El día en que Ceuta se acostó 700 años más 'vieja'

JORNADAS DE HISTORIA

Las Jornadas de Historia del Instituto de Estudios Ceutíes han comenzado en la tarde de este lunes, con una temática dedicada a la presencia fenicia en este lado del Estrecho. Y la reivindicación, en cierto modo y una vez más, de una figura trascendental en la historiología de la Ciudad: el ebanista e investigador autodidacta Juan Bravo Pérez.

José Antonio Alarcón, director del IEC, Guadalupe Romero, decana de la Sección de Historia y Fernando Villada, arqueólogo y primer ponente
José Antonio Alarcón, director del IEC, Guadalupe Romero, decana de la Sección de Historia y Fernando Villada, arqueólogo y primer ponente | Juanjo Coronado
Juanjo Coronado
13 oct 2025 - 19:39

Hace veinte años, los medios de comunicación de Ceuta recibíamos una convocatoria del Gabinete de Comunicación de la Ciudad Autónoma para una rueda de prensa. Nada que no haya ocurrido ayer, que no vaya a ocurrir hoy o que no tenga lugar mañana. En principio, los comparecientes eran los arqueólogos de la Ciudad. Sin embargo, desde el área de comunicación del Ejecutivo se hacía especial hincapié en la importancia de la convocatoria. Quienes acudimos -disculpen quebrantar la norma no escrita de no hablar de uno mismo en una información, pero son licencias que uno se puede permitir al tener más años que un posavasos de La Cueva- lo hicimos con la 'mosca' detrás de la oreja. Fernando Villada, un tipo de natural pausado, estaba aquel día incluso nervioso. No era para menos: los trabajos arqueológicos que se estaban realizando junto a la Catedral -recuerden aquel árbol cuyas raíces levantaron el suelo- confirmaban el hallazgo de una ciudadela fenicia con unos 700 años más de antiguedad que el resto de la ciudad. Dicho de otra manera: Ceuta se levantaba por la mañana con 2.300 y se acostaba con 3.000 años de historia. Al nivel, tal vez siglo abajo, de la Cádiz que es la ciudad más antigua de occidente.

De los fenicios y su legado van este año las Jornadas de Historia de la Ciudad, auspiciadas por el Instituto de Estudios Ceutíes y que alcanzan ya sus 28 años. Unos años en los que se ha hablado -casi- de todo lo relacionado con el pasado de la ciudad. Romanos, portugueses, Annual, el Protectorado, las Fuerzas Armadas... Pero faltaban los fenicios. Una apuesta que llega este año bajo el título de 'Fenicios e Indígenas a orillas del Estrecho'. Y en el subtítulo de la jornada, en efecto, presentes los veinte años: 'El asentamiento protohistórico de Ceuta veinte años después'.

Fernando Villada recordaba aquello antes de la primera ponencia. Y confirma la importancia no solo de aquel descubrimiento, sino del cuarto de siglo que llevamos. "Los restos de la Catedral, la Puerta Califal, la puesta en valor de la Basílica Tardorromana, la Cabililla de Benzú. En Ceuta, es cierto, que nos hemos acostumbrado a eso, a normalizarlo, pero no es algo normal. Los arqueólogos de fuera nos lo dicen: no son habituales tantos hallazgos en poco tiempo. Y lo que vendrá. Se puede hablar de los 25 años de oro de la arqueología ceutí en este principio de siglo, pero probablemente los 25 años que vengan a continuación sean más importantes que este primer cuarto de siglo".

Y en el ambiente, alguien que falta desde enero de 2009. Juan Bravo Pérez. Un personaje verdaderamente de serie de televisión: ebanista de profesión, aficionado a la historia, y autodidacta. Su 'dedo' fue el que señaló aquel promontorio junto a la catedral como depositario de un resto fenicio. Las risas sobre el iletrado, en principio. Luego el tiempo le dio la razón, los arqueólogos que vinieron detrás de el lo pusieron en el pedestal que se merece y la vida le dio el suficiente tiempo como para ver convertida en realidad esa profecía suya que, en principio, sonaba entre extraña y disparatada.

"Está presente, porque debe estarlo. Y si, su sustento era de carpintería, pero el era investigador", defiende Fernando Villada. Bravo fue, posiblemente, el padre de la arqueología submarina en nuestro país. Un hombre con una gran curiosidad, una mente despierta y con la convicción de que solo hincando codos se podía demostrar que sus teorías eran algo más que ensoñaciones de un aficionado. "Sin el, no estaríamos aquí", sentencia Villada al pie del yacimiento de Huerta Rufino en cuya conservación el mismo tuvo un papel protagónico. Y no, no le falta razón: Bravo Pérez es de los personajes imprescindibles en la historia, e historiografía, de una ciudad que desprende pasado por cada metro.

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