Pedagogo experto en TDAH: “A veces se diagnostica mucho más porque es un cajón de sastre”
II Congreso TDAH
Javier Lozano, último ponente del II Congreso dedicado al trastorno, recordó que queda mucho por avanzar, especialmente en la concienciación de la ciudadanía
Hace dos décadas, cuando el pedagogo Javier Lozano acumulaba ya años de experiencia como docente, se topó en el aula con un alumno con TDAH. Por aquel entonces no era mucha la información que circulaba acerca del trastorno, dificultándole la tarea de empaparse en una neurodivergencia en la que ya es experto y que le ha permitido recorrer España y parte de Latino América divulgando sobre ella. Cuando se zambulló en esta realidad fue la “ignorancia de la gente” y su escepticismo lo que más le costó enfrentar. Actualmente, aunque “queda mucho por recorrer”, lamenta también que se haya “llegado a otro extremo”, al sobrediagnóstico por la conversión del TDAH en un “cajón de sastre”. Este jueves se subió por segunda vez al escenario del IES Abyla para participar en el II Congreso TDAH de Ceuta, en cuya primera edición también participó.
“Hay veces que se diagnostican muchos más casos porque es un cajón de sastre. Que mi niño está mal y voy al médico para que me diga lo que tengo que hacer”, afirmó el pedagogo en declaraciones ofrecidas a El Pueblo de Ceuta minutos antes del inicio de su ponencia, dirigida a familiares de pacientes y al profesorado. El congreso ‘Evidencias y Estrategias para la Transformación Educativa’ ha sido organizado por la Unidad de Programas Educativos de la Dirección Provincial de Educación de Ceuta, en colaboración estrecha con la Asociación TDAH Ceuta. Este jueves se celebró la última jornada del evento, que dio comienzo el martes con la intervención del neurólogo Marcos Altable.
Lozano, con más de 40 años de experiencia como profesor de Primaria y Secundaria, lleva casi una veintena divulgando sobre el TDAH a través de libros y conferencias ofrecidas en todo el país y en otras naciones como Ecuador, México o Perú. El profesor llegó a abrazar el trastorno movido por su “curiosidad”. Recuerda que cuando realizó sus estudios universitarios -primero en Magisterio y después en Pedagogía-, el trastorno aparecía muy discretamente en los libros de texto. “Pero luego vi la necesidad de los chavales de que se les atienda, se les cuide, se les mime. Como a todos los demás. Ojalá se pudiera ofrecer una atención individualizada a cada alumno, pero es imposible”, expresó.
Reconoció que la inclusión del alumnado con el trastorno en las aulas ha ido evolucionando desde que se iniciara en esta realidad, aunque “mucho más lento de lo que se podía esperar”. “Me gustaría ver a mucha más gente implicada. La gente debe darse cuenta de que esto existe y que se debe saber cómo ayudar a cada crío”, dijo. Cree que el profesorado está “más concienciado” que el resto de la ciudadanía, pero clasificó a los docentes en tres grupos: “el que dice que lo sabe todo, por lo que no puedes explicarle nada porque le da igual; el que lo único que hace es castigar porque cree que son cosas del comportamiento; y los que realmente se mojan y están sacando esto adelante”.
Explicó que adaptar la educación para estos niños no es tan complicado ni exigente para los docentes. “Por ejemplo, quitarle a ese niño un dibujo en un examen para que no se despiste. O poner la primera palabra del enunciado en negrita. Fíjate qué trabajo tan arduo…”, expuso con ironía.