Ceutíes ¿perros castellanos? O ¿perros portugueses?

José María Fortes Castillo

Al igual que hiciera su padre, Felipe IV accedió al trono e inmediatamente nombró un valido, para lo cual eligió a Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, que anteriormente ya había estado a su servicio como gentilhombre.

Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, tuvo un enorme protagonismo político, al menos hasta su retirada en el año 1643; es decir, durante veintidós años, lo que obedeció, por una parte, al nulo interés del rey por los asuntos de gobierno. Felipe IV se desentendió totalmente de su responsabilidad como rey, aunque no llegó a los límites de su padre. Su tiempo lo dedicaba durante el día a la caza de ciervos por los montes de Madrid, y de noche a la caza de cortesanas.

Siguiendo con el conde-duque, lo que le podría confirmar como un hombre de Estado de talento se volvió en su contra por los catastróficos resultados obtenidos. España se arruinó en hombres y dinero, perdió buena parte de sus reinos en Europa y quedó aislada ante el resto de las emergentes potencias del continente. Durante este reinado, al igual que en Europa, se sucedieron una serie de motines populares, derivados de la pobreza, la crisis económica y el hambre de la gente. De hecho, la carestía de alimentos básicos provocó revueltas y conflictos en distintos puntos de su reino. Simultáneamente llegaron a producirse levantamientos en Nápoles, Cataluña, Portugal y por último en Andalucía.

Los tres títulos que ostenta Ceuta, todos otorgados por el Rey Felipe IV en el siglo XVII, son los de «Noble, Leal y Fidelísima» Ciudad de Ceuta (Algo positivo tuvo que hacer durante toda su vida este calamitoso individuo).

El primer plebiscito de la historia, sucede en 1641, los habitantes de Ceuta se enfrentan a su Gobernador, D. Francisco de Almeyda, favorable al Duque de Braganza, recién nombrado rey de Portugal y proclaman su adhesión al Rey Felipe IV de España.

Los ceutíes envían a Madrid a uno de sus más destacados ciudadanos, el sacerdote Simón Lobo que fue recibido por el Conde-Duque de Olivares y tras esa audiencia el 5 de febrero de 1641 Felipe IV destituye a Francisco de Almeyda y nombra Gobernador de Ceuta al castellano D. Juan Fernández de Córdoba, Marqués de Miranda de Anta.

El 20 febrero de 1641 Felipe IV dirigió una Carta a la ciudad de Ceuta, en la cual, a la vista de «la fineza con que los caballeros de esa ciudad se han comportado» la honraba con «el título de NOBLE y LEAL, para que quede en memoria su procedimiento y fidelidad».

A finales de 1655, los ceutíes sintiéndose marginados y discriminados, dirigen un extenso «Memorial al Reino de Castilla reunido en Cortes», en el cual solicitaban «que Castilla la abrigue, para que por su misma naturaleza viva este miembro desmembrado de la cabeza y cuerpo lusitano», alegando que era necesario solucionar tan trascendental cuestión, por cuanto los naturales de Ceuta eran llamados «perros castellanos» en Portugal, y «perros portugueses» en Castilla, sin que hubiese tenido el efecto deseado un Real Decreto de 29 de febrero de 1644, en el que se otorgaba merced a la ciudad y a los hijos de Ceuta «de que sean naturales de estos Reinos de Castilla», pues dicha disposición carecía de vigor, al faltar el necesario refrendo de las Cortes.

Felipe IV el 30 de abril de 1656 expide una Carta de Naturaleza a la Ciudad de Ceuta en la que hace constar que «como Rey y Señor natural tengo en mi intención, y voluntad deliberada, que la dicha ciudad de Ceuta se pueda llamar e intitular, llamarse e intitule por escrito y de palabra la FIDELISIMA CIUDAD DE CEUTA: Y como tal, hágola y constituyo por propia de estos mis reinos, para que sea tenida, y estimada, como yo la tengo, y estimo por comprendida en ellos», «y en la misma forma y consiguientemente hago y constituyo con la misma plenitud de mi potestad a los hijos de la misma ciudad de Ceuta, que hoy son y en adelante fueren perpetuamente para siempre jamás, y a cada uno de por sí, naturales de estos mis dichos reinos...», añadiendo por último que «esta merced la hago atento a que el reino junto en Cortes, en las que al presente se están celebrando en la villa de Madrid, por acuerdo suyo de tres de marzo de este año, ha prestado consentimiento para ello».

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