Sin accesibilidad no hay futuro
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad volvió a recordarnos en Ceuta algo que, por evidente, aún no termina de asumirse: la inclusión no se celebra, se practica. Y nuestra ciudad, pese al trabajo constante de entidades sociales y personas comprometidas, sigue arrastrando carencias que vulneran derechos básicos. Las denuncias de PSOE y MDyC sobre la falta de accesibilidad en numerosos espacios públicos no son una crítica aislada, sino el síntoma de un problema estructural que invita a la reflexión: ¿cómo puede hablarse de igualdad cuando el entorno sigue levantando barreras físicas, digitales y sociales?
La jornada en la Plaza de los Reyes, organizada por el CERMI Ceuta, se convirtió en un espacio de reivindicación pero también de memoria. Allí se leyó el manifiesto que este año mira hacia Europa en un momento en que la cohesión social del proyecto comunitario parece tambalearse. El texto recordaba que, en estos cuarenta años de pertenencia, la Unión Europea ha sido un motor de avances en derechos y bienestar; sin embargo, también alertaba de que esta dimensión social se está difuminando ante desigualdades que crecen y discursos que retroceden. El mensaje es claro y debería interpelarnos a todos: sin lo social no hay Europa, ni tampoco una Ciudad Autónoma justa.
Mientras tanto, la Universidad de Granada reforzaba esta misma idea con su VII Semana de la Discapacidad y Accesibilidad Universal, demostrando que la inclusión también se construye desde el conocimiento, la cultura y la adaptación del entorno digital. La presencia de una actriz sorda compartiendo su experiencia y su obra evidencia que la accesibilidad no es un capricho, sino el puente que permite a todas las personas participar plenamente en la vida social.
Pero si hubo un momento que sobrevoló todos los demás, fue el homenaje a Mercedes Medina, histórica presidenta del CERMI Ceuta. Su figura, recordada con emoción, simboliza décadas de lucha, de incomprensiones superadas y de victorias conquistadas para un colectivo que todavía, demasiado a menudo, sigue esperando lo que simplemente es suyo: igualdad, respeto y oportunidades.
Hoy, más que nunca, Ceuta debe mirarse en ese espejo. Porque las barreras no desaparecen con discursos ni con días señalados en el calendario. Se eliminan con políticas responsables, recursos suficientes y compromisos que no se agoten en los actos institucionales. Si de verdad aspiramos a ser una ciudad inclusiva, quede claro que la accesibilidad no es un gesto: es un deber.