Alvaro e Ignacio: pasado, presente y futuro del Cuerpo Nacional de Policía
POLICÍA NACIONAL
Uno de los agentes más veteranos y uno de los más noveles con destino en la Jefatura Superior de Policía en Ceuta intercambian opiniones con motivo del día del Patrón

En octubre de 1980, la Policía Nacional velaba en Bilbao los cadáveres de José Antonio Merenciano y Jesús Hernando, asesinados el día antes. Fue la primera imagen que un joven chaval de León, hijo de guardia civil y que había decidido opositar a lo que fuera al terminar sus estudios de Maestría Industrial, recuerda de su entrada en el Cuerpo Nacional de Policía. “Mi primera imagen eran los ataudes de los dos compañeros en el cuartel. Nosotros aún éramos militares y tuvimos que velarles marcialmente. Aún recuerdo las lágrimas de algunos compañeros ante los cuerpos de esos hombres”, dice Álvaro Salmerón. Hoy está cerca de la jubilación, y de quedarse a residir en una ciudad, como Ceuta, a la que llegó hace algunos años casi por azar y en la que ha decidido quedarse para los restos una vez acabe su periplo laboral.
Junto a Álvaro, el jerezano Ignacio Pérez. Apenas un niño, de unos envidiables 21 años de dad, que mira con una mezcla de asombro y admiración a su compañero. “Yo no viví nada de eso, afortunadamente, pero soy consciente de las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse mis compañeros de esa generación y pone los vellos de punta”. Aprobó el pasado año y está en Ceuta de prácticas.
La charla tiene lugar en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía. Ambos intercambian opiniones. A Álvaro le hubiera gustado especializarse más en algunas cuestiones, aunque a cambio de ello ha tenido mayor estabilidad en temas como traslados. Ignacio señala que “no puedo decir hasta donde me gustaría llegar, porque la vida es muy imprevisible y dependería de las circunstancias que se vayan dando”.
Sin embargo, lo que si tienen claro es por que eligieron el C.N.P. como forma de vida. “Yo hacía artes marciales en el instituto, y siempre sentí mucha ternura por aquellos chicos de los que abusaban los malos. Quizá eso me llevó a la Policía Nacional”, reconoce quien antes optó por Bomberos o Endesa. “Fue la tercera opción”, dice Álvaro. Ignacio no tiene un motivo claro, pero “aquello de ayudar a la gente, de estar siempre con los más desfavorecidos fue lo que me llevó” a trabajar en la Policía Nacional.
En cuanto a la familia, si el más veterano es hijo de un “guardia civil de los de antes, y a mi no me gustaba el ambiente excesivamente militarizado que tenía ese cuerpo, en el que por otro lado tengo grandes amigos y al que respeto mucho”, a Ignacio no le preceden antecedentes en casa. “Mis padres siempre han sido muy liberales en ese sentido; si quería ser policía, como si me hubiera decantado por otra cosa: siempre he tenido ese apoyo. No fue el caso de esos padres que tenían cierto miedo a que el hijo ingresara en la Policía porque podía ser un riesgo”, nos confiesa.
Lo que si queda claro es el respeto que se tienen entre ambos, el veterano y el novel. El más joven explica que “poder charlar con gente tan veterana, con tanto vivido, es un lujo”. El más veterano responde con otro piropo y con una recomendación. El halago: “ahora vienen más preparados, algunos incluso con una carrera universitaria previa al ingreso en la Policía Nacional. Y la recomendación: “Uno tiene que superarse y la superación conlleva en el ascenso dentro de la Policía Nacional o la especialización. Cualquier tipo de especialización: guías caminos, UIP, GEO, OES, TEDAS, helicópteros, tanto de mantenimiento de helicópteros como de piloto. Si tienes la posibilidad. Cada sitio te pide unos conocimientos y unas cosas, pero eso es el futuro. Para un chaval joven que acaba de entrar, mi recomendación es esa. Como se quede obsoleto, se quede parado, se quede ahí, ha perdido una buena oportunidad. Dentro de la Policía, una cosa buena que tiene es que te ofrecen es la opción de trabajar en distintos campos”.

