"Vivas no tiene un plan real para Ceuta"

BALANCE 2025

El presidente local y portavoz de vox, juan sergio redondo, cierra el año con optimismo en cuanto a su formación se refiere, aunque se muestra más pesimista en cuanto al futuro de Ceuta. También advierte que Santiago Abascal visitará Ceuta "cuando quiera, como ha hecho siempre"

Abascal y Redondo en una visita del líder de Vox a Ceuta
Abascal y Redondo en una visita del líder de Vox a Ceuta | Archivo
Juanjo Coronado
30 dic 2025 - 17:51

Pregunta.- ¿Qué balance hace del año 2025?

Respuesta.- Mi balance de 2025 es claramente negativo, y lo es por una razón principal: el Gobierno de Juan Vivas ha vuelto a demostrar que no tiene un plan real para sacar a Ceuta del estancamiento. Se ha limitado a gestionar la inercia, a apagar fuegos cuando el problema ya estaba encima y a vender normalidad, mientras los ceutíes siguen soportando las mismas dificultades de siempre.En inmigración, 2025 ha confirmado que Ceuta continúa bajo una presión constante y que el Ejecutivo local no ha sabido —o no ha querido— defender con firmeza los intereses de la ciudad, ni exigir respuestas eficaces y sostenidas. En seguridad, no se ha transmitido la sensación de control y prevención que una administración responsable debe garantizar. Y en economía, el dato político es que seguimos sin un modelo que genere empleo estable, actividad privada y oportunidades para los jóvenes; se mantiene una dependencia que no resuelve nada y que consolida el problema.

Lo más preocupante es que el Gobierno de Vivas actúa como si Ceuta pudiera permitirse otro año más de “gestión” sin reformas profundas. No se prioriza lo urgente, no se corrige lo que falla y no se afrontan las causas de los problemas. Esa falta de ambición y de determinación tiene un coste directo: desgaste social, pérdida de oportunidades y frustración ciudadana.

Por eso, 2025 deja una conclusión institucional nítida: Ceuta no puede seguir con el mismo rumbo. Y el principal responsable de que la ciudad permanezca bloqueada es un Gobierno que lleva años instalado en la comodidad de la continuidad, sin asumir la magnitud del reto ni impulsar el cambio que Ceuta necesita.

P.- El año 2026 va a ser un año marcado, políticamente, por la cita preelectoral. ¿Va usted a ser, de nuevo, el candidato a la Presidencia de la Ciudad por parte de Vox

R.- El año 2026 será, sin duda, un año relevante desde el punto de vista político, pero las decisiones sobre candidaturas deben adoptarse en el momento oportuno y dentro de los cauces orgánicos del partido. Vox es un proyecto sólido en Ceuta, con una base firme y una clara vocación de futuro, y ese proyecto está por encima de cualquier nombre propio.

Nuestra ciudad afronta problemas graves y estructurales que exigen nuevas formas de trabajar, nuevas ideas y una visión renovada. Ceuta necesita superar etapas en las que la política se ha entendido como una permanencia personal y abrirse a equipos con mayor impulso, preparación y capacidad de afrontar los retos con energía y determinación, especialmente dando espacio a gente joven comprometida con el futuro de la ciudad.

En lo personal, siempre estaré a disposición de lo que mi partido considere más adecuado para Ceuta y para el proyecto de Vox. No obstante, también debo ser responsable con mi actividad profesional y con las obligaciones que de ella se derivan. Mi continuidad en primera línea política estará necesariamente vinculada a cómo se desarrolle mi proyección profesional a lo largo del próximo año, un aspecto que también debo valorar con rigor y honestidad.

En cualquier caso, lo verdaderamente importante es que Vox siga creciendo en Ceuta y ofreciendo a los ceutíes una alternativa seria, coherente y centrada en resolver los problemas reales de nuestra ciudad.

P.- El año que hemos cerrado ha estado marcado por, entre otras cosas, la vida interna de su partido. A nivel nacional, quien parecía ser un referente como Javier Ortega Smith acaba siendo expulsado de la Ejecutiva Nacional. A nivel local, de los cinco diputados que tenían ustedes, una ha acabado en grupo de los no adscritos y otro sigue perteneciendo oficialmente a Vox, aunque solo sea en el Grupo parlamentario. ¿Qué ha pasado y como lo están gestionando?

Lo que usted describe, en el fondo, se resume en una palabra: vida. Un partido político no es una maquinaria abstracta; está hecho de personas, con caracteres distintos, prioridades distintas y maneras diferentes de entender el trabajo en equipo. Y eso, en un proyecto que crece y se consolida como Vox, se nota más, porque todavía está en una fase de construcción y de definición progresiva.

