María Arazuri: "Detrás de cada denuncia hay un proceso lleno de dudas, de temores y de culpa"

Fiscal delegada de Violencia sobre la Mujer

"La coordinación no es solo una obligación profesional; es un compromiso ético y una convicción personal: trabajar de manera aislada no tendría sentido ante un problema tan complejo", sostiene la fiscal delegada de Violencia sobre la Mujer, galardonada con los Premios Meninas que concede la Delegación del Gobierno en Ceuta.

La fiscal de Violencia sobre la Mujer, María Arazuri
La fiscal de Violencia sobre la Mujer, María Arazuri | Nicol's
A.F.C.
15 nov 2025 - 10:20

¿Cómo recibió la noticia de que había sido galardonada con los Premios Meninas, las distinciones con las que se reconoce una trayectoria comprometida con la erradicación de la violencia sobre la mujer?

Me sorprendió. Tiene un reconocimiento especial y da visibilidad a quienes, desde distintos ámbitos, luchan para que la violencia no tenga cabida en nuestra sociedad. Que la labor de la Fiscalía se reconozca significa que vamos por el buen camino.

En la concesión del premio se ha valorado  su labor en la coordinación con operadores jurídicos, los cuerpos policiales y los servicios sociales. ¿Cómo es el día a día de esta cooperación?

La coordinación es, sin duda, una de las partes más exigentes y a la vez más enriquecedoras de este trabajo. El día a día consiste en mantener un contacto continuo con todos los profesionales implicados en la atención a las víctimas: desde los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, médicos forenses, servicios sociales, psicólogos, profesionales sanitarios y, por supuesto, los órganos judiciales y abogados…  Los contactos van a depender de cada procedimiento y se traducen en mi día a día en múltiples llamadas, reuniones y en tratar de buscar la solución más reparadora para la víctima.

Lo que más valoro de esta cooperación es que todos compartimos un mismo objetivo: proteger a la víctima y evitar que el daño vuelva a repetirse. Cuando la comunicación es fluida y la confianza mutua, la respuesta es más eficaz. La coordinación no es solo una obligación profesional; es un compromiso ético y una convicción personal. Trabajar de manera aislada no tendría sentido ante un problema tan complejo. Solo si unimos esfuerzos podremos garantizar una protección integral.

¿De qué manera ha influido su experiencia profesional en la idea que pudiera usted tener con anterioridad sobre la violencia de género?

Las víctimas de violencia de género me han enseñado más de lo que nunca imaginé cuando empecé en esta profesión. He aprendido que la violencia no siempre es evidente, que muchas veces se oculta, surge sibilinamente hasta que anula a su mujer, que las víctimas son resilientes y capaces de aguantar lo inaguantable. He aprendido que detrás de cada denuncia hay un proceso interior larguísimo, lleno de dudas, de temores y de culpa, que debemos acompañar con paciencia y respeto.

Y, sobre todo, he comprendido que tiene un componente  humano. Cada víctima te deja una huella, cada historia te recuerda por qué escogiste esta profesión y cada caso te impulsa a trabajar con más sensibilidad y más exigencia.

¿Qué papel juega la formación especializada de las personas y entidades implicadas en el combate contra la violencia de género?

La prevención es, sin duda, la clave para reducir la violencia de género. Y debe abordarse desde múltiples frentes.

En primer lugar, considero fundamental la educación. No solo en igualdad, sino en emociones, en comunicación, en resolución de conflictos, en relaciones afectivas saludables. Si enseñamos a nuestros jóvenes a identificar conductas de control, celos o manipulación como señales de alarma, estaremos previniendo futuros ciclos de violencia.

En segundo lugar, es imprescindible la formación especializada de todos los operadores que intervienen en el sistema: policías, sanitarios, trabajadores sociales, docentes, jueces y fiscales. La violencia de género es un fenómeno complejo y dinámico; comprender sus mecanismos y permite responder mejor y más rápido.

Y por último, creo firmemente en la sensibilización social. La violencia de género sigue teniendo un componente de vergüenza y silencio que solo puede romperse si la sociedad se posiciona con claridad. Necesitamos entornos que no toleren la violencia, que la identifiquen y que animen a las víctimas a pedir ayuda.

¿Están las víctimas de violencia de género debidamente protegidas, tienen garantías de que su seguridad no se verá comprometida si se deciden a denunciar? Recientemente se ha revelado la existencia de fallos en instrumentos de protección como las pulseras antimaltrato. ¿Se ha dado algún caso en Ceuta?

Proteger a las víctimas es, sin duda, la prioridad absoluta de todo el sistema. El marco normativo e institucional español contempla múltiples mecanismos de protección para víctimas de violencia de género: órdenes de protección, vigilancia policial, servicios de asistencia psicológica y social, casas de acogida, dispositivos telemáticos para el agresor… Todo está diseñado para que la víctima pueda salir del círculo de la violencia con garantías. Y cuando todos estos mecanismos funcionan a la vez, los resultados son muy positivos.

En Ceuta hay activa una pulsera antimaltrato, yno se han detectado incidencias.

María Arazuri
María Arazuri | Nicol's

¿Funciona la Justicia frente a la violencia vicaria?

La violencia vicaria es una de las expresiones más graves de la violencia de género, pues instrumentaliza a los menores para prolongar el daño contra la madre. Desde el ámbito judicial y fiscal se está dando una respuesta cada vez más firme: los hijos e hijas han dejado de ser considerados meros testigos para ser reconocidos como víctimas directas, con todas las consecuencias que ello implica en materia de protección.

La Fiscalía solicita medidas cautelares cuando existen indicios de riesgo, promueve la suspensión del régimen de visitas del investigado y trabaja para que la valoración del peligro sea realista y priorice siempre la seguridad de los menores

¿Debemos preocuparnos por la incidencia de la violencia machista en los sectores de población más joven?

Sí, debemos preocuparnos. Los datos revelan que la violencia machista no es un problema exclusivo de generaciones adultas. En los sectores más jóvenes estamos detectando patrones de control y dominación que se ejercen a través del entorno digital, de las redes sociales o de la presión emocional, muchas veces normalizados como conductas propias de la relación afectiva.

Por ello, la prevención en edades tempranas es esencial: educar en igualdad, reforzar la detección y garantizar que los jóvenes comprendan que el consentimiento, el respeto y la libertad son la base de cualquier relación. Actuar ahora con firmeza a edades tempranas significa evitar futuros casos de violencia de género

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