“De lo único que me arrepiento del destino en Ceuta es de no haber venido algunos años antes”
Ninguno de los dos son ceutíes, pero no tengan duda de que esta es una ciudad que les ha marcado mucho. De hecho, Salmerón -actualmente al frente de los TEDAX- admite que “de lo único de lo que me he arrepentido al venir a Ceuta es no haberlo hecho antes”.
En su caso “vine de rebote, no porque me gustara Ceuta sino porque salieron plazas por cercanía y yo estaba en Sevilla y vivía en Málaga. Entonces dije, pues me voy a Ceuta, que tengo a Algeciras, 100 kilómetros desde Málaga, 150 kilómetros a Algeciras, y de Málaga a Sevilla 250. Además me han dicho que se gana algo más, para costearme los viajes. Porque de un principio, mientras mi familia estaba allí, pues yo iría y vendría”.
Esa era la intención inicial. “ya me he comprado vivienda aquí, me he quedado ya afincado, por así decirlo me he regularizado aquí. Estuve un año así yendo y viniendo hasta que pude traer a la familia y ya nos hemos quedado todos. Mi hijo estudiaba en Los Agustinos, ahora está en la universidad aquí, y todo muy bien”.
Ignacio no tiene tanta trayectoria en la Ciudad Autónoma, pero “la ciudad tampoco la conocía mucho, pero es muy bonita. La verdad que me ha gustado bastante. Muy cuidada, la gente muy acogedora”.
Y ¿profesionalmente? “El tema de la labor policial, también muy bien. Yo creo que es buen destino para aprender y como primer destino yo estoy contento”, admite el más joven.
El más veterano, obviamente, ha tenido alguna intervención más. “La gente piensa fuera,que esto es una batalla continua, que es lo desconocido. Como no saben, pues es el temor,. O allí que te atracan, te roban o que están... Pues no: yo estoy encantado. Yo me he venido a nivel profesional estupendamente y profesionalmente. Hablas de Ceuta, y parece que estamos en una guerra contínua entre cristianos y musulmanes y el resto de culturas. Algo que, desde luego, no le hace justicia a la ciudad”, señala Álvaro Salmerón.

Un maletín de farmacia abandonado y una pelea en un banco
Tener a uno de los policías más veteranos y al más joven en Ceuta lleva a preguntar, también, por alguna de sus últimas intervenciones.
En el caso de Salmerón, su última intervención le llena de especial orgullo “porque no reventamos ningún cristal ni coche cercano, que eso es algo que en los TEDAX siempre es complicado, evitar que haya algún daño colateral”. Fue en la Estación Marítima; un representante de productos de farmacia se había dejado olvidada una maleta, y el perro especialista vio que había algo dentro. Eran restos químicos, y fue el 18 de octubre de 2022. En efecto, tras un gran estruendo y acordonar la zona, no hubo que lamentar daños personales más allá de la maleta.
Esa fue la última intervención de Álvaro. La primera de Ignacio “fue este verano con un señor que estaba amenazando a los empleados de un banco, porque quería cobrar un dinero. Al final, tuve que reducirlo y tirarle al suelo, porque ya se estaba poniendo excesivamente violento”.
Santo Ángel: comida con familiares y turno de guardia y trabajo
Esta entrevista se lee el 8 de octubre, día en que se celebran los actos con motivo de la festividad de la Policía Nacional. Pero ‘Santo Ángel’ o los Ángeles Custodios tiene lugar el 2 de octubre. La entrevista se celebró al día siguiente, 3, en dependencias de la Jefatura Superior del Cuerpo Nacional de Policía.
El contexto, que siempre es importante, ayuda a entender que nos preguntemos en esta ocasión como pasaron la festividad. Hubo diferencias, como todo, entre el más veterano y el más novel.
El primero recuerda que “al final estás viviendo con gente todo el día, y surge una complicidad que va más allá de lo profesional. Digo esto porque el día del patrón, cuando podemos, nos juntamos unos cuantos compañeros y nos vamos a comer con las familias y celebrarlo entre nosotros, al margen de que asistamos o no luego a los actos institucionales”, recuerda.
La cohesión de equipo, que siempre es fundamental en cualquier trabajo, “lo es más en los TEDAX. Hay una norma que hay que tenerla presente: no tienes margen de error, porque un fallo puede ser el último. Trabajamos con explosivos”, recuerda el veterano agente.
El segundo pasó el día del patrón de la Policía Nacional “trabajando. Ese día estaba de servicio, me tocó, y tuve que cumplir con la obligación. No hubo nada extraordinario, pero para eso estamos”, dice con una media sonrisa.
Algo que une a los dos agentes: ambos entraron con la misma edad a la Academia de Policía. Veinte años recién cumplidos. “En mi caso -dice Salmerón- no te permitían entrar en la Academia si no tenías 21, pero si los ibas a cumplir en el curso que fuera, se hacía una excepción”. Pérez también opositó “tras acabar mis estudios, como Álvaro”, confiesa.

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