Dicho esto, conviene aclarar una idea esencial: Vox es un proyecto en crecimiento, pero con una estructura interna sólida, bien definida por sus estatutos y reglamentos. Quien se incorpora sabe que existe una organización, una disciplina y una jerarquía, y que respetarlas no es un capricho, sino una condición necesaria para que el proyecto funcione. Más aún en un ecosistema político y mediático extraordinariamente hostil hacia lo que Vox representa.

Esa disciplina, naturalmente, exige algo que no siempre resulta cómodo: renunciar a determinados individualismos en beneficio del conjunto, de la eficacia y de la coherencia. Y no todo el mundo lo asume de la misma manera. Hay quienes, llegado un punto, entienden que su camino debe ser otro. Están en su derecho, pero Vox también tiene la obligación de preservar su unidad, su operatividad y su línea política.

En Ceuta, lo estamos gestionando con serenidad y con claridad: el Grupo mantiene su trabajo, su agenda y su compromiso con los ceutíes. Lo importante no es el ruido interno, sino que Vox sigue defendiendo en la Asamblea lo que prometió defender: seguridad, empleo, control de la inmigración ilegal, regeneración política y la defensa de la identidad y la cohesión social de la ciudad.

Y, además, esto no es una anomalía exclusiva de Vox. Basta mirar a partidos con décadas de historia, como el PSOE o el PP, para ver que han atravesado crisis internas, salidas, enfrentamientos y cambios de liderazgo a nivel local y nacional en estos últimos años. La diferencia es que Vox, precisamente por ser un proyecto joven y en expansión, está sometido a un foco y a una presión permanente.

En cualquier caso, si algo tenemos claro es que Vox está por encima de cualquier nombre. Vox tiene un liderazgo sólido a nivel nacional, el de Santiago Abascal, y el resto estamos para servir al proyecto: aportar, trabajar, sumar y, cuando llegue el momento, dar paso a otros. Porque esto no va de sillones, ni de personalismos; va de un proyecto político con vocación de permanencia y de servicio.

NOTA DE LA REDACCIÓN: ESTA ENTREVISTA SE REALIZA HORAS ANTES DE QUE CARLOS VERDEJO ANUNCIARA SU PASE AL GRUPO DE LOS NO ADSCRITOS.

Usted no es muy amigo de las encuestas, pero estas les dan la suficiente fuerza para poder decidir en el Congreso de los Diputados y en Extremadura han obtenido unos resultados excelentes. ¿Es, simplemente, el ‘voto del cabreo’ como se dice coloquialmente o hay algo más?

No soy especialmente partidario de convertir las encuestas en el centro del debate, porque una encuesta no es un resultado y, muchas veces, llega tarde o mide mal lo que está ocurriendo en la calle. Pero precisamente por eso conviene decirlo con claridad: lo que le está pasando a Vox no es un fenómeno coyuntural, ni un “pico” de enfado pasajero. Vox es un proyecto que ha llegado para quedarse.

¿Hay voto de hartazgo? Por supuesto que lo hay, porque hay muchísima gente cansada de un bipartidismo que se turna, se reparte cuotas de poder y utiliza al ciudadano como contribuyente cautivo para sostener privilegios, redes y estructuras que no solucionan los problemas reales. Pero reducirlo al “voto del cabreo” es simplificar de manera interesada. Lo que hay, sobre todo, es un voto de conciencia y de respuesta: ciudadanos que han entendido que con los de siempre el país no mejora y que hace falta una alternativa firme, coherente y sin complejos.Vox está conectando cada vez con sectores sociales muy distintos: trabajadores, autónomos, familias, jóvenes, gente de barrios, profesionales… Eso significa que nuestro suelo electoral se consolida y que, a diferencia de lo que algunos repiten, no existe un techo definido. Es un proyecto transversal que crece porque pone encima de la mesa lo que otros evitan: seguridad, inmigración, empleo, impuestos, servicios públicos que funcionen y respeto a la igualdad de todos los españoles.

Y lo de Extremadura es una buena prueba de algo que llevo tiempo diciendo: las encuestas, muchas veces, no son capaces de medir con fiabilidad un crecimiento que se está produciendo de forma sostenida en toda España. Han fallado antes y pueden volver a fallar, porque se está moviendo un voto silencioso, un voto que no siempre se declara y que luego aparece donde de verdad cuenta: en las urnas.

Por eso, más que hablar de “cabreo”, yo hablaría de un cambio de etapa. Y si esa tendencia se mantiene, 2026 puede traer sorpresas electorales que ya están anticipando algunos analistas, para disgusto de quienes llevan años viviendo cómodamente del tablero bipartidista.

¿Cómo son las relaciones de Vox con el resto de las formaciones políticas? ¿Tan malas como parece, peores o algo mejor de lo que aparentan?

