Las memorias de la ‘Tía Mari’, las memorias de una época
LIBROS
La obra del ceutí Alejandro Varo sobre una familiar sigue creciendo en ventas, y enfila ya su cuarta edición tras ser presentada el pasado mes de marzo
Viendo llover desde su ventana del número 2 de la gaditana calle Costa Rica, la tía Mari se ha convertido en testigo de la historia. Fue una de esas niñas gaditanas que sobrevivió no solo en la posguerra, sino a una tragedia que a dia de hoy -y son casi 80 años- sigue traumatizando a la ‘Tacita de Plata’. La noche en que Machín no cantó en el Cortijo de Los Rosales, la noche en que las entrañas de Cádiz se sintieron en Lisboa o Madrid y una extraña columna de humo se vio desde la fortaleza del Hacho: la noche en que dos polvorines de la Armada estallaron en San Severiano dejando no menos de 200 muertes y una ciudad de la que hubo que reconstruir la mitad. La tía Mari vio los cuarenta años del franquismo, la llegada de la Democracia pero también fue una mujer entregada a la fiesta, a la alegría y a la risa como parapeto ante tanto quiebro del destino.
La tía Mari, la que ve pasar la vida como gotas de lluvia que caen en una estrecha calle que viene a morir al puerto gaditano, tiene una memoria prodigiosa. Conoció el amor carnal, seguro que de modo apasionado, pero no quiso el destino que la cosa acabara con un poético final de dos viejecitos apretándose la mano en el lecho de la muerte, ni buscándose entre las flores de la cercana Plaza de España como en esa monumental historia de amor que es el Recuerdo que era Mayo.
La tía Mari es la tía de Alejandro Varo. Un ceutí que ha encontrado en esta hermana de sus abuelos el último heraldo del testimonio familiar. Y lo ha hecho libro, homenajeando con el título a un enorme periodista que acabó convirtiéndose en un novelista inalcanzable: Gabriel García Márquez. Las memorias de la Tía Mari, que ve llover desde el número 2 de la calle Costa Rica van ya por su tercera edición. Su sobrino nieto reconoce que cuando el mundo se encerró en casa hace un lustro, en vez de por la harina y el Tik Tok le dio por escribir, bucear en la caja negra de su apellido y rendir homenaje a esa mujer que ve la vida pasar desde una estrecha callecita gaditana.
“Tiene 83 años y uno de los aspectos que siempre me ha llamado la atención de mi tía es que es una mujer siempre ha tenido la capacidad de afontar y superar esas situaciones. La novela transcurre en la pandemia. Ella cuidó de mi abuela. Siempre ha encontrado el medio para adaptarse a nueva etapa. Ella tiene una cierta universalidad: siempre ha cuidado de mi abuela, de todos nosotros. Representa a estas mujeres que durante estas décadas han estado pendientes de los demás, y llega un momento en que ella tiene que cuidarse”.
Ella “es una mujer muy tierna, muy dispuesta, muy hospitalaria, pero esa parte más emocional no la muestra tanto. Ella está muy contenta con la novela. Le regalé el primer manuscrito un día de Reyes, y hay muchas partes que son más ficticias y otras más verdaderas. Tiene un toque de realismo mágico”.
Se trata de un sobrino nieto, que encontró en la ‘tía Mari’ la respuesta a tantas preguntas familiares de las que el alzheimer de sus abuelos le privó. “Ella estuvo casada pero nunca llegó a vivir en el mismo domicilio con su pareja. Fue muy independiente en su época, creo que es de las más independientes que ha conseguido en mi vida. Yo no pude tener relación cercana con mis abuelos, que tuvieron alzheimer, y con los años se ha convertido en una segunda abuela”.
La tía Mari es protagonista sin saberlo, heroína sin pretenderlo, musa sin imaginarlo de aquel sobrino nieto que le entregó un manuscrito en el día de Reyes. La novela transcurre, con la magistral ‘La Familia’ de Ettore Scola, dentro de los muros de una casa en la que los ladrillos, las fotos de familia y la vieja mesa son el protagonista y los personajes son los secundarios de lujo.
A esta historia escrita entre Ceuta y Madrid y ambientada en el corazón de Cádiz le falta Vittorio Gassman -fue, de hecho, su última película- pero no le sobra nada. “Ella echó alguna lagrimita, y al ser a fin de cuentas una novela, ese género me permitió tomarme una serie de licencias para enriquecer la historia.
‘La tía Mari ve llover desde Costa Rica número 2’ es la primera novela de Alejandro, pero “no va a ser la última”, advierte. De momento, este trabajo editado por Gato Negro va ya camino de su cuarta edición, puede encontrarse en Librería Krispi y tiene una más que interesante difusión en circuitos y portales informativos relacionados con la tercera edad. Ella sigue mirando la vida desde una estrechita calle cercana al Puerto de Cádiz. Y sin saberlo, ni pretenderlo, haciéndose eterna.