Fronteras de Ceuta II: “El Baluarte del Norte / Las playas del Sur”

Eusebio Medina
Recién llegado a un nuevo lugar marítimo tengo el hábito de acercarme hasta la orilla del mar para tocarle con las manos. Eso mismo intenté hacer nada más desembarcar en el puerto de Ceuta, sin éxito. Y tuve que esperar varios días hasta encontrar, por fin, una entrada a la orilla del mar del Estrecho (por la playa de la Recarga), situada a unos tres kilómetros de distancia del punto de desembarco. Desde la Explanada de Poniente hasta el Muelle de Alfau el litoral es un bastión que impide el acceso peatonal al mar, sin miramientos. Tengo que reconocer que esto me impresionó bastante y contribuyó, en un primer momento, a la formación de una imagen negativa sobre la ciudad. Llegué a pensar que le habían robado el mar a los ceutíes. Posteriormente, descubrí y disfruté de las playas del sur: La Ribera y el Chorrillo, populares y totalmente accesibles, y este fuerte contraste entre los litorales norte y sur, apenas distantes doscientos metros entre sí, también me impresionó bastante y me llevó a razonar que, probablemente, dentro de la propia ciudad no existía una sino varias ciudades, separadas entre sí por tenues fronteras invisibles que, sin embargo, son tan reales y efectivas o incluso más que la propia frontera política, la de los guardias y las aduanas.
Resulta apasionante tratar de vislumbrar cómo cristalizan (se materializan) estas fronteras intangibles sobre un territorio concreto y, en el caso que nos ocupa, sobre la ciudad autónoma de Ceuta. El sexo, la edad, el nivel educativo, la ocupación, los ingresos, el estado civil, la etnia, la religión…son variables explicativas que nos ayudan a entender cómo se forman tales configuraciones, contribuyendo así a desarrollar un conocimiento más profundo y detallado sobre el entramado de la estructura social que entre todos generamos, sin ser plenamente conscientes de ello e incluso sin proponérnoslo, por el simple hecho de que somos entes gregarios que necesitamos del concurso y de la interacción con los demás para poder desarrollarnos como seres humanos civilizados.
A grosso modo, simplificando bastante la cuestión y reconociendo la existencia de notables excepciones a esta regla, aventuramos aquí la existencia de una frontera que divide en dos, como un parteaguas, a la ciudad de Ceuta. Dicha línea divisoria discurre, básicamente, de norte a sur, por la carretera nacional 354 desde Playa Benítez hasta los Jardines de la Argentina, en las inmediaciones de las Murallas Reales, continua por la Avenida de África y desciende por la calle Enrique el Navegante hasta confluir con la avenida Martínez Catena, a la altura de la playa del Chorrillo. Esta división, un tanto simplista, nos parece pertinente como hipótesis de partida; la cual debería ser corroborada o perfilada mejor mediante investigaciones reales sobre el terreno. En la zona nororiental se ubican las grandes infraestructuras de la ciudad, las construcciones de mayor calidad, los edificios del gobierno y las autoridades, los principales lugares de ocio, así como la mayor parte del comercio, de los servicios y de la riqueza en general; es la zona VIP de la ciudad, su parte más cristianizada, pulcra, reservada y capitalista; aunque dentro de la misma apreciamos la existencia de notables diferencias (de fronteras internas). No es lo mismo la Calle Real que Recinto Sur, ni el Paseo de la Marina que el Pasaje Recinto Alto, por poner dos claros ejemplos. En la zona suroccidental de la ciudad se ubican infraestructuras de menor relieve: colegios, centros deportivos, comercios al por menor, comisarías, centros de servicios sociales… Esta es la zona no VIP de la ciudad, en la que proliferan las viviendas autoconstruidas, los barrios marginales, las mezquitas… y abundan las situaciones de emergencia social. Esta es la parte menos cristianizada y más “socialista” de la ciudad, la de más fácil acceso, en general; aunque igualmente percibimos sustanciales diferencias dentro de la misma (más fronteras internas). No es lo mismo Avenida Regulares que el Príncipe, por poner otro claro ejemplo.
La frontera terrestre con Marruecos y la reserva de suelo para uso militar o civil añaden fronteras superpuestas a las anteriores, complejizando aún más la situación; condicionando y restringiendo el crecimiento urbano (durante mi estancia no he visto en pie una sola grúa de obra en toda la ciudad) y decantando significativamente el uso de los espacios públicos por la población en función de la etnia y de la religión; lo cual resulta ser una cuestión verdaderamente preocupante, porque denota la existencia de fronteras identitarias adicionales, basadas en estereotipos y en prejuicios sociales, profundamente arraigadas en las consciencias y en los comportamientos de la gente; las más difíciles de superar.
* El Foráneo