Mohamed Karim: El rugido caballa que late en el Alfonso Murube

Ceuta/ En el corazón de la grada sur del Alfonso Murube hay un nombre que resuena con fuerza: Mohamed Karim, aunque para todos es simplemente “Bonano”. A sus 33 años, este caballa encarna la esencia del jugador número 12, ese aficionado que no viste la camiseta en el césped, pero que la suda y la defiende desde la grada como si también estuviera compitiendo.

Su historia con el Ceuta comenzó cuando era apenas un niño. Recuerda con nitidez la primera vez que su padre lo llevó al estadio, en los años en que el mítico Embela encandilaba a la afición con sus goles. “El primer partido que vi en mi vida fue cuando Embela marcó dos o tres goles, y lo flipé”, rememora con emoción. Desde entonces, el Murube se convirtió en su segunda casa.

Sentado junto a su tío en el fondo sur, donde hoy sigue vibrando, aprendió que el fútbol en Ceuta no es solo deporte, sino identidad. “En esa época el Ceuta siempre estaba arriba, primero o segundo, lo seguíamos incluso por el teletexto”, recuerda con nostalgia.

El golpe fue duro cuando el equipo vivió su etapa más oscura, coqueteando con la desaparición. “Eso fue muy triste, lo dejé un poco de seguir, te daba dolor”, confiesa. Sin embargo, como la propia AD Ceuta, Bonano resurgió con más fuerza, dispuesto a sostener desde la grada una pasión que nunca se apagó.

Hoy es uno de los referentes del Frente Ketama, un grupo de jóvenes hinchas que no tardaron en unirse con otras peñas para dar vida a “Caballas”, la grada de animación unificada. “Ahora somos cerca de cien, pero queremos ser muchos más. Lo que queremos es que el Murube sea un fortín, una caldera”, explica con convicción.

Ese sueño de llenar de color y voz cada rincón del estadio va acompañado de ilusión y esfuerzo. “Estamos preparando sorpresillas, colorido, pedidos nuevos… queremos contagiar ese espíritu a toda la grada”, comenta con entusiasmo.

Bonano tiene claro que Ceuta no puede quedarse atrás respecto a otras aficiones de la categoría. “Cuando vamos fuera es increíble cómo las gradas se suman todas a la animación. Queremos que eso pase aquí”, asegura.

El caballa vive cada partido con la intensidad de quien sabe lo que cuesta viajar desde la ciudad autónoma. “Aquí tenemos muchas dificultades para ir a cualquier sitio, pero aun así hay gente que hace el esfuerzo. Lo único que pedimos es que los jugadores suden la camiseta, que mueran por nuestro escudo”, sentencia.

Esa exigencia no está reñida con el cariño. “Aquí tratamos muy bien a los jugadores, ellos se sienten queridos. Y eso tiene que notarse en el campo”, subraya.

Su compromiso lo lleva incluso a desplazarse a partidos lejanos. “Muchas veces el bolsillo no lo permite, pero en cuantito puedo voy donde sea. Yo mismo, solo, me planto donde haga falta”, asegura, con una fe inquebrantable en los colores del Ceuta.

Ese espíritu, dice, es lo que permite mantener viva la llama caballa: unión, sacrificio y pasión. “Lo más bonito es que nos sentimos arropados, seguros. Con ellos voy al fin del mundo, aunque sea a Rusia”, cuenta riendo.

Pero Bonano no está solo. Habla con orgullo del grupo que se ha ido consolidando: desde Adrián, el speaker del Murube al que define como “un máquina”, hasta otros jóvenes como Jesús del Gimnasio Conan, que se han sumado a la causa de animar. “Sin ellos no somos nada, hacemos fuerza todos juntos”, reconoce. A su lado, cada partido es una batalla donde la afición también juega. “Esto es cultura de fútbol para la ciudad, queremos que la gente se una, que no haya complejos. Estamos en Segunda y aquí también podemos montar un espectáculo en la grada”, afirma.

Con ese espíritu de resistencia y esperanza, Mohamed Karim “Bonano” personifica la voz de miles de caballas que, domingo tras domingo, empujan desde las gradas para que el Ceuta siga escribiendo su historia. Un hombre que, sin vestirse de corto, late como uno más dentro del campo.

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