Los últimos ejércitos expedicionarios enviados a (tierra firme) para su reconquista (1815-1828)

COLABORACIÓN

Una de las principales causas del avance de las independencias americanas fue debida a los problemas que surgieron en España tras la Guerra de la Independencia (1808-1814) y durante el Sexenio Absolutista (1814-1820)

La Capitulación del General Barradas.
La Capitulación del General Barradas. | CEDIDA

Durante la primera parte del reinado de Fernando VII, España contaba con una armada muy reducida, lo que impedía el envío de tropas al ejército español de Tierra Firme.

Retrocedamos al año 1795, en que España era la tercera potencia naval del mundo. Durante los últimos años del reinado de Carlos IV y durante el reinado de su hijo Fernando VII, nuestra armada cayó en decadencia, como se demuestra a continuación.

En 1796, aún contaba la marina española con 133 buques entre navíos, fragatas, corbetas y bergantines, más unas 140 unidades menores.

Entre 1797 y 1805 se produjeron importantes batallas navales:

14 de febrero de 1797: batalla del Cabo de San Vicente.

12 de julio de 1801: batalla de Algeciras.

5 de octubre de 1804: ataque pirata inglés o batalla del Cabo de Santa María.

21 de octubre de 1805: batalla de Trafalgar.

En todas se perdieron barcos; a esto hay que añadir que, por el Tratado de Aranjuez de 1801, España entregó a Francia seis navíos; cuatro fueron entregados en La Carraca, Cádiz, y dos en Tolón, donde se encontraba la armada franco-española.

Solo se sumaron a la Armada Española los seis buques tomados a los franceses en la primera batalla de la Guerra de la Independencia, batalla de la Poza de Santa Isabel (antiguo fondeadero de la bahía de Cádiz), 8-14 de junio de 1808. Además de un navío tomado a los franceses en Vigo. Se da como la primera batalla de dicha guerra la Batalla de Bailén, el 16 de julio de 1808, pero esta fue algo más de un mes después de la de la Poza de Santa Isabel.

Según el historiador militar y general del Cuerpo Jurídico Militar, don José Cervera Pery, en su escrito “La Marina de Fernando VII, agotamiento, decadencia, crisis”, los efectivos en navíos, que en 1808 eran solo de 42 buques en buen estado, en 1814 se habían quedado reducidos a 16, de los cuales solo 4 estaban en condiciones de navegar, aunque necesitados de carena y obras.

A pesar de la falta de buques para intentar mantener el dominio español en Tierra Firme, el rey Fernando VII mandó publicar el siguiente Real Decreto.

La Capitulación del General Barradas.
La Capitulación del General Barradas. | CEDIDA

