Problemas de convivencia afloran entre los vecinos del Pinar y una casa que aloja menores
SOCIEDAD
Los residentes denuncian palabras obscenas de los niños extranjeros a mujeres y niñas y conductas incívicas mientras desde Engloba, que gestiona el hogar, y el área de menores lo desmienten y lamentan ataques a la vivienda
La urbanización del Pinar es una zona tranquila, a las afueras de Ceuta, chalets grandes, alejados de la zona céntrica. Es un área residencial, donde familias viven en adosados con piscina, salen a pasear al perro, a hacer deporte. Un paseo matutino confirma el ‘oasis’ periférico y la calidad de vida en un lugar donde se escucha poco más que el canto de los pájaros. Hace alrededor de seis meses que los vecinos, según cuentan, viven “horrorizados” por los problemas de convivencia que está ocasionando una vivienda que aloja a 30 menores migrantes gestionada por la organización Engloba. Mujeres y niñas que no pueden salir a darse un chapuzón por miedo a ser grabadas o a recibir palabras obscenas, jóvenes que se saltan propiedades privadas, consumo de hachís, basura por las “antes impolutas” calles. Desde la asociación niegan el conflicto y, como el área de menores, subrayan que recibieron un brutal ataque por parte de un residente que reventó las ventanas de la casa.
Los problemas de convivencia han aflorado en El Pinar, cerca del pantano, desde que hace seis meses un grupo de 30 menores extranjeros de entre 12 y 17 años se instalara en una gran casa gestionada por Engloba. Varios vecinos se reúnen en una de las calles para comentar un conflicto que, según explican, lleva latente desde 2021, cuando la vivienda alojaba a niñas no acompañadas, aunque este medio año muchos aseguran que se ha recrudecido el choque.
“Mi hija de siete años y yo no podemos ni ir a la piscina. No puedo ni salir a tender porque los niños nos graban, nos hacen fotos y nos dicen barbaridades desde la ventana. Mi niña tiene siete años ¿Cómo pueden hacer eso? Además, se les embarca la pelota en mi casa y se cuelan sin llamar al timbre. Estamos asustados”, cuenta una de las vecinas que vive en una vivienda que colinda con la de los menores y que prefiere el anonimato. Otro de los residentes, que dice tener dos hijas, una de 21 años y otra de 14, explica que ambas salen del agua “corriendo a vestirse” por temor a ser grabadas o a recibir insultos.
La consecuencia de esta serie de sucesos -según fuentes del área de menores de la ciudad autónoma, que aseguran que “no quieren entrar en ninguna guerra”- fue que el marido de la vecina el pasado agosto supuestamente destrozó a pedradas varias ventanas de la vivienda e intentó entrar sin consentimiento en la casa, por lo que tuvo que intervenir la policía. La residente perjudicada asegura que hace dos semanas interpuso una denuncia por la violación de su intimidad y las palabras obscenas a ella y a su hija. Desde Engloba, según ha podido saber este diario, también por la reacción agresiva del esposo. “Estamos a la espera del juicio”, expone la mujer. La sensación al hablar con fuentes de la organización social es que 30 niños magrebíes en una urbanización de chalets adosados molesta.
El director de Engloba, Pedro Carricondo, “desconoce” que haya un problema de convivencia como el que denuncian los vecinos del Pinar, aunque adelanta que esta semana viajará a Ceuta para conocer la situación de primera mano y pedirá un informe a los responsables de la asociación en la vivienda. La directora de la organización, Saleh, sale de la vivienda a recibir a los periodistas y, aunque advierte de que no puede hablar sin el consentimiento del área de menores, sí deja claro que “los niños que están llegando son buenos” y recalca que está en contacto permanente con los residentes.
Desde el área de menores apelan a la responsabilidad en un momento “crítico” que vive Ceuta por una presión migratoria que no cesa. La Ciudad Autónoma acoge actualmente a más de 500 niños teniendo plazas, como máximo, para atender a 132. La apertura de la nave del Tarajal para acoger a estos chicos no acompañados -que ya ha sobrepasado sus 80 plazas- ha hecho recordar a los ciudadanos los peores momentos de mayo de 2021, cuando miles de personas cruzaron la frontera ante la pasividad de Marruecos.
