Ceuta ajusta prioridades
El presupuesto de Sanidad y Servicios Sociales que la Ciudad Autónoma de Ceuta llevará a pleno este 20 de noviembre llega cargado de números, pero también de señales. No está aprobado —ni mucho menos cerrado—, pero ya deja ver hacia dónde quiere mirar la Administración en 2026: más control, más prevención y más apoyo a quienes viven con menos margen. A finales de diciembre volverá al pleno para su visto bueno definitivo, después de su mes reglamentario de exposición pública y posibles alegaciones.
En Sanidad, el documento reconoce sin rodeos lo que muchos sospechaban: el coste de las vacunas se ha disparado. El VPH nonavalente o la varicela han subido como la espuma, y la incorporación del rotavirus al calendario solo termina de redondear la presión sobre las cuentas. Por eso el presupuesto mantiene el gasto en material fungible, mientras refuerza lo que no se ve pero sostiene todo: laboratorios, vigilancia sentinela, cadena de frío, campañas estacionales y un sinfín de controles sin los que la salud pública simplemente no funciona.
También toma peso la parte menos mediática pero tremendamente necesaria: el análisis del agua —de consumo, de baño, de piscinas—, la vigilancia de enfermedades como la rabia o el sarampión, y la red de ensayos del laboratorio que vuelca sus datos en el SINAC. A ello se suma el control externalizado de la legionela, que cubre desde instalaciones deportivas hasta residencias, una tarea que quizá no genera titulares, pero sí evita disgustos.
El área de Farmacia y la de Sanidad Animal ponen la guinda: prevención de zoonosis, control de animales sueltos, campañas quirúrgicas, vigilancia felina… y, en paralelo, los contratos que permiten seguir detectando a tiempo el cáncer, desde los test de sangre oculta en heces hasta las mamografías programadas para mujeres de 45 a 74 años. Aquí no hay lujos, solo necesidades.
Mientras tanto, Servicios Sociales presenta un enfoque igual de claro: sostener a quienes más lo necesitan. Ayudas al alquiler para evitar desahucios, atención de emergencia, apoyo a mayores, programas de discapacidad y dependencia, y convenios con entidades que trabajan a pie de calle. Un abanico amplio que recuerda que la salud de una ciudad no solo se mide en vacunas, sino en la capacidad de no dejar a nadie atrás. Ahora falta ver si, tras el debate político y las alegaciones ciudadanas, este presupuesto llega a diciembre tan entero como sale ahora hacia el pleno.