El Rey nuestro Señor se ha servido expedir el Real decreto siguiente: “Desde que tuve la dicha de volverme a ver libre entre mis amados vasallos, una de mis primeras atenciones fue el procurar poner término a las calamidades que afligen a varias Provincias de mis dominios de América, auxiliándoles eficazmente los esfuerzos de los buenos Americanos que trabajan por conservar en aquellos hermosos países la tranquilidad que tanto necesitan, al mismo tiempo que me hallaba dispuesto a recibir como verdadero padre a los que conociendo los males que acarreaban a su Patria con su conducta temeraria y criminal quisieron reconciliarse cordialmente. Con este fin se dispuso desde luego la expedición del mando del Teniente General D. Pablo Morillo, la cual, a pesar del estado a que había quedado reducida la Nación después de la destructiva guerra que tan gloriosamente acaba de terminar, en breve se compuso de diez mil hombres efectivos, habilitados superabundantemente de la Artillería y demás efectos correspondientes a cuantas operaciones militares tengan que emprender: el primer destino que se pensó en dar a esta expedición fue socorrer la Plaza de Montevideo, cuya benemérita guarnición y vecindario se habían hecho acreedor a ello, y contribuir a la pacificación de las Provincias del Río de la Plata; pero las circunstancias que sobrevinieron durante su habilitación, lo adelantado de la estación, la lastimosa situación que se hallaba la Provincia de Venezuela, y la importancia de poner en el respetable pie de defensa que conviene al Istmo de Panamá, llave de ambas Américas, decidieron mi ánimo a dirigir la expresada expedición a la Costa firme, donde probablemente habrá ya llegado según los avisos oficiales que se tienen de que el día 28 de febrero último se hallaba reunida a la altura de Canarias con la mayor felicidad, y son de esperar los ventajosos resultados de la prudencia y talento de los Jefes que la mandan, y de la disciplina y buena disposición de sus tropas. Para operar en combinación con ellas han salido últimamente de Cádiz dos mil quinientos hombres más en otras dos expediciones al mando del Mariscal de Campo D. Alejandro de Hore, y del Brigadier D. Fernando Miyares, con dirección al Istmo de Panamá y otros puntos, llevando los cuerpos que lo componen el armamento y correaje necesario para aumentarlas fuerzas, además del correspondiente a dos mil hombres de Infantería y ochocientos de Caballería, que con el menaje de compañías que pueden necesitar cuatro batallones se dirigen al Perú. No obstante esto, deseando proporcionar iguales auxilios a las demás Provincias de Ultramar, cuya situación lo exija, y que se hallen prontas a tiempo oportuno las tropas destinadas tanto a la América del Sur como a Nueva España, he determinado que se reúna un cuerpo de veinte mil hombres de Infantería, mil quinientos de Caballería y su Artillería correspondiente, con objeto de acudir al punto o puntos en que convenga sofocar el germen revolucionario, y hacer respetar a las Autoridades legítimas, cuando no basten los medios de dulzura y reconciliación que me dicta mi corazón, y a que me hallaran dispuesto siempre que los procuren de buena fe: con este objeto se prevendrá lo conveniente a la Comisión de Reemplazos establecidas en Cádiz, a fin de que reúna los medios de toda especie que sean necesarios en proporción de veinte y cinco mil toneladas, que deberán estar prontas desde principios de septiembre próximo hasta mediados de octubre.— Tendreislo entendido, y dispondréis lo conveniente a su cumplimiento.—Rubricado de la Real mano.—En Palacios a 9 de mayo de 1815.—A.D. Miguel de Lardizabal y Uribe.—Es copia.(Literal)

Expediciones a tierra firme en 1815

Expedición de Pablo Morillo

El 17 de marzo de 1815 zarpó de Cádiz la expedición a Tierra Firme al mando del general Pablo Morillo, conocido como “El Pacificador”.

Las fuerzas estaban integradas por casi 11.000 soldados, estos agrupados en ocho regimientos veteranos de la recién acabada Guerra de la Independencia, pero debido a los pocos barcos de que disponía la Armada, se tuvieron que fletar (alquilar) buques de transporte a precio de oro allí donde los encontraban. Dicha expedición llegó a las costas venezolanas el 3 de abril. Un día antes, Morillo fue ascendido a teniente general. Las fuerzas entraron en Caracas el 8 de mayo.

Una vez que Morillo reorganizó el gobierno, se dirigió por vía terrestre a Puerto Cabello; de allí embarcó para Santa Marta, en Nueva Granada, arribando el 22 de julio. De nuevo, con el grueso de las tropas, partió por mar y tierra para asediar Cartagena de Indias. El 20 de agosto llegaron los primeros barcos para el bloqueo; Cartagena de Indias capituló el 6 de diciembre. Tras la capitulación, Morillo ordenó la ejecución de 9 líderes independentistas.

En el mes de enero de 1816, las fuerzas a su mando partieron para la completa liberación de Nueva Granada: Morillo entró en Santa Fe de Bogotá el 27 de mayo, apoderándose de casi todo el territorio de Venezuela y Colombia.

Morillo permaneció en Santa Fe de Bogotá desde mayo a septiembre.

