Entre dos mares

Eusebio Medina*

Ceuta te sorprende y enamora apropiándose de tí sin apenas darte cuenta. Al llegar a su regazo te envuelve con un manto de suave tibieza y te acaricia a capricho con diferentes brisas, procedentes de sus dos Mares; luego te va cautivando, poco a poco, ofreciéndote múltiples escenas de la vida cotidianas y profundas razones: dos enamorados compartiendo un helado en el parque, la alegría de los niños revoloteando en las playas alrededor de la familia, la jovialidad de los adolescentes, la amabilidad de sus gentes, la belleza de sus mujeres, su diversidad étnica y cultural, su mesurado bullicio…

Ceuta es una ciudad encorsetada y replegada sobre sí misma, constreñida por la historia y la geografía. Ubicada en el extremo noroccidental de África, un continente mágico, enigmático; con las costas del sur de Europa a la vista y España en las entrañas; entre dos grandes mares: el apacible Mediterráneo y el formidable Atlántico… Esta situación privilegiada, junto con su extraordinaria diversidad natural y cultural la convierten en un lugar excepcional para vivir una vida apacible, en compañía de la familia y de los amigos. Ceuta es una ciudad en la que la interculturalidad se vive con naturalidad y hasta a los mendigos se les trata con respeto; desempeñándose, sin apenas esfuerzo, como escenario privilegiado de encuentros y puente entre culturas y civilizaciones disimiles; transformando las diferencias en una aceptación verdadera, natural, respetuosa, sostenida, complementaria y enriquecedora; sin renunciar por ello a la propia identidad que, por otra parte, es muy fuerte y persistente.

A nuestro parecer, salvando las distancias que imponen el tiempo y el devenir histórico, la Ceuta del siglo XXI podría asemejarse a la Granada de principios del siglo XV. Por ello, debería ser un referente obligado para otras muchas ciudades y lugares de este convulso y agitado Mundo en el que vivimos.

Ceuta, tan lejos, tan cerca; tan embaucadora como desconocida.

* El foráneo