Por fin, algo de calma

Un momento de la Conferencia Sectorial de Infancia.
Un momento de la Conferencia Sectorial de Infancia. | EFE
EL PUEBLO
08 nov 2025 - 04:58

Después del plantón monumental del pasado julio, cuando las comunidades del PP (todas menos Ceuta) dejaron colgada a la ministra Sira Rego, parecía que el diálogo sobre los menores migrantes iba a quedar en punto muerto. Pero el tiempo y la presión de la realidad —esa que no entiende de siglas— han hecho su trabajo. Este viernes, la nueva reunión de la Conferencia Sectorial de Infancia y Adolescencia se desarrolló con más sosiego y, sobre todo, con más presencia. Y eso, en política, ya es decir mucho.

La cita sirvió para dar luz verde a 13 millones de euros que el Estado repartirá entre los territorios más tensionados: Ceuta, Melilla, Canarias y Baleares. Un pequeño respiro económico en medio de un problema que desborda a todos. Solo Ceuta, con una sobreocupación del 1.750 % en sus recursos de acogida, vive una situación que roza lo inhumano: 500 menores en apenas 18 kilómetros cuadrados. Que el consejero Alberto Gaitán saliera satisfecho del encuentro no sorprende; lo que sorprende es que haya hecho falta tanto ruido para llegar a este punto de entendimiento.

Mientras tanto, el mecanismo de derivación de menores sigue su curso, aunque con la oposición firme de varias autonomías populares. El sistema —que obliga a repartir solidariamente a los niños y adolescentes llegados a zonas de alta presión migratoria— no es una imposición, sino una respuesta a la emergencia. Pero en este país, a veces, las siglas pesan más que las personas, y la solidaridad se vuelve selectiva.

Aun así, los avances están ahí. Desde septiembre, 61 menores han podido salir de Ceuta hacia la península, y aunque la presión en la frontera no da tregua, el sistema comienza a dar señales de vida. No se trata solo de cifras ni de fondos, sino de voluntad política y humanidad. Porque detrás de cada número hay un niño que duerme en un colchón improvisado, un adolescente que sueña con un futuro que no conoce fronteras.

Si algo ha demostrado esta última reunión es que el diálogo, aunque torpe y tardío, sigue siendo la única vía posible. Se han calmado las aguas, sí. Pero conviene no olvidar que, en Ceuta, el oleaje nunca deja de golpear.

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