Aunque las tropas de Morillo participaron contra los rebeldes en diferentes combates, su empeño era perseguir a Bolívar. Ambas fuerzas se enfrentaron en la batalla de Calabozo, Venezuela, el 12 de febrero de 1818: las fuerzas realistas a los mandos de Morillo y Francisco Tomás Morales, y las de Simón Bolívar con los generales José Antonio Páez (el llanero), Manuel Cedeño y José Tadeo Moragas.

Debido a la diferencia de fuerzas, después de una durísima batalla, las tropas realistas se vieron obligadas a refugiarse en Calabozo. Estas fuerzas resistieron durante tres días, pudiendo escapar dificultosamente de esta ciudad.

Las fuerzas al mando de Morillo regresaron a Caracas; una vez reagrupadas, iniciaron la persecución a Bolívar, al que derrotaron el 16 de marzo de 1818 en la conocida como “Tercera Batalla de la Puerta” o “Batalla del río Semen”. Durante la batalla, Morillo recibió un lanzazo en un costado, por lo que tuvo que estar un tiempo convaleciendo en Caracas.

Esta victoria permitió a España recuperar la capital de la Capitanía de Venezuela, arruinando la campaña del Centro de Bolívar y aniquilando parte del ejército que se dirigía a Caracas.

En diciembre de 1819, por mérito en la batalla de La Puerta, el rey concedió a Morillo los títulos de conde de Cartagena y marqués de La Puerta.

Morillo entregó al general José María Barreiro el mando de la tercera división para la defensa de Santa Fe, pero este no pudo frenar el ataque independentista, siendo derrotado en las batallas del Pantano de Vargas el 25 de julio de 1819 y en Boyacá el 7 de agosto del mismo año.

José María Barreiro y 37 oficiales españoles serían tomados prisioneros y fusilados el 11 de octubre, día en que cayó la ciudad de Santa Fe de Bogotá en manos bolivarianas.

Durante el Trienio Liberal, en septiembre de 1820, se iniciaron negociaciones entre Pablo Morillo y Simón Bolívar. En dichas negociaciones, se firmó el Tratado de Armisticio el 25 de noviembre de 1820 y el de Regulación de la Guerra, al día siguiente, en los que se daba una tregua de seis meses, que no fue cumplida por los insurgentes. Estos tratados debían dar fin al decreto de Guerra a Muerte de Simón Bolívar del 15 de junio de 1813.

Tras estos acontecimientos, Morillo renunció al mando del Ejército Expedicionario el 14 de diciembre de 1820, regresando a España tres días más tarde, dejando el mando al general Miguel de la Torre. De la Torre se enfrentaría a las fuerzas bolivarianas el 24 de junio de 1821 en la decisiva batalla de Carabobo, Venezuela, con victoria independentista, lo que significó la recuperación de Venezuela por las fuerzas bolivarianas.

Expedición de Alejandro de Hore

Como señala el Decreto de Fernando VII, en refuerzo de las tropas de Pablo Morillo, se enviaron otras dos expediciones, una al mando de Alejandro de Hore y otra al de Fernando Miyares.

La primera de ellas, la del mariscal de campo Alejandro de Hore, que había sido nombrado comandante general de Panamá, zarpó de Cádiz en marzo de 1815 con rumbo a Portobelo. De Hore iba en la corbeta mercante Neptuno, que no estaba armada, y donde habían embarcado con De Hore 18 oficiales, 264 soldados y 2.000 fusiles. La corbeta fue capturada en la desembocadura del río Sinú, Colombia, por la flotilla del almirante José Prudencio Padilla en la conocida como batalla de Tolú, poniendo rumbo la flotilla y su captura a Nueva Granada. Varios oficiales españoles prisioneros serían asesinados en los calabozos de Cartagena de Indias por el decreto de Guerra a muerte de Bolívar.

Una vez que Morillo reconquistó Cartagena de Indias, De Hore fue liberado.

