Sánchez y Miley, con el permiso de Puente

Aveces los apellidos no hacen honor a quien los lleva. Un puente une lo que está dividido. El ministro Puente, derriba cualquier unión y se comporta como un especialista en la destrucción de su propio apellido. A Sánchez le gusta este actor frustrado. Por eso le ha puesto de ministro destripaterrones. Y con él invocando al príncipe de las tinieblas, consiguió que éste se plantase en Madrid y echase por su boca toda clase de fuego azufroso.
Sánchez, el mejor autor de teatro melodramático, después de Buero Vallejo, ha vuelto a levantar el telón y a puesto en escena al muñegote: Albares, para decir que está en riesgo el Estado (acabamos de descubrir que la esposa de Sánchez forma parte de la arquitectura del Estado). O sea, algo tan exagerado como la burrada de Oscar Puente con lo de las sustancias tóxicas que supuestamente ingiere el onagro argentino.
Sólo puedo decir una cosa: Fraga, que era exagerado en todo, nunca llegó a decir burradas de tamaña inmensidad (y eso que prudente no era).
Meu pai, nado en Galiza, sempre dicía: “Para mariñeiros, nos”
Un gran ejemplo, mi padre, y todos los gallegos… menos uno de Ferrol.