Fondos que alivian poco

Ceuta vuelve a estar en el centro del tablero migratorio, esta vez con una propuesta de transferencia de 4,1 millones de euros por parte del Ministerio de Juventud e Infancia. El dinero forma parte de un crédito extraordinario que también alcanza a Canarias, Melilla y Baleares, territorios declarados en situación de contingencia o emergencia migratoria. En teoría, esta inyección económica debería servir para sostener un sistema de acogida que lleva años tensionado al límite.
La cifra puede parecer generosa sobre el papel, pero en la práctica es insuficiente para la magnitud del reto. Los recursos se agotan rápido cuando hablamos de atender a menores no acompañados, garantizar su escolarización, su salud y su integración social. Quien convive con esta realidad a diario sabe que no es cuestión solo de euros, sino de infraestructuras, de profesionales formados y, sobre todo, de un compromiso estable y compartido por parte de todas las comunidades autónomas.
El Gobierno central insiste en que se trata de asegurar la sostenibilidad del sistema frente a quienes boicotean las reubicaciones. Y no le falta razón: resulta incomprensible que algunos territorios rechacen asumir su cuota de solidaridad cuando Ceuta sigue desbordada, con recursos que hace tiempo dejaron de ser suficientes. La carga no puede recaer siempre sobre los mismos territorios de frontera.
Lo cierto es que, más allá de los millones que llegan ahora, lo que Ceuta necesita es previsión, planificación y un compromiso real de país. Porque la infancia migrante no acompañada no debería convertirse en un arma política, ni en un recurso de desgaste entre administraciones. Hablamos de niños y adolescentes, y eso debería bastar para que la respuesta fuese coordinada, ágil y, sobre todo, humana.
Los fondos extraordinarios ayudan, pero no resuelven. Ceuta agradece los 4,1 millones, sí, pero también espera que algún día deje de ser la frontera olvidada que carga con un problema que en realidad debería gestionarse de manera colectiva. Porque no hay crédito extraordinario que compense la falta de solidaridad.