«Llevamos 31 personas migrantes muertas, pero esto ya se toma como parte de la rutina de Ceuta»
ENTREVISTA/ RAMSÉS MOHAMED AZUMIK
El joven activista de Elín reclama un nuevo modelo de gestión de la inmigración. “El actual se sostiene, tal y como vemos en el panorama internacional, sobre la impunidad, la falta de movilización de la ciudadanía y la ausencia de una exigencia que imponga el cumplimiento de la ley”, critica

CEUTA/ • Pregunta.- ¿Por qué parece que las instituciones y la sociedad local permanecen indiferentes a la tragedia de la inmigración?
Respuesta.- Lo que pasa en Ceuta es un reflejo de lo que ocurre en Europa. Desde que Europa se consolida como una unión de países que prescinden de sus fronteras internas pero al mismo tiempo refuerzan sus fronteras externas, lo que hace es establecer una política de rechazo a la persona migrante. Una política que pasa, incluso, por encima de las vidas de personas que huyen de situaciones de violencia, de persecución y de guerra o que, simplemente, quieren llegar a otro continente para tratar de tener una oportunidad económica y social que no poseen en su país.
No pasa solo en Ceuta sino que ocurre en otros muchos países de la Unión Europea como Grecia, Italia. Ahora también lo vemos en Inglaterra. Hay una decisión política, un rumbo político, que consiste en impedir a toda costa que lleguen las personas y en que, si al final lo consiguen, que se encuentren con unas condiciones de acogida en muchas ocasiones indignas.
No es solo indiferencia, sino un posicionamiento político claro que rechaza a las personas migrantes. Algo que se podría solucionar muy sencillamente si habilitáramos las vías legales y seguras que contemplan nuestra legislación nacional e internacional. Llevamos en lo que va de año 31 personas muertas en nuestras costas, lo cual es, evidentemente, una tragedia y una absoluta barbaridad. Pero, de alguna manera, esto está normalizado y la gente lo asimila y lo considera como parte de la rutina migratoria que vive Ceuta.
P.- ¿Es posible mantener en el tiempo el actual modelo de gestión de los flujos migratorios?
R.- Es un modelo que se sostiene, tal y como vemos en el panorama internacional, sobre la impunidad, la falta de movilización de la ciudadanía y la ausencia de una exigencia que imponga el cumplimiento de la ley. El imperio de la ley nos obliga, tanto por la legislación nacional como por la internacional, a facilitar a estas personas la llegada a nuestros países y posibilitarles una acogida digna. Sin embargo, cualquier país europeo puede incumplir la ley flagrantemente. No hay ningún tipo de penalización ni castigo por ninguna instancia judicial nacional o internacional.
P.- ¿Cómo se desactivan los mensajes que presentan la inmigración como una amenaza?
R.- Yo he tenido la gran oportunidad de conocer muchísimas culturas y muchísimos países sin moverme de la ciudad. Sin viajar, he tratado con gente de Mali, de Senegal, de Sudán, de Egipto, de un sinfín de países, tanto de Asia como de África. Y esa es una riqueza que tenemos aquí en Ceuta, una diversidad cultural que nos aporta el hecho de ser una ciudad fronteriza.
Hemos de enfocar la migración no tanto como un problema que tengamos que resolver sino, realmente, como una oportunidad de enriquecimiento, como una cuestión natural e inherente a una frontera. Creo que el mensaje más importante es que realmente todos somos iguales.
El racismo, los discursos de odio y el discurso xenófobo proliferan por el desconocimiento. De alguna forma, la sociedad ha construido un panorama administrativo, político y social que invisibiliza a las personas migrantes y las aleja de los centros urbanos, las aleja de los núcleos sociales, las aleja de todos esos espacios donde pueden tener voz y voto y, de alguna forma, visibilidad. Esto aquí en Ceuta se ve de una manera muy clara. El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, el CETI, está prácticamente a las afueras, totalmente distanciado, en la montaña. En la ciudad, las personas migrantes son invisibles puesto que no hay ninguna posibilidad para ellas de acceso al ocio o de tener oportunidades de encuentro y de relación con los ceutíes.
Hay que cambiar muchas cosas, empezando, por ejemplo, con esta Ley de Extranjería que convierte a la persona migrante en un recurso laboral, en alguien que si no es laboralmente rentable, entonces ya no es apto para integrarse en la sociedad española y, por ende, para acceder a una situación regularizada.
P.- ¿Confía en que se halle una salida a la situación de los migrantes que se hacinan en estos días ante las puertas del CETI?
R.- La asociación Elín, junto a No Name Kitchen y algunos chicos que representan a este grupo de personas que se encuentran en la calle, ha denunciado cómo desde hace más de medio mes casi 300 personas se han encontrado con la negativa de acceso al CETI, el único recurso habitacional para las personas migrantes y refugiadas que hay en la ciudad de Ceuta.
