a la Constitución de la República de Colombia, la única respuesta de este fue “¡Nunca!”. Siendo condenado a morir fusilado. Pidió como última voluntad que le fue concedida la de vestir con el uniforme de coronel realista.
El día que fue señalado para su fusilamiento el 13 de julio de 1824, delante del pelotón, grito: “Si tuviese veinte vidas, estaría dispuesto a inmolarlas por la Religión Católica y por el Rey de España”. Exigió que no le vendaran, ya que prefería morir de cara al sol, mirando de frente a la muerte, sin siquiera pestañear y mirando al pelotón grito “¡Viva el Rey!”.
Juan Agustín de Agualongo murió sin saber que, por Cédula Real, le había sido otorgada por el rey Fernando VII, la graduación de General de Brigada de los Ejércitos del Rey.
El cadáver de Joaquín de Agualongo reposaron en la cripta de la Iglesia de San Francisco de Popayán, los restos fueron identificados por el historiador Emiliano Díaz del Castillo, nacido en Pasto. El 11 de octubre de 1983, fueron trasladados solemnemente a la ciudad que juró proteger, quedando depositados en la Capilla del Cristo de la agonía, al lado izquierdo de la Iglesia de San Juan Bautista.
En 1987 fueron sustraídos por una cédula del grupo guerrillero M-19, a cargo de Antonio Navarro Wolf que fueron devueltos en 1990, en las montañas del departamento de Cauca, como un acto simbólico y simultáneo con la entrega de las armas al Gobierno de esa fecha. Finalmente, serían depositados en el ala izquierda del mismo templo, junto a los restos de Hernando Sánchez de Cepeda y Ahumada, hermano de santa Teresa de Ávila, quien fue regidor y encomendero de la ciudad de Pasto en el siglo XVI.
El 13 de julio de 2024 se cumplen 200 años de su fusilamiento de Juan Agustín de Agualongo.
El teniente coronel del ejército realista “pastuso” como Agualongo y compañero de este Estanislao Merchancano, en una fatídica noche de 1824, un capitán que le escoltaba, siguiendo órdenes, le corto la cabeza con un machete.
El causante de la masacre de Pasto, el mariscal José Antonio de Sucre, moriría asesinado.
El mariscal José Antonio de Sucre murió asesinado el 4 de julio de 1830 en una emboscada, planeada por el general Juan José Flores. Ese día, muy temprano por la mañana, Antonio José de Sucre había tomado el camino de su cita final.
En el sendero estrecho hacia las montañas de Berruecos, cuatro criminales contactados por José María Obando, Apolinar Morillo (venezolano), Andrés Rodríguez y Juan Cruz (peruanos) y Juan Gregorio Rodríguez (colombiano) lo asesinaron a mansalva.
Sus restos mortales fueron llevados a Quito por deseo expreso del Mariscal de Ayacucho. Actualmente, reposan en la Catedral Metropolitana de Quito, Ecuador. (Ministerio del Poder Popular para la Cultura/mincultural.gob.ve.noticias)
Nota: Tanto Juan José Flores como José María Obando aparecen relacionados en este escrito. El primero como coronel que en enero de 1823 ordenó el fusilamiento de 23 presos capturados. El segundo fue el que tomó prisionero a Agualongo el 24 de junio de 1824.