Tras su liberación, tomó posesión del mando como comandante general de Panamá el 27 de febrero de 1816. El 17 de julio de 1817 recibió el nombramiento de gobernador del istmo. Falleció en Panamá el 8 de julio de 1820.

Expedición de Fernando Miyares Mancebo a México

La segunda fue la del brigadier de infantería Fernando Miyares Mancebo; que zarpó de Cádiz el 14 de abril de 1815.

Miyares iba al mando de una división compuesta por la fragata Sabina y 9 transportes, con 1.749 hombres, los regimientos de Órdenes Militares con 1.126 soldados en dos batallones y el ligero Voluntarios de Navarra con 623 soldados, veteranos de la Guerra de la Independencia, desembarcando en Veracruz el 18 de junio, de donde partieron para Jalapa, México, donde llegaron el día 26.

La campaña de Miyares se inició el 24 de julio de 1815 atacando la posición Puente del Rey con el batallón Órdenes Militares; esta sería una de sus muchas victorias, especialmente para la liberación de la ruta Xalapa-Veracruz.

Miyares trató de contrarrestar a los rebeldes que estaban en el Camino Real, estableciendo destacamentos en El Encero, Plan del Río, Puente del Rey y La Antigua.

En la zona de La Antigua, Miyares propuso que se aprovecharan los escombros del destruido pueblo de La Antigua. Para la construcción de los fortines del trayecto Xalapa-Veracruz se invirtieron 12.463 pesos. Miyares unía el grado de brigadier de infantería al de capitán de ingenieros.

A finales de 1815, Miyares, por méritos en la liberación de la ruta Xalapa-Veracruz, fue nombrado gobernador e intendente de la provincia de Veracruz, cargo en el que permaneció hasta abril de 1816. En este año, Miyares, fatigado por una enfermedad en el pecho que le produjo una caída que sufrió en San Andrés, tuvo que regresar a España.

Falleció en la ciudad de Málaga en 1821.

México consumó su independencia el 27 de septiembre de 1821.

NOTA. Fernando Miyares Mancebo era hijo del que fue capitán general de Venezuela, Fernando Miyares Pérez y Bernal (1810-1812), suegro del también capitán general de Venezuela, el ceutí Ramón Correa Guevara (1818-1821).

La Expedición de 1820, que nunca zarpó

Al final del decreto de Fernando VII leemos: He determinado que se reúna un cuerpo de veinte mil hombres de infantería, mil quinientos de caballería y su artillería correspondiente, con objeto de acudir al punto o puntos en que convenga sofocar el germen revolucionario.

Este cuerpo expedicionario tendría que partir el 1 de enero de 1820, pero para dicha expedición solo se pudieron reunir 14.000 hombres. Debido a que ni tropas ni oficiales querían embarcar, se les comunicó a los oficiales que si partían ascenderían, y si no lo hacían, jamás serían ascendidos.

Para la expedición fue nombrado comandante en jefe el general Enrique O´Donnell y como segundo, el mariscal de campo Pedro Sarsfield (nacido en Ceuta el 28.12.1781). El 23 de junio de 1819 se designó nuevo jefe de la expedición a Pedro Sarsfield; este manifestó, en su destino en Cataluña, que su salud no le permitía viajar a América, pero que aceptaba la orden del rey.

El asedio a Cartagena de Indias de 1815.
El asedio a Cartagena de Indias de 1815. | CEDIDA