El Gobierno local cuenta con un centro dependiente directamente de la administración, además de siete más que gestionan el SAMU y Engloba. Esta última asociación, además de la casa del Pinar, también controla al menos una en Varela y da atención a menores en el Hotel Dos Mares. En ninguno de estos dos lugares se han registrado incidentes.
Es posible que de esos 30 niños de la urbanización cercana al pantano sean solo unos pocos los que están supuestamente molestando a los residentes, por lo que subrayan desde el área de menores que es imprescindible la colaboración ciudadana con el fin de evitar la estigmatización de esos centenares de jóvenes que viven en una situación adversa al estar solos y lejos de casa. Según cuentan a este periódico no existen actualmente denuncias por parte de los vecinos, una versión oficial que contradicen muchas de las personas que viven en El Pinar. “Sean dos o tres”, los vecinos afirman estar “cansados de soportar a gente que no respeta las mínimas normas de convivencia”. Uno de ellos ha elaborado un escrito que espera presentar ante las autoridades competentes.
Salto a las viviendas, consumo, encierros
Las imágenes evidencian que algunos niños se suben a los muros y consumen droga en el barrio. “Esto siempre ha sido un lugar muy tranquilo. Ya hay dos vecinos que han vendido sus casas y más que quieren irse”, denuncia otro residente. Dos vecinas que se suman al corrillo admiten estar planteándose su traslado a otra barriada.
“Los menores no saben convivir, no respetan las mínimas normas y campan a sus anchas sin el control de sus monitoras. En alguna ocasión, entre varios las han dejado encerradas en los cuartos”, denuncian tres de los vecinos. Una de las residentes asegura que incluso llamó a la policía tras escuchar gritos. “Fue hace tres semanas y yo escuchaba a la educadora diciendo ¡Dejadme salir! ¡Abrid la puerta!”, sostiene gesticulando.
Los vecinos dejan claro que en reiteradas ocasiones se han quejado tanto a los niños como a los monitores de la cantidad de basura que campa a sus anchas en la urbanización, así como de la imagen diaria de jóvenes fumando hachís en cualquier rincón o la música a “altas horas de la madrugada” a pesar de que cuentan por la noche con tres educadores que supuestamente los controlan. “No les riñen, no les dicen nada. Les dejan hacer lo que quieran, hasta trepar por los muros y adentrarse en las propiedades privadas sin consentimiento”, destacan, incidiendo en que la caída de varios metros “es peligrosa”.
Sea en mayor o en menor medida, los incidentes y las denuncias están ahí, por lo que los problemas de convivencia persisten, aunque hablar con fuentes de Engloba, del área de menores o con los vecinos confirma que hay versiones contrapuestas. Carricondo destaca e insiste en que son niños y que la situación de emergencia que vive Ceuta hace que la gestión sea por semanas más difícil. Desde el área de menores coinciden: “Nosotros lo que hacemos es administrar la dura realidad que tenemos”, zanjan.
Carece de cédula de habitabilidad
Al supuesto conflicto entre vecinos y los menores migrantes en la urbanización El Pinar se le suma un frente nuevo: la casa que gestiona Engloba, según denuncian los residentes, carece de cédula de habitabilidad.
Este diario ha podido corroborar que la vivienda “tiene problemas administrativos”, pero no ha podido saber cuáles exactamente. Desde el área de menores no lo niegan, pero argumentan que “son casas de emergencia” y que han sido visitadas ya por el fiscal. “Ceuta es una ciudad pequeña, muy compleja. Estamos sufriendo las consecuencias de vivir en una ciudad fronteriza. Es una realidad que hay que convivir con ella y hay que saber administrarla y gestionarla, algo que no es fácil”, afirman.
Desde el área de menores derivaron a este medio a la consejería de Fomento para acceder a la información exacta. “No es nuestra competencia”, respondieron.
Antes de la hora de comer los vecinos vuelven a sus casas. En la vivienda gestionada por Engloba se nota movimiento. Los chavales entran y salen ayudando a trasladar una serie de mobiliario hacia dentro de las instalaciones. Dentro cuentan desde hace poco con una mesa de ping pong en el patio para echar el rato. Son ya seis meses viviendo con incertidumbre, con la misma rutina, lejos de sus padres.
Sigue el canal de El Pueblo de Ceuta en WhatsApp. Pincha aquí, dale a SEGUIR y encontrarás toda la actualidad informativa de la jornada ceutí