Una reunión que abre puertas para Ceuta
 
            La reunión celebrada entre el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no ha sido un encuentro más. Ha sido, sobre todo, una demostración de que la cooperación institucional entre Ceuta y el Gobierno de la Nación puede traducirse en hechos concretos y en compromisos que atiendan la singularidad de esta tierra.
Vivas ha sabido trasladar a la ministra tres cuestiones esenciales para el presente y el futuro de Ceuta: la necesidad de un plan de inclusión social que combata la desigualdad, el mantenimiento del apoyo del Estado en la atención a los menores migrantes no acompañados y el impulso de un modelo económico alternativo basado en el conocimiento, el turismo y la tecnología. Tres pilares que, bien articulados, pueden sostener un proyecto de ciudad más cohesionada, más fuerte y más moderna.
El reconocimiento por parte del Gobierno central de la especificidad ceutí, reflejado ya en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, es un punto de partida que debe consolidarse. Ceuta no pide privilegios, sino justicia territorial. No busca excepciones, sino compensaciones que equilibren la balanza con el resto de España. El reto está en que las promesas expresadas en los despachos se conviertan en acciones medibles, con plazos, recursos y resultados visibles.
En el ámbito social, la brecha existente entre Ceuta y la península sigue siendo inaceptable. La pobreza, la falta de oportunidades y la presión migratoria dibujan un escenario complejo que solo podrá afrontarse con políticas sostenidas y una financiación acorde a las necesidades reales. En materia económica, la ciudad se encuentra en pleno tránsito hacia un modelo que deje atrás la dependencia del comercio atípico y apueste por la diversificación productiva. Para ello, el marco fiscal especial de Ceuta no es un obstáculo, sino una herramienta legítima que debe ponerse al servicio del desarrollo.
Esta reunión con Montero abre una puerta a la esperanza, pero también marca una línea de exigencia. Ceuta necesita que las palabras se conviertan en compromisos concretos y que la cooperación entre administraciones no se limite a gestos de cortesía, sino que se traduzca en soluciones tangibles. Si lo acordado se cumple, Ceuta habrá ganado más que una reunión fructífera: habrá ganado una oportunidad para avanzar hacia un futuro más justo y más estable.
 
             
             
             
             
             
             
            