Ceuta necesita apoyo
Cuando hablamos de servicios sociales en Ceuta, no podemos ignorar lo que explica Kissy Chandiramani: la ciudad asume en solitario responsabilidades que en otras comunidades están respaldadas por estructuras autonómicas completas. No se trata solo de números en un presupuesto, sino de vidas, familias y personas que dependen de la atención que se les presta cada día. Cada menor en riesgo, cada persona mayor en situación de dependencia, cada familia con dificultades necesita que estos servicios funcionen sin interrupciones.
La consejera lo dice con claridad: la falta de un marco de financiación estable complica la planificación y genera incertidumbre. No basta con hacer ajustes internos o apretar cinturones en la administración; la eficiencia de la gestión local es notable, pero no puede compensar indefinidamente un déficit estructural. Cuando el dinero llega tarde o de manera insuficiente, son los ciudadanos quienes lo sienten primero.
Ceuta no pide un privilegio, pide justicia. Su singularidad—por población, contexto social y posición estratégica—merece un trato diferenciado que permita garantizar los servicios sociales sin depender de improvisaciones año tras año. Esto no es política, es sentido común y responsabilidad con la ciudadanía. Es un reconocimiento a que la ciudad, como pocos lugares en España, debe asumir competencias que exceden su tamaño y capacidad administrativa.
La estabilidad financiera permitiría a las entidades sociales planificar con antelación, a los equipos municipales ejecutar proyectos con seguridad y a los ciudadanos recibir la atención que merecen. Cada retraso, cada incertidumbre, se traduce en ansiedad y dificultades para quienes más necesitan ayuda. Y no estamos hablando de cifras abstractas: hablamos de personas que requieren programas de menores, atención directa o apoyo a la dependencia, ámbitos donde la demanda no deja de crecer.
Es también una cuestión de previsión: la financiación estable no solo garantiza la continuidad de lo que ya existe, sino que abre la puerta a nuevos proyectos, a innovación en la atención social y a una planificación más eficiente que beneficie a todos. Ceuta ha demostrado que puede gestionar los recursos con prudencia, pero incluso la mejor gestión no sustituye un marco financiero justo y acorde con la realidad del territorio.