Ha habido una grave falta de respuesta tanto de la Administración local como de la central. Han tardado mucho en dar respuesta, y la que han ofrecido sigue sin ser suficiente. Falta un plan de contingencia que pueda dar solución a situaciones que, como estas, puedan repetirse en el futuro. Esto ha pasado en años anteriores, ha pasado este año y, muy seguramente, pasará en años venideros. Esta no es una situación temporal sino estructural.
P.- ¿Tiene alguna explicación a las reticencias que han mostrado muchos gobiernos autonómicos a acoger a los menores extranjeros tutelados en Ceuta y Canarias?
R.- Creo que es muy importante subrayar una cosa. Hablamos de personas que, además de migrantes, son menores. Esto no se está entendiendo desde los gobiernos autonómicos y central, si se tiene en cuenta la urgencia de lo que estamos tratando. Ceuta tiene unos recursos que son limitados, pero no se ha creado ese plan de contingencia del que hablaba antes ni se han habilitado más recursos habitacionales para permitir que estas personas puedan ser alojadas con dignidad en la ciudad. Sigue habiendo el mismo número de centros y el mismo número de plazas limitadas, siguen existiendo los mismos problemas de acogida pese a que el Gobierno local podía haber creado recursos.
La cuestión no es lo que los gobiernos autonómicos puedan querer o no querer, sino que el Estado tiene la obligación de coordinarse para garantizar que estos menores puedan acceder a todos sus derechos.
P.- ¿Pedir asilo en Ceuta sigue siendo una carrera de obstáculos, tal y como no hace mucho sostenía Amnistía Internacional?
R.- Al final todo responde al posicionamiento político de España y de Europa. Ese posicionamiento es el de evitar que las personas migrantes salgan de sus países y, si lo hacen, conseguir que el camino sea lo más complicado posible para evitar que lleguen.
Los gobiernos español y europeo tienen que empezar a entender que todas las personas tienen derecho a solicitar asilo. Así se reconoce en los convenios de Ginebra. Habría que posibilitar que las personas tuvieran más facilidades para acceder al asilo, sobre todo sabiendo que muchas de ellas provienen de países donde encontramoscontextos de guerra, violencia y persecución. Hay una necesidad muy importante de aumentar los recursos que hay actualmente disponibles para que las personas que se encuentran en la ciudadpuedan solicitar este asilo.
Sobre todo, hay necesidad de cambiar la forma en la que se está procediendo con estas solicitudes. El actual es un sistema electrónico de citas online por el que las personas tienen que acceder a una plataforma digital. Esta ha sido objeto de ataques orquestados por mafias que se han dedicado a acaparar citas para obligar a las personas a comprarlas cuando no han tenido la posibilidad de acceder al CETI o no han podido beneficiarse de un recurso jurídico que le proporcionara la cita.
El sistema actual de solicitud de asilo a través de las citas resulta ineficiente: deja fuera a muchas personas, prolonga los plazos muchísimo tiempo y, sobre todo, no respeta el derecho a la solicitud de asilo que tienen todas las personas independientemente de su nacionalidad.
P.- Vivimos tiempos en los que el pensamiento reaccionario parece prosperar muy eficazmente. ¿Debemos ser pesimistas respecto al futuro?
R.- Parece que no se comprende que vivimos en un mundo globalizado en el que nuestro sistema de bienestar se sostiene gracias a un sistema mundial de producción, distribución y consumo que se basa en la explotación de los recursos de las naciones de las que proceden las personas que llegan a los países occidentales.Vivimos en un mundo construido de manera que unos disfrutan de muchas oportunidades y otros de muy pocas. Cuando aquellas que no tienen tantas oportunidades deciden desplazarse, se despierta el miedo y el rechazo a que el sistema cambie. Hay un deseo de mantener el statu quo. Estamos viendo cómo esta respuesta está proliferando en todos los países occidentales.
Creo que por encima del miedo, por encima del rechazo y por encima, sobre todo, de todos esos obstáculos que se ponen a las personas migrantes para que disfruten de las mismas oportunidades ha de imponerse el imperio de la ley, el respeto a la dignidad de las personas y a sus derechos. Ese es el enfoque con el que debemos avanzar hacia el futuro.
Además, hay que empezar recurriendo a nuevas narrativas que permitan poner el foco en lo positivo que la migración aporta a la sociedad y en la idea de que todos somos iguales. Elaborar un nuevo discurso no es fácil. Vemos como la extrema derecha y los discursos de odio tienen cada vez más fuerzas en nuestra sociedad. Pero creo que no debemos desistir. No hay que dejar de hacerlo. Es nuestra obligación como ciudadanía.