Las relaciones de Vox con el resto de formaciones en la Asamblea se mueven, en términos generales, dentro de la cortesía parlamentaria. Es verdad que hay debates intensos, porque Vox defiende sus posiciones con firmeza y con claridad, y porque no estamos dispuestos a suavizar el diagnóstico cuando hablamos de los problemas reales que padece Ceuta.

Ahora bien, conviene precisar algo: esa vehemencia no es personal. Aquí no hay nada personal, lo que hay es política y responsabilidad pública. Vox señala decisiones, señala modelos de gestión y, cuando corresponde, exige que se asuman y se depuren responsabilidades por la situación a la que se ha llegado. Eso forma parte del control democrático y de la obligación que tiene cualquier grupo de oposición.

Además, Vox no actúa desde el sectarismo. Se puede comprobar que apoyamos propuestas del Gobierno cuando entendemos que son necesarias para el buen funcionamiento de la ciudad, y del mismo modo podemos apoyar iniciativas de cualquier otro grupo si consideramos que son positivas para Ceuta. Nosotros no votamos en función de quién lo propone, sino de si beneficia o no a los ceutíes.

Donde sí se percibe más dificultad es en la actitud de algunos grupos hacia Vox. Hay formaciones que, por prejuicio o por cálculo político, han optado por una línea más sectaria, y no siempre emplean las formas adecuadas. En esos casos, nuestra posición ha sido clara desde el inicio de la legislatura: mantener el equilibrio y el respeto institucional, y responder con firmeza únicamente cuando ese respeto se ha quebrantado.

En cualquier caso, las relaciones no son tan malas por nuestra parte; Vox mantiene la cortesía y la disposición a apoyar lo que sea bueno para Ceuta. El problema aparece cuando otros prefieren el cordón, el ruido o el bloqueo antes que reconocer que muchas de nuestras propuestas pueden aportar soluciones reales a la ciudad.

¿Van a proponer que se elimine la declaración de persona non grata a Santiago Abascal en algún momento de los próximos meses?

Esa es una cuestión que, sinceramente, dice mucho más de quienes impulsaron y apoyaron esa declaración que de la persona a la que va dirigida. Fue un gesto infantil y profundamente impropio de una institución que debería actuar con seriedad, altura y sentido de responsabilidad.

Cuando una Asamblea entra en ese tipo de gestos, lo que hace es restarse credibilidad y respetabilidad ante los ciudadanos. Porque la política útil no consiste en aprobar “declaraciones” para hacerse una foto o contentar a determinados sectores, sino en resolver los problemas reales de Ceuta.

En cuanto a si lo vamos a proponer en los próximos meses, le diría que no es un asunto que nos preocupe en absoluto, porque carece de efectos prácticos. No cambia nada, no mejora nada y no aporta nada a la ciudad. Es, en el mejor de los casos, una ocurrencia sin recorrido.

Santiago Abascal vendrá a Ceuta las veces que quiera, como ha hecho desde esa declaración, y seguirá recibiendo el apoyo y el cariño de muchos ceutíes que ven en Vox una alternativa sólida y una esperanza real de cambio de rumbo, tanto para Ceuta como para España. Por tanto, nuestra prioridad no va a ser alimentar ese tipo de polémicas estériles, sino centrarnos en lo que importa: seguridad, empleo, servicios y futuro para los ceutíes.

¿Dónde van a centrar sus propuestas el próximo año?

Vamos a centrar nuestras propuestas exactamente en lo que venimos defendiendo desde el inicio de la legislatura: nuestro proyecto político y nuestro programa, sin desviarnos y sin dejarnos arrastrar por debates estériles. El eje principal seguirá siendo la seguridad, porque no hay convivencia ni calidad de vida sin orden, ni sin autoridad institucional. Junto a ello, el empleo y la economía, apostando por un modelo que genere actividad real, oportunidades para los jóvenes y respaldo a autónomos y pequeñas empresas, frente a la dependencia y el asistencialismo permanente.

La inmigración ilegal seguirá ocupando un lugar central en nuestras propuestas, porque es uno de los factores que más tensionan a Ceuta y porque durante demasiado tiempo se ha evitado abordar este problema con claridad y firmeza. A esto se suma la regeneración política, imprescindible para acabar con prácticas, inercias y privilegios que han alejado a las instituciones de los ciudadanos. También pondremos especial énfasis en la defensa de nuestra identidad, de nuestra cultura y tradiciones, y en la lucha contra la degradación y la marroquinización de muchos barrios, una realidad que afecta directamente a la convivencia, al espacio público y a la cohesión social. Defender Ceuta es defender su carácter español, su modelo de ciudad y su proyección de futuro.

En definitiva, nuestras propuestas estarán orientadas a mejorar la calidad de vida de los ceutíes y a construir un futuro más moderno, más próspero, más español y más occidental para Ceuta.

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