El 21 de mayo, Sarsfield llegó a Jerez, donde se declaró enfermo, con el fin de enterarse de los problemas de la tropa sin comprometerse. En primer lugar, supo que nadie de la tropa quería embarcarse, y ello era un problema militar de cierta gravedad. El 9 de junio, las logias masónicas militares contactaron con Sarsfield, pues esperaban que fuera el jefe de la rebelión y sustituyera a O´Donnell al que creían irresoluto. En la delegación masónica estaban el coronel Antonio Roten, el coronel José Grasses, el coronel José Gutiérrez Acuña y José Moreno Guerra. Sarsfield se enteró tanto de la preparación de la rebelión como de que O´Donnell estaba enterado de todo y no había actuado en ningún sentido, lo cual era un delito. También supo que la sublevación sería la noche del 7 al 8 de julio de 1819. Sarsfield denunció el 18 de junio la conspiración ante O´Donnell y formó su propio grupo de leales absolutistas. O´Donnell se sintió atrapado, denunciado por los hechos, a punto de echar abajo su carrera militar, y el 23 de junio se declaró absolutista y ordenó a Sarsfield que se introdujese entre los conspiradores “liberales” como si estuviese de su lado, a fin de organizar la represión más convincente (papel que era exactamente el que estaba jugando Sarsfield). Sarsfield pasó a jugar el papel de espía doble: los conjurados confiaban en él y en O´Donnell. Este siguió fingiendo indecisión, pero preparó la represión. El 28 de junio, el marqués de Campoverde, que estaba entre los conjurados, se entrevistó con O´Donnell, y todavía le dio más información. (Historia de España, el pronunciamiento de Riego).

Posteriormente, detendrían a parte de la oficialidad liberal, entre ellos al coronel Quiroga y al comandante San Miguel.

Más tarde, para el golpe, fue nombrado coordinador Mendizábal, aún faltaba un jefe militar para el pronunciamiento. Alcalá Galiano buscaba un jefe militar y pensó en el coronel Antonio Quiroga, pero este estaba detenido en la cárcel de Alcalá de los Gazules. Mendizábal comunicó que el teniente coronel Rafael de Riego se ofreció a encabezar el pronunciamiento. Rafael de Riego era teniente coronel en dicha expedición a América.

La expedición para América no pudo partir por varios motivos; el más importante fue el pronunciamiento. Algunos personajes, como Mendizábal, Quiroga o Alcalá Galiano, trataron de evitar la partida, como se comprueba en la siguiente proclama:

Proclama de Quiroga, enviada desde el Cuartel General de San Fernando, del 5 de enero de 1820: “Nuestra España iba a destruirse con vuestra ruina; iba a completarse la de la Patria. Vosotros estabais destinados a la muerte, no para realizar la conquista ya imposible de la América, sino para libertar al gobierno del terror que de vuestro valor ha concebido” (Proclama tomada de: La revolución de 1820. El pronunciamiento militar de Riego en las proclamas conservadas en el Archivo General de Andalucía).

Había un ejército de 14.000 hombres que no querían luchar en América ni embarcar en los pocos barcos que había y que no reunían condiciones. Una parte de ellos prefirió luchar en España en el lado liberal antes que partir para la América hispana. Probablemente, si se hubiera producido el golpe y fuera la Corona la que les pidiera luchar en España, igualmente habrían aceptado, todo antes que embarcar.

Una buena parte de las tropas que tenían que haber ido a tierra firme fueron la base para que Riego produjera el pronunciamiento, que sería el inicio del Trienio Liberal.

Para el pronunciamiento, el primer propuesto fue el ceutí mariscal de campo Pedro Sarsfield; el segundo, el coronel Antonio Quiroga, detenido en la cárcel de Alcalá de los Gazules, por lo que, al no haber otro, Mendizábal encontró al teniente coronel Rafael de Riego dispuesto a encabezarla.

La Expedición de Isidro Barradas a México, 1828

En febrero de 1825, Isidro Barradas fue destinado al mando de una expedición para reforzar la guarnición de La Habana.

Por real orden del 5 de julio de 1825, se le comunicó que regresase a la Península.

El 25 de septiembre, el rey le confiere el gobierno civil y militar de Santiago de Cuba. Estando en su destino, el 22 de marzo de 1828 obtuvo el empleo de brigadier de infantería. En este mismo año, de nuevo se le ordenó que regresara a la Península, donde se le comunicó, por orden real, que fuera él quien dirigiera la expedición reconquistadora a tierra firme.

