La suerte de ser periodista local
José Antonio Muñoz Devesa
Este 8 de septiembre, se conmemoró el Día Internacional del Periodista. Una jornada que debe servir para proclamar que el profesional de la información local es una figura clave y absolutamente necesaria en democracia. El periodismo en mayúsculas no es solo el de Madrid, Roma o París, también lo es el más cercano, el más pequeño, el local, el que se respira en las conversaciones de autobús, en las salas de espera de los centros de salud, en las barras de bar... El lector agradece las historias que ocurren cerca de su casa. Las noticias digamos pequeñas, las cosas curiosas, los detalles, las noticias que cabalgan por las esquinas de las páginas de los diarios y los personajes que se salen de lo común.
Después de que las estrategias comunicativas más perversas quieran prostituir la información, en el periodismo local no cabe el desprestigio, la sospecha, la desconfianza provocada por las mentiras, el servilismo impuesto por los grupos de interés, la degradación de los que confunden la labor de contar los hechos con las conspiraciones para cambiar gobiernos.
Por ello, el papel de los medios locales es cada vez más necesario. De un tiempo a esta parte se tiende a centralizar la información en las redacciones nacionales de los medios. Un ejemplo: ocurre un suceso y al editor del informativo, desde Madrid, lo que le interesa es que le lleguen cuanto antes las imágenes y declaraciones de los protagonistas, al tiempo que un redactor se sitúe en un punto de directo para, en poco más de 30 segundos, dar una breve pincelada del asunto y demostrar de esa manera que se está en el lugar. De la pieza en sí, de minuto y medio o dos minutos de duración, ya se encargará otro redactor de elaborarla desde la redacción central, aunque tenga que llamar veinte veces al periodista que está en el sitio para consultarle esto o aquello.
En la radio, cada vez los espacios de programación local están más encorsetados. Las cadenas tienden a globalizar sus programas, dejando meras ventanas en medio de estos para que las emisoras introduzcan sus boletines o espacios. Lo que entendíamos como radio local corre serio peligro, cada nueva temporada, cuando las principales cadenas anuncian sus apuestas, centradas casi siempre en las grandes figuras nacionales.
Sin embargo, episodios como los vivido en Ceuta en las últimas semanas nos hacen volver la mirada hacia el medio autóctono. Los medios ceutíes han surtido de imágenes e información al resto con la generosidad que solo busca la solidaridad. Los periodistas caballas, han dado ejemplo, significando que ellos estaban ahí para vivirlo y también para contarlo. Las empresas informativas, y especialmente sus directivos, nunca deberían olvidar esto.
A veces los periodistas de provincias, como se suelen llamar desde despachos donde algunos creen que hacen girar el mundo, pueden sorprender por su profesionalidad y eficiencia. “Nunca fui tan feliz como cuando esperaba, ya de madrugada, junto a la rotativa, la primera tirada del diario. Me gustaba mancharme las manos de tinta y luego, con el redactor jefe, comerme en el bar de al lado un bocadillo”, escribió Manu Leguineche, sobre su estancia en ‘El Norte de Castilla’ dirigido por Miguel Delibes, quien prefería que se hablara, más que de periodistas de provincias, periodistas del interior.