Fernando Trujillo: «Ceuta es una ciudad investigadora: aquí se investiga mucho, y se hace con calidad»
ENTREVISTA
El responsable de la cátedra Ceuta-Inteligencia Artificial y Tecnologías Emergentes para el Bienestar destaca la capacidad disruptiva que posee la inteligencia artificial: “Va a cambiar de manera poderosa el ámbito de la educación, la enseñanza y el aprendizaje”

CEUTA/ Pregunta.- La inteligencia artificial tiene una gran capacidad para el engaño, el embaucamiento, el fraude. También, evidentemente, posee un enorme potencial para aportar no pocos beneficios a la gente. Pero atendiendo solo a ese lado oscuro, extraño, ¿hasta que punto la inteligencia artificial puede constituir una amenaza?
Respuesta.- Como cualquier herramienta humana, la inteligencia artificial puede ser utilizada, como diría Batman, para el bien o para el mal. Pero eso pasa también con un martillo. Un martillo puede ser un arma mortífera o la herramienta fundamental para dar forma a un mueble. Es decir, podemos decir que la gran mayoría de las herramientas que ha creado el ser humano no son ni positivas ni negativas, todo depende del uso que les demos.
La inteligencia artificial no está exenta de esa potencialidad. En todo caso, la diferencia entre la inteligencia artificial y un martillo es que nos puede dar la sensación de que la inteligencia artificial está a punto de funcionar de manera autónoma. Y esto tampoco es cierto, dicho sea de paso. Pero quizás por eso nos preocupa más.
Es decir, hay una cierta percepción o sensación de que la inteligencia artificial puede llegar a ser muy peligrosa por su capacidad de funcionamiento autónomo o por la confianza que nosotros depositemos en ella para la toma de decisiones.
Por ejemplo, estamos viendo cómo están creciendo los chatbots en el ámbito de la medicina. Eso es maravilloso. Un chatbot que te atiende siempre, que nunca se cansa, que está ligado a bases de datos muy potentes. Es maravilloso, como decía, pero también arriesgado. ¿Quién tiene y quién maneja la información que tú le das a ese chatbot? ¿Cómo se preserva tu privacidad y tu confidencialidad? ¿Qué nivel de confianza podemos tener en que el consejo que te dé un chatbot sea el acertado o, por el contrario, te vaya a provocar un mayor perjuicio? Lo que quiero decir es que una herramienta de IA puede ser maravillosa, pero mal diseñada o mal utilizada puede conllevar un riesgo importante. Eso es evidente.
P.- ¿Podemos asegurar que la inteligencia artificial nunca llegará a ser autónoma, que nunca tomará decisiones independientemente del ser humano?.
R.- Nunca es un adverbio demasiado grande. Primero hay que decir que hablar de inteligencia artificial es hablar de un término paraguas enorme. Es como decir computación, que abarca tanto una calculadora pequeñita de las que llevan nuestros niños al cole como un supercomputador o un ordenador cuántico, de los cuales hay solo unos pocos en el mundo. Pero todo es computación. Pues inteligencia artificial es también una especie de término paraguas dentro del cual hay muchísimas cosas.
Para que existiera un robot autónomo deberíamos haber alcanzado antes lo que se conoce como inteligencia artificial general. ¿Y qué es la inteligencia artificial general? Pues la que puede resolver, como los seres humanos, todo tipo de problemas. ¿Qué quiere esto decir? Los seres humanos son individuos que se levantan por la mañana, leen la prensa, ponen su podcast favorito, se preparan el desayuno -lo cual implica saber calentar la leche, untar la tostada con mantequilla- se duchan, se peinan, levantan a su hijo, hablan con él, le dan consejos… Cuando uno se para a pensarlo se da cuenta de que el número de tareas complejas que hacemos a diario es elevadísimo. Eso hoy por hoy no lo sabe hacer la inteligencia artificial.
Actualmente, la inteligencia artificial solo sabe resolver tareas específicas, lo que cada vez hace mejor, pero siempre específicas. Por ejemplo, ChatGPT en 2022 solo sabía escribir. Poco después, incorporó las imágenes. Más tarde, el vídeo. Pero ChatGPT no sabe atarse los cordones de los zapatos porque no sabe ver, no está conectado a sensores que le permitan ver o tocar. Para que exista ese robot de la ciencia ficción, tendríamos que haber alcanzado antes la inteligencia artificial general, esa que, por supuesto, toda la industria está buscando, pero que todavía estamos a bastante distancia de poder encontrar. ¿La hallaremos algún día? Bueno, ¿por qué no? Ahora se está invirtiendo muchísimo dinero en alcanzar ese nivel, pero estamos muy lejos.
P.- ¿Qué papel juega la educación para evitar que las nuevas generaciones entreguen el ámbito propio de la reflexión personal y la voluntad individual a la inteligencia artificial, es decir, que deleguen en ella cuestiones de su ámbito más íntimo y personal?
