Lealtad institucional como denominador común

Pedro Sánchez hablando con Juan Vivas.
Pedro Sánchez hablando con Juan Vivas. | REDUAN
EL PUEBLO
21 nov 2025 - 01:52

Mientras en el panorama político nacional se multiplican los sobresaltos y el Gobierno de España atraviesa uno de sus momentos más delicados, con polémicas y procedimientos judiciales que incrementan la presión sobre La Moncloa -el último precisamente ayer con la condena al Fiscal General del Estado-, Ceuta vive una realidad paralela que merece ser analizada con serenidad.

Porque, al margen del ruido que envuelve al Gobierno de España y a su presidente, Pedro Sánchez, es innegable que la presencia del Estado en nuestra ciudad ha sido constante en los últimos años. Hasta cuatro visitas del presidente del Ejecutivo así lo evidencian, la última de ellas este jueves, para supervisar la futura Estación Marítima y la subestación eléctrica Virgen de África: dos infraestructuras llamadas a marcar un antes y un después en servicios esenciales como las comunicaciones con la Península y el suministro eléctrico.

El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, no dudó en subrayar el alcance de estos proyectos, que trascienden lo puramente técnico. Son pasos firmes hacia un nuevo modelo económico y una demostración de que Ceuta ni está abandonada ni asfixiada, sino que avanza y se renueva, mirando al futuro con esperanza, más allá de un respaldo del propio Estado que debe reforzarse cada día.

Vivas recordó además que la primera visita de Pedro Sánchez a Ceuta en mayo de 2021 estuvo marcada por la necesidad de reforzar la seguridad y la estabilidad de la ciudad, una línea estratégica recogida en la Estrategia de Seguridad Nacional de ese mismo año. Desde entonces se han producido avances relevantes, algunos de ellos de calado histórico.

Pero también quedan muchas cosas por hacer y cuentas pendientes por saldar, porque Ceuta sigue necesitando un esfuerzo sostenido del Estado para situarse en niveles equiparables a los del resto de España en sanidad y educación, en oportunidades de empleo, en cohesión social y en prosperidad económica. La ciudad ha avanzado, sí, pero el camino no está completado.

En este contexto, conviene destacar la actitud que ha caracterizado la relación entre ambas administraciones: la lealtad institucional. Vivas ha mantenido una línea de colaboración por encima de siglas y afinidades ideológicas, defendiendo que el interés general de los ceutíes debe prevalecer siempre. Y es justo admitir que esta forma de ejercer la política —serena, constructiva, adulta— ha favorecido que el Estado mantenga su compromiso con Ceuta incluso en tiempos de enorme turbulencia nacional.

Y es que más allá del ruido, más allá de la crispación y de los titulares, Ceuta necesita una política de Estado. Una política que mire a al presente y al futuro de una ciudad singular por todos los condicionantes de su situación geográfica. Y esa es, precisamente, la responsabilidad que hoy compete tanto al Gobierno de la Nación como al de la Ciudad.

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