Un "abrazo" con la Patrona para acabar el encuentro entre academias

Sonó a pitorreo, y del gordo, la ocurrencia de cierto político andaluz nacido en este lado del Estrecho de considerar que el Flamenco era patrimonio exclusivo de Andalucía. Cierto es que, por peso numérico y tradición, la vecina comunidad es al flamenco lo que California al rock o Milán a la ópera. Pero precisamente estos géneros son eternos por ser universales: cunas flamencas fueron aquella Barcelona de los Tarantos o ese Madrid que parió -entre otros- a Diego el Cigala, excelso cantaor cuya vida maradoniana no viene al cuento recordar.

Ceuta también aportó al flamenco. Y mucho: no sólo el toque académico de Paco Vallecillo. Aquí, por ejemplo, nacieron Antonio Arenas y Manuel Molina; por el señor de los espacios infinitos que en el debe eterno de esta ciudad que a veces ejerce de madre para el ajeno y madrastra para el propio estará no haber homenajeado a ambos en vida. No ocurre lo mismo, por ejemplo, con Carmen Cárceles, 'Carmen Rojas'. Sobre esta última, y para que nos hagamos una idea: en los años en los que Ángel Castellón 'Sabicas' (navarro nacido en el mismo Villaba que Miguel Induráin) impresionaba a tipos como Frank Sinatra con la magia de la Spanish Guitar, una hija de Ceuta bailaba para John Kennedy en la Casa Blanca.

Una de sus más que dignísimas herederas ha seguido su tradición. Hoy, el Ballet Lsms es santo y seña de flamenco, de costumbre. Es -nada sencillo- un grupo de amigas que han crecido entre tardes de ensayo en el boom de las academias hasta hacerse mujeres. Ahora siguen sus hijas. ¿Crisis en el flamenco?. Aquel arte que nació -dicen- en Pakistán, que vivió varias revoluciones en la pasada centuria camina con fuerza en pleno siglo XXI. En aquel Nueva York de alambres y muerte al que escribía el poeta más flamenco, hay festivales dedicados a este arte. En Ceuta, a los pies de la Patrona, flamencos de Ceuta, Málaga y La Línea volvieron a abrazarse. Porque el encuentro coreográfico que se ha desarrollado durante todo el fin de semana es eso, un abrazo, entre ciudades tan cercanas y lejanas entre si.

María José Lesmes apenas podía contener la emoción. "Le pido a la Patrona salud para que volváis a vuestras casas, para que podamos volver a vernos muchos años. La fuerza más grande que tenemos es el amor: el amor a quienes nos rodean, a lo que hacemos, en todos los aspectos de la vida", dice tras que se pusieran flores con las banderas de las tres ciudades a los pies de la Virgen de África.

Concluye el acto con una pequeña exhibición en las puertas del templo patronal, y con una sevillana para despedirnos. Una de las más desgarradoras: la 'Sevillana del Adios' de los Hermanos de Gines (nota: si usted vio en directo la primera de las 217.438 reposiciones de la muerte de Chanquete, Benidorm y la petanca le están esperando), con alumnos y profesores de una y otra academia mezclados. Se escapa alguna lagrimita. Y María José Lesmes, la que recoge el testigo de aquella Carmen Rojas, no lo duda: "dicen que somos una tierra rara y es cierto: tenemos nuestro acento, nuestra personalidad, nuestra manera de ser". El flamenco, como tantas expresiones artísticas, alcanza cotas de altura cuando se mezcla con la fe. Y en los rostros de quienes participaron en este encuentro, la mente puesta en la IV Edición. Pasa la vida, igual que pasa la corriente rumbo al mar, dice la afamada sevillana. Y que sean muchos meses de octubre mas en los que un 'zapateao' rompe el silencio dominical en pleno corazón de Ceuta.

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