Aznar, el hombre de las mentiras, busca ahora una nueva: culpar a los musulmanes
Ceuta/ Aznar vuelve a ser protagonista en los medios de comunicación y no para bien, como nos tiene acostumbrados. Hace unos días el expresidente declaró que la inmigración hispanoamericana es beneficiosa porque, según él, busca trabajar, mientras que la musulmana es un peligro serio, una lacra a la que hay que combatir. Todo ello con la arrogancia y el maquiavelismo que siempre lo han caracterizado.
De lo que no habla es que durante su mandato como presidente se regularizaron casi 500 mil personas inmigrantes, de las cuales una parte importante eran africanas y musulmanas. ¿Pero por qué ahora resulta que hay que frenar el fenómeno de la inmigración, en especial la musulmana, si él mismo se encargó de naturalizar a muchos?
Pues todo se debe al contexto y a la situación política. En los últimos años en Europa la inmigración se ha convertido en un tema candente, clave en el auge de partidos como Vox, y que sus medio hermanos han sabido aprovechar también. Es el caso del PP y la fundación que hay detrás de los rumbos ideológicos de su política, una de las muchas que hoy proliferan: la fundación FAES. Esta lleva presidida desde hace más de tres décadas por José María Aznar y su objetivo es “fortalecer la democracia, la libertad y los derechos humanos”, como casi siempre, pero que en realidad no tiene nada que ver con esos valores. Lo que sí defiende a ultranza es el enriquecimiento de unos pocos sobre los muchos.
Estamos ante una internacional reaccionaria que sabe jugar muy bien sus cartas señalando como responsable de las consecuencias de la ineficaz gestión económica de la austeridad europea a la inmigración y, sobre todo, a la musulmana. De ahí que salga este señor insultando a la población musulmana española, y son Ceuta y Melilla las que se ven más afectadas, ya que son las ciudades que más concentración de musulmanes poseen. Hay que señalar que esta población es ejemplar, trabajadora y digna de los pies a la cabeza. Es parte vital del desarrollo económico.
No obstante, lo que lo desacredita es su largo historial de desatinos, por lo que resulta conveniente recordar quién es. Aznar fue presidente del gobierno de España desde 1996 hasta 2004; su nombre siempre será recordado como “el hombre de las privatizaciones”, periodo en el que su ejecutivo privatizó las empresas públicas más importantes que atesoraba el Estado español.
Alumno aventajado de la escuela de Chicago y no muy alejado de la austriaca, sin duda Friedman y Hayek estarían muy orgullosos de él, sus años de gobierno estuvieron marcados por un neoliberalismo de manual, siguiendo un modelo de crecimiento económico basado en la mano de obra barata, favorecida por el fenómeno de la emigración, de la que no se quejaba por aquel entonces y que veía con muy buenos ojos, pues beneficiaba a los grandes capitales en detrimento de las masas asalariadas; en el consumo de las familias con su consiguiente endeudamiento, y el boom de la construcción.
Pero también será recordado como “el hombre de las mentiras”, innumerables y fatales que hicieron un daño inmenso a la población española, por nombrar algunas: la mentira del Prestige, el accidente del buque frente a las costas de Galicia que transportaba 77 mil toneladas de crudo de petróleo y que provocó uno de los mayores desastres medioambientales de la historia de España, su gobierno hizo una gestión nefasta de la catástrofe antes y después de que sucediera; la mentira de Irak y las armas de destrucción masiva, su famosa foto en las Azores quedó para la posteridad, en ella aparece sentado con sus amiguitos atlantistas, con los pies sobre la mesa y un puro en la boca, el vaquero favorito de Bush, riéndose preparando la invasión y destrucción de un país en base a falsedades; y la mentira del 11M, el peor atentado terrorista ocurrido nunca en España, y que su partido intentó aprovechar inventándose el cuento de que fue ETA el perpetrador ante el riesgo de perder las elecciones en aquel año.
La historia, por desgracia, no termina aquí. Después de su salida del gobierno en el 2004 salieron a la luz numerosos casos de corrupción, más de una docena de sus ministros fueron imputados por corrupción, de los que solo algunos cumplen condena. Su famosa frase de “España va bien” demuestra que sí, que va bien pero para unos pocos. Un auténtico legado de villano de película que, por lo tanto, lo que debería hacer es llevar a todo tipo de público dotado de raciocinio y moralidad a condenarlo y reprochar su actitud.
Ceuta, 28 de noviembre de 2025