R.- Si me permite alterar ligeramente la pregunta, yo hablaría de una relación sana con la tecnología. Creo que ese es el objetivo de la educación, pero en el sentido extenso. Es decir, a veces hablamos de educación y parece que solo estamos hablando de niños y niñas en edad escolar. La educación hoy es permanente y a lo largo de la vida: todos estamos aprendiendo constantemente.
Todos hemos de aprender a relacionarnos de una manera sana y equilibrada con la tecnología, con la inteligencia artificial especialmente porque es un elemento muy complejo y muy poderoso de la tecnología. Creo que más que responder a qué tenemos que hacer para evitar que los niños cedan a las inteligencias artificiales espacios de privacidad, lo que me gustaría es que pensáramos ¿y cómo nos relacionamos sanamente con la tecnología? Tenemos que aprender ética de la inteligencia artificial, incluso ergonomías de esa tecnología, es decir, cómo situar nuestro cuerpo frente a la tecnología. Ese es el gran reto que tiene hoy por hoy la educación. Pero desde infantil hasta adultos.

P.-¿Qué puede ofrecer la inteligencia artificial en el campo de la docencia?
R.- La inteligencia artificial tiene una gran capacidad disruptiva, es decir, de transformación. Va a cambiar de manera poderosa el ámbito de la educación, la enseñanza y el aprendizaje.
Y esto es así porque, para empezar, introduce un elemento que es novedoso. Se lo explico fácilmente. Hasta hace poco tiempo, uno podía aprender básicamente de dos formas: autónomamente, uno solito, o de manera guiada con alguien que ejercía como maestro o maestra. Otro modo intermedio sería aprender junto a otros, con compañeros y compañeras que saben un poco más o un poco menos que uno. Bueno, pues a esa ecuación se le ha añadido aprender guiado por una máquina, guiado por la inteligencia artificial. Esto reequilibra todo. A partir de ahora, por ejemplo, los docentes tendrán que pensar si quieren enseñar ellos solos, si quieren enseñar con cierta ayuda de la inteligencia artificial, si quieren dejar que la inteligencia artificial sea la que guíe y ellos limitarse a acompañar el proceso… Es decir, se multiplican las opciones y las decisiones que tiene que tomar un educador o una educadora.
Sin lugar a dudas, todo esto va a cambiar sustancialmente el trabajo en educación igual que ya está cambiando la actividad de aprendizaje. Hoy ya no hay aprendizaje que no sea digital.
Yo soy profe de lengua, soy profe de inglés por formación. La pregunta que hago siempre a todo el mundo es: ¿cuánto tiempo hace que no abres un diccionario en papel? Probablemente haga mucho. El diccionario en papel sucumbió ante los diccionarios digitales. Quizás haya quien lo utilice de manera esporádica. Puede que, casi como una actividad romántica, un día me decida a abrir el diccionario de María Moliner. Pero ya nadie utiliza el diccionario en papel. Ese es el símbolo de que, en realidad, hoy todos aprendemos en formato híbrido o en formato digital exclusivamente. Eso es una diferencia sustancial con respecto a cómo aprendíamos en el siglo XX.
P.- La cátedra Ceuta-Inteligencia Artificial y Tecnologías Emergentes para el Bienestar (CEUTA IATEB) nace con el propósito de proporcionar beneficios en los campos de la educación, la salud, los servicios sociales y la economía. Todo esto, ¿cómo se plasma en proyectos concretos para la ciudad?
R.- Muy sencillo. La cátedra, que ha sido creada por la Ciudad Autónoma a través de la Consejería de Hacienda, Transición Económica y Transformación Digital junto con la Universidad de Granada, tiene una encomienda, en concreto, la realización de dos investigaciones. La primera se desarrollará el primer año de vida de la cátedra y la otra durante el segundo.
Lo primero que haremos será trabajar en un diseño estratégico de ciudad. ¿Qué quiere decir esto? Lo que vamos a hacer es analizar cuáles son las necesidades, cuál es el impacto, cuáles son las oportunidades que abren la IA y las tecnologías emergentes vinculadas con la IA a la ciudadanía, a las empresas y a las instituciones de salud. Empezaremos a partir de enero, cuando ya estemos plenamente constituidos, con un gran equipo organizado. Lo que vamos a preguntar es: ¿Qué le puede a usted aportar la inteligencia artificial? ¿Cómo podría usted necesitarla? ¿Qué riesgos pueden existir?
Hay algunos casos fuera de España de ciudades que ya están trabajando en esta línea, pero nosotros seremos la primera ciudad en nuestro país en tener este diseño estratégico. Lo que haremos en el segundo año de trabajo será aplicar lo que hayamos aprendido en este diseño estratégico al ámbito de la educación, pero una educación entendida en sentido extenso, es decir, desde las primeras etapas hasta la educación de personas adultas, la universitaria y la formación profesional.