En junio de 1828, el brigadier Ángel Laborde tomó el mando de una división naval, recibiendo la orden de partir rumbo a La Habana. Una vez en Cuba, recibió nuevas órdenes del capitán general de la isla de transportar unas fuerzas que estaban al mando del brigadier Isidro Barradas, para tomar la ciudad de Tampico, México.

Las fuerzas, unos 4.000 hombres, partieron de La Habana el 6 de julio de 1829 con un navío, dos fragatas, dos cañoneras y quince barcos de transporte de diferentes tonelajes.

El 26 de julio de 1829, las tropas desembarcaron en Cabo Rojo, Veracruz, cerca de Tampico, México; Barradas dio la orden de iniciar la marcha. La división estaba formada por la 1ª compañía de caballería de descubierta, el 1.er regimiento, la compañía de guías y artillería.

El día 30 se produjo el primer enfrentamiento, en Los Corchos. El 1º de agosto, derrotando a un enemigo tres veces superior. Al día siguiente emprendieron la marcha hacia Tampico Alto. El día tres partieron para Pueblo Viejo; allí recibieron noticias de que el general enemigo Felipe de la Garza, con una fuerza de 3.000 hombres, ocupaba la Barra.

Al llegar a la Barra de Tampico, la tomaron; Barradas enarboló la bandera de parlamento con la intención de entrevistarse con el general de la Garza. De la Garza rechazó cuantas ofertas recibió de la expedición española.

El día siete, la división inició su marcha para tomar la ciudad de Tampico, Tamaulipas. Al llegar a la ciudad, comprobaron que los enemigos la habían abandonado. Continuando la marcha, durante la misma, la división tuvo diferentes enfrentamientos.

Al regresar, el día 21 de agosto, atacó a la retaguardia de las fuerzas de Santa Anna, imposibilitándole la retirada. Cuando Barradas estaba preparado para el combate, se enteró de que un subordinado suyo, el coronel Miguel Salomón, había iniciado conversaciones con los jefes mexicanos. Más, conociendo que 3.000 hombres al mando de la Garza se aproximaban a la plaza, por estos motivos, tomó la decisión de dejar que las fuerzas de Santa Anna evacuasen la ciudad.

Desde el 23 de agosto, una enfermedad de fiebre amarilla en el ejército realista pasó a ser epidemia.

Santa Anna envió un mensaje a Barradas el día 8 solicitándole una rendición incondicional, con un ultimátum de solo dos días. Barradas comunicó que no se rendía.

El día 10 de septiembre se produjo una encarnizada batalla. Santa Anna ese día atacó el fortín de la Barra, en poder de los realistas. El día 11, después de once asaltos a la bayoneta, las fuerzas del general Santa Anna se retiraron; la falta de víveres y la fiebre amarilla acabaron con cerca de mil soldados españoles, y las dificultades atmosféricas obligaron a las fuerzas españolas a capitular el mismo día 11 de septiembre en Pueblo Viejo, Veracruz. En la capitulación (son 9 puntos, no se adjuntan) se acordó que fuera trasladado a Tamaulipas parte del batallón Reina Amalia, el escuadrón de cazadores del Rey y las compañías de Artillería y Guías, todas ellas a las órdenes del comandante Juan Martín.

Dicha capitulación fue firmada por el coronel Miguel Salomón y el teniente coronel Fulgencio Salas. Barradas, la ratificó en la ciudad de Tampico.

Los enfermos y heridos permanecieron hasta el 10 de diciembre, cuando pudieron embarcar con destino a La Habana.

Este enfrentamiento puso fin a los intentos de España de recuperar su dominio sobre el territorio mexicano, ocho años después de la consumación de la independencia en septiembre de 1821.

La expedición de Isidro Barradas sería el último intento de recuperar Tierra Firme.

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