Azmán Abdelahe: "Cuando compras un cupón, ayudas a mucha gente"
ENTREVISTA
Azmán Abdelahe es desde hace dos años el director de la ONCE en Ceuta: “El problema económico es un hándicap para todo el mundo, pero si le añades la discapacidad, ese problema se multiplica”
Pregunta.- Cuando se trata de describir una organización, muchas veces se recurre a las cifras. ¿Cuáles son las que describen a la ONCE?
Respuesta.- Primero hay que explicar un poco qué es la ONCE, para que la gente lo entienda. El Grupo Social ONCE está formado por tres patas: Ilunion, que es el grupo empresarial, la Fundación ONCE, que se creó para ayudar a personas con discapacidad, y la ONCE.
También, dentro de la Fundación ONCE, tenemos otra fundación, Inserta, que aquí en Ceuta funciona muy bien. A través de Inserta se han conseguido en Ceuta más de 700 residencias laborales para personas con discapacidad en solo siete años. Tanto trabajando para la ONCE como para otras empresas. Inserta arrancó en Ceuta con una sola persona y, a día de hoy, son cuatro.
La población laboral de la ONCE en la ciudad está sobre la treintena de personas, contando al personal vendedor y al de oficina. En cuanto a Ilunion, mantiene sobre todo a personal de limpieza que trabaja para distintas empresas.
La Fundación, Ilunion y ONCE están bajo el paraguas del Grupo Social ONCE. Yo soy el director de la ONCE como tal. Aquí no hay representación del Consejo de la ONCE, por lo que yo hago de figura visible. Pero tenemos aquí a la responsable de Inserta, que es María Ángeles Paulete. Es una suerte que esté en la ciudad.
P.- El peso de la ONCE como empresa resulta indiscutible. ¿Cómo ayuda haber adquirido esta dimensión al trabajo social que ustedes desarrollan?
R.- El origen de la ONCE, y su propósito, es el de facilitar servicios gratuitos a los afiliados. La vía para llegar a proporcionar ese tipo de servicios es la comercialización de productos de juego seguros, responsables y sociales. ¿Por qué seguros, responsables y sociales? Nosotros ni vendemos a menores, ni vendemos a crédito.
Todas las personas que trabajan vendiendo nuestros productos son personas con discapacidad. Hay que tener un mínimo de 33% de discapacidad para poder ser vendedor.
Y todo tiene un fin social porque el beneficio va a repercutir en los afiliados directamente. De todos los beneficios anuales que pueda vender la ONCE, el 3% -en base a la cantidad de ventas puede aumentar un poco- va a la Fundación.
La ONCE es ya la tercera empresa más grande del país –somos unos 80.000 trabajadores. Yo siempre insisto en que cuando se compra un cupón, aparte de adquirir la posibilidad de ganar mucho dinero, lo que se está haciendo en realidad es ayudar a muchísima gente. Y esto, sin el apoyo de la sociedad, tanto ceutí como española, sería imposible.
P.- ¿Cómo ha evolucionado la conciencia de la sociedad española acerca de las necesidades de las personas ciegas?
R.- Ha avanzado muchísimo, de eso no tengo duda. Yo soy una persona relativamente joven, tengo 33 años. Quizás hace 20 la gente no era capaz de imaginar que una persona ciega como yo pudiera tener una carrera universitaria. Hoy, cualquier persona ciega que tenga el más mínimo interés la tiene. La ONCE nos ha dado la oportunidad de poder desarrollar estudios a través del braille, de herramientas digitales como las que ahora puedes ver aquí en mi ordenador, con lectores de pantalla…
Los avances tecnológicos nos han ayudado muchísimo a continuar avanzando. Las posibilidades que se ofrecen a las personas con ceguera o discapacidad grave han evolucionado mucho.
P.- En una sociedad donde la desigualdad social continúa siendo un problema acuciante, ¿cómo se está afrontando la situación de todos aquellos que viven esa doble discriminación que se deriva de ser persona socialmente vulnerable y ser persona con discapacidad?
R.- Bueno, es una cuestión de matemáticas. El problema económico es un hándicap para todo el mundo. Si le añades la discapacidad, evidentemente el problema se multiplica.
Lo que la ONCE trata de hacer es ayudar a aquellas personas con menores recursos económicos. La ONCE está para llegar donde no llega la administración pública, no para cubrir lo que no hace la administración pública. Eso es obligación de la sociedad.
No se puede dejar a alguien atrás o dar por hecho que no se le va a ayudar porque va a hacerlo la ONCE. Es que la ONCE no está para eso.
Nosotros no damos pensiones. La ONCE puede ofrecer algún tipo de prestación económica en casos excepcionales cuando la persona está en una situación muy precaria o desgarrada, cuando no tiene recursos de ningún tipo, ni tan siquiera familiares.
La ONCE está para complementar a la administración pública.
P.- Su organización despliega recursos para garantizar que las condiciones en las que los niños ciegos o con discapacidad visual grave reciben su educación estén adaptadas a su singularidad. ¿Cuáles son los retos?
R.- Desde hace años, la ONCE ya no fomenta la educación exclusiva. Ya no existen centros educativos para ciegos. Bueno, realmente existe uno, en Madrid, pero es para casos muy muy excepcionales, los más graves o con más necesidades.
Lo que nosotros estamos fomentando ahora es la educación integrada, que los niños estudien en centros ordinarios. ¿Por qué? Porque al final tú no puedes formar a un niño en un centro de ciegos porque no va a vivir en un mundo de ciegos. El mundo de la calle es de personas videntes, y el niño necesita relacionarse desde su infancia con personas que ven.