Nos preguntaremos qué necesidades, qué impactos, qué oportunidades y qué riesgos presentan la inteligencia artificial y las tecnologías emergentes en el ámbito de la educación.
Estas son las dos investigaciones que tiene que realizar la cátedra por convenio. Pero, además, vamos a diseñar un curso sobre emprendimiento digital, en concreto en relación con el ámbito de la educación, y vamos a hacer una serie de informes, que iremos publicando a lo largo de este primer año.
Sacaremos estos informes para que la ciudadanía de Ceuta, y la de aquellos lugares en los que nos quieran leer, comience a familiarizarse con algunas de las claves de la inteligencia artificial y de las tecnologías que llegan de su mano.
Ceuta es una ciudad investigadora. Aquí se investiga, y mucho, y se hace con calidad. La gente lee lo que estamos estudiando en Ceuta. Transmitir esta idea es realmente importante. Somos una ciudad universitaria y una ciudad investigadora. Y una de las cosas que pretendemos con la cátedra es, precisamente, lanzar este mensaje.
Le daré un detalle. Open AI, los dueños de ChatGPT, han anunciado la creación de un denominado consejo asesor de “Inteligencia Artificial y Bienestar” integrado por profesores muy reconocidos en EEUU, de altísimo nivel. Su labor será la de estudiar la relación entre inteligencia artificial y bienestar. Cuando leí la noticia mandé a mi equipo un mensaje diciéndoles que no estábamos muy despistados cuando le hemos puesto a nuestra cátedra el nombre de Inteligencia Artificial y Tecnología Emergente para el Bienestar.
Y es que creo que uno de los grandes temas de los próximos años será ver cómo la tecnología puede mejorar nuestra vida o, al menos, no poner en riesgo nuestro bienestar personal, social e institucional.
P.-¿Estas tecnologías emergentes cuáles son?
R.- Le voy a poner el ejemplo más concreto que me viene a la cabeza. Hace dos días Samsung anunció que ellos también van a sacar unas gafas de lo que se conoce como realidad expandida, eso que llamábamos hace algunos años realidad virtual, un término que ya está en desuso. Samsung se ha sumado a la carrera de la realidad expandida, igual que Apple, Meta y algunas otras compañías. Eso no sería posible sin la inteligencia artificial.
Hay otros ejemplos. La propia existencia de los chatbots para que podamos hablar con la máquina. Esa es una tecnología emergente vinculada a la inteligencia artificial. Como estas, llegarán otras tecnologías que hoy ni siquiera somos capaces de imaginar.
P.- ¿Cómo puede modificar la inteligencia artificial, las sociedades y la manera de entender el mundo? ¿Cómo seremos dentro de dos décadas bajo su influencia?
R.- Hay un experto de origen coreano que ha trabajado con Google, IBM y muchas otras empresas que se llama Kai Fu Lee. Él dice que los seres humanos siempre caemos en la misma trampa cuando hablamos de tecnología. Esta trampa consiste en sobrevalorar el impacto de la tecnología a corto plazo e infravalorar el que tendrá a largo plazo. ¿Qué quiere esto decir? Que nosotros ahora estamos fascinados con la inteligencia artificial y pensamos: ¡Dios mío, qué potente, qué disruptivo es! Kai Fu Lee viene a decirnos que esto no es nada en comparación con lo que podremos hacer con esta misma tecnología dentro de 20 años.
En realidad, lo que estamos viendo en relación con la inteligencia artificial es el nacimiento de una tecnología. Y no es porque sea nueva, pues la inteligencia artificial, como mínimo, se remonta a los años 60. Lo que ocurre es que la apertura en el año 2022 del modelo masivo del lenguaje, el ChatGPT, ha venido a cambiar nuestra relación con la tecnología.
Esto que estamos viendo no es nada. El impacto real lo vamos a notar en 2040. Entonces nos daremos cuenta, por ejemplo, de que la inteligencia artificial va a ser el nuevo sistema operativo por el cual nos vamos a relacionar con cualquier dispositivo: todo dispositivo digital va a tener como fundamento la inteligencia artificial.
Ya lo tienen los teléfonos de alta gama y de aparición reciente. Te compres el teléfono que te compres, iPhone, un Samsung, un Xiaomi, todos ellos tienen una capa de inteligencia artificial. Y lo mismo ocurre con las tabletas o los ordenadores.
Llegará el momento en el que no habrá un dispositivo que no tenga inteligencia artificial. Y lo que ocurre es que la inteligencia artificial, cuanto más se usa, aprende y aprende y aprende. Así que, ¿cómo será la inteligencia artificial dentro de 20 años? No podemos ni imaginarlo. Lo que sí se puede decir es que va a ser muy transformadora. Estoy absolutamente convencido.
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