Olvidar prejuicios
Los centros residenciales para mayores arrastran todavía una imagen equivocada, la de espacios fríos donde los usuarios deambulan sin rumbo y con sensación de abandono. El Día Mundial del Alzheimer, con las entidades sociales reunidas en la plaza de los Reyes, sirvió este viernes para demostrar lo contrario: en Ceuta existen equipos profesionales que trabajan desde la ciencia, la prevención y, sobre todo, desde la dignidad de la persona.
Las asociaciones participantes recordaron que sus centros no son manicomios ni almacenes de recuerdos perdidos, sino lugares de estimulación cognitiva donde terapeutas aplican métodos no farmacológicos para frenar el deterioro.
Allí, lo esencial es conservar la identidad de cada usuario y acompañar a las familias en un camino duro, en el que el olvido nunca debe confundirse con abandono.
El manifiesto leído puso el acento en lo evidente: el Alzheimer es una enfermedad cruel que altera rutinas, vínculos y autonomías, y que requiere investigación, recursos y políticas públicas serias. El compromiso de las entidades sociales es claro; ahora la pelota está en el tejado de las administraciones, llamadas a garantizar que esa red de apoyo no dependa únicamente de la buena voluntad de profesionales y voluntarios.
La prevención se alza como la mejor herramienta en este escenario. Detectar a tiempo el deterioro cognitivo no es un capricho médico, sino la única vía para frenar la evolución de la enfermedad y prolongar la calidad de vida. El diagnóstico precoz debería ser una prioridad asumida por todos los sistemas sanitarios.
El mensaje de la jornada fue inequívoco: los prejuicios pesan, pero la realidad los desmiente. Los centros residenciales son espacios de vida y de cuidados, no de desarraigo. La sociedad ceutí tiene motivos para confiar en quienes trabajan cada día con nuestros mayores, pero también la obligación de exigir a las instituciones que no miren hacia otro lado. Porque si la memoria se borra, la dignidad debe permanecer intacta.
