Gobernar es quedarse. Liderar es dar la cara

COLABORACIÓN

La consejera de Sanidad y Servicios Sociales, Nabila Benzina.
La consejera de Sanidad y Servicios Sociales, Nabila Benzina. | EL PUEBLO

Hay momentos en los que no se trata de estar en política, sino de estar para la gente. Y lo que ha ocurrido esta semana con la decisión de abandonar el Consejo Interterritorial de Sanidad, justo cuando se iba a aprobar la financiación para programas de prevención del cáncer, es uno de esos momentos en los que queda claro quién está por las siglas y quién está por las personas. Como alguien que entiende la dedicación política como un servicio público, pero sobre todo como mujer, no puedo callar ante lo que considero una traición a los principios más básicos de la responsabilidad política: cuidar, proteger, sostener.

Esa es la esencia de nuestra vocación.

La sanidad en Ceuta está en manos del INGESA, sí. Pero la prevención, la concienciación, el trabajo de informar, de llegar a tiempo, de crear cultura de salud, eso sí depende del Gobierno local. Y esa era la reunión que se abandonó. Una reunión que no se podía dejar. Porque a una cita con la vida no se llega tarde. Y mucho menos se planta. Irse de una reunión donde se decide sobre el cáncer no es un gesto político, es una cobardía institucional. Es decirle a miles de personas que tu estrategia de partido importa más que su esperanza de vida. Es negarle a una mujer que se está tocando un bulto en el pecho la posibilidad de ser diagnosticada a tiempo. Es fallarle a quien más te necesita, justo cuando más te necesita.

No se puede ejercer un cargo público como si fuera una bandera de partido. Una consejera no puede levantarse de la mesa donde se están acordando fondos para prevenir el cáncer, una enfermedad que ha tocado a tantas familias, que nos atraviesa a todas y todos, y marcharse obedeciendo una orden política. Porque eso no es liderazgo. Eso es claudicación. Cuando alguien acepta un cargo público, asume también una deuda con la ciudadanía. Y esa deuda no se salda con discursos vacíos ni obediencias ciegas. Se salda con presencia, con responsabilidad, con decisiones difíciles. Abandonar esa mesa fue abandonar a la gente. Y quienes lo hicieron deberán, tarde o temprano, rendir cuentas. No ante sus partidos. Ante quienes esperan un diagnóstico que puede cambiarles la vida.

Hacer política de verdad es mirar a los ojos a las personas que esperan una llamada con miedo. A las que temen el resultado de una prueba. A las que han perdido a alguien porque no se llegó a tiempo. Y poder decirles, yo estuve allí, luchando para que tú tuvieras una oportunidad más. La política no es ruido. Es responsabilidad. Y hay decisiones que no son técnicas, ni siquiera ideológicas. Son humanas. Y humanas deben ser también las consecuencias. Hay errores que pueden corregirse. Pero hay gestos que, en política, son imperdonables. Porque no afectan a un presupuesto ni a un trámite. Afectan a la vida y la muerte. Y cuando alguien elige no estar, cuando alguien huye del deber por comodidad o por disciplina de partido, lo que queda es un vacío que ningún titular ni justificación podrá llenar.

Desde mi compromiso institucional creo firmemente que hay líneas que no se deben cruzar, y silencios que no se pueden permitir. Ceuta necesita líderes que se queden, no que se levanten. Que den la cara, no que la escondan. Que vivan la política como un acto de entrega, no de obediencia. Porque cuando la política se aleja de las personas, pierde todo sentido. Y yo no estoy aquí para eso.

* Secretaria de Política Institucional y Adjunta de Organización

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