Necesitamos sensibilidad en la sociedad. La gente ha de concienciarse de que en la calle van a encontrar a personas ciegas, a personas sordas. No deben tener miedo a no saber cómo afrontar ese encuentro.
P.- ¿Cómo trabaja la ONCE en Ceuta en este ámbito?
R.- Fomentamos la educación integrada, y, de hecho, aquí en Ceuta tenemos convenios suscritos con el Ministerio de Educación. El Ministerio nos cede a una profesora terapéutica, que hace funciones de profesora de apoyo de ONCE, y a una orientadora psicopedagoga, que está al 40% con nosotros y al 60% en el CEIP Pablo Picasso.
Estas dos profesionales se suman a las propias de la ONCE: otra maestra terapéutica, una psicóloga, una trabajadora social, una técnica de rehabilitación y una instructora en tiflotecnología y braille, que se encarga de explicar y enseñar el manejo de las herramientas informáticas a los afiliados.
Los niños reciben clase en sus aulas ordinarias en los centros educativos. Aquí vienen solo cuando tienen que hacer algún tipo de refuerzo. Por ejemplo, nosotros tenemos un programa para trabajar matemáticas avanzadas en braille que se llama Edico. Como nuestras maestras no pueden enseñarle a ese niño eso en el aula, pues lo hacen aquí.
También tenemos un centro de atención temprana, que es un despacho para trabajar con los niños más pequeños en el desarrollo de la movilidad, de lo que es la visión, a nivel auditivo...
Como le digo, los centros educativos exclusivos no existen ya para la ONCE. De los cinco grandes centros que tenía en España, que estaban en Sevilla, Alicante, Barcelona, Pontevedra y Madrid, solo queda este último y eso solo para casos muy excepcionales.
P.-¿Está normalizado este tipo de educación en las aulas?
R.- Claro, yo mismo pasé por eso. Estudiaba con compañeros que nunca habían visto a una persona escribiendo con una máquina Perkins o leyendo con las manos. Al principio choca, pero son niños y rápidamente lo normalizan.
P.- ¿Cuál es el nivel de colaboración que encuentra actualmente su organización entre las administraciones públicas y las empresas?
R.- En Ceuta no tenemos ningún problema. Desde que estoy aquí, lo único que puedo decir es que solo tengo palabras de agradecimiento.
Nosotros, cuando pedimos, lo hacemos con un sentido. Le daré algún ejemplo.
Nosotros requerimos a las empresas de la hostelería que cumplan con la normativa de terrazas. Entiendo que un empresario quiera instalar una terraza, pero debe cumplir lo establecido sobre distancias, separación de la pared, etcétera, pues, de otra manera, a lo mejor una persona ciega puede acabar teniendo un accidente muy grave.
Otra cosa que le podemos pedir a las empresas es que nos tengan en cuenta, por ejemplo, a la hora de funcionar con los datáfonos. Los que hay hoy día, que son táctiles, al cien por cien son ilegales. Porque yo, como persona ciega, no tengo por qué decirle a nadie cuál es el código personal de mi tarjeta bancaria.
Yo llego a un restaurante y me dicen, nada, pues mire, caballero, son 80 euros, ¿Va a usar la tarjeta? Y yo digo, vale, deme para que le ponga el pin. Y me responde que no, que el datáfono es táctil. Y, al final, si soy sincero, acabas diciéndole el pin por evitar una discusión. Aunque, realmente, lo que tendría que hacer es decir, mire, yo lo siento, pero no le voy a dar mi número de tarjeta. Es que yo me tengo que fiar de una persona a la que no conozco de nada y darle mi número secreto. Y el problema no es solo de los locales. Es que los bancos les mandan el TPV táctil y los locales dicen, bueno, no pasa nada, es lo que hay.
P.- ¿Son las ciudades españolas lo suficientemente accesibles para las personas con discapacidad?
R.- Depende de la ciudad. Al final, a mí siempre me preguntan: ¿Ceuta es accesible? Pues si lo comparas con mi pueblo de Valencia, que son 2.000 habitantes, por supuesto que es accesible. Pero si lo hace con Valencia capital o con Madrid, pues está un poco atrás. También es lógico que las ciudades más grandes sean las que están más avanzadas. Agradezco que en Ceuta se estén sacando adelante cosas, se lo agradezco a la Ciudad, pero también quedan cosas por hacer.
Por ejemplo, hemos conseguido que los semáforos ya suenen todos, aunque tenemos hándicap de que la persona ciega ha de ir con un mando en la mano.
Otro detalle. Yo entiendo que a nivel estético a lo mejor las personas que ven crean que los maceteros que te encuentras en la calle Real o en el Paseo del Revellín quedan muy bonitos. Lo que sucede es que, si no cumplen con la normativa, un bastón no los detecta. Mi bastón puede pasar por debajo, pero mi tibia no. Y puede resultar precioso visualmente, pero puede también que a mí o a un trabajador mío nos provoque una baja de tres meses.
P.-¿Qué balance hace de sus dos años de gestión?
R.- Ha sido algo realmente algo muy positivo. Lo que la organización pretende es que la gente vea que estamos cerca de ella, que Ceuta es un bastión importante para la ONCE. No somos uno de los centros que más vende de España, ni mucho menos, quizás debería decir que somos de los que menos. Pero, aunque las ventas son evidentemente importantes, mi objetivo aquí es hacer que el afiliado vea que estamos a su disposición, que estamos para ayudarle.