Sin parada de autobús ni espacio para detenerse tras las obras del paseo marítimo en La Almadraba
BARRIADAS
Los vecinos denuncian que ni pueden acceder a la farmacia ni aparcar, mientras la barriada sigue sin representación vecinal ni servicios básicos
La Almadraba afronta 2026 sin parada de autobús y sin ningún punto donde detenerse para acceder a la farmacia o a los pequeños comercios, una situación que los vecinos que contactaron con este diario -que lo presenció hace semanas en in situ- atribuyen a la reciente reordenación del tráfico vinculada al nuevo paseo marítimo del entorno. Al mismo tiempo, la barriada continúa sin presidente vecinal, sin zonas de juego infantiles y sin servicios básicos que los residentes reclaman desde hace décadas.
Al adentrarse en La Almadraba, más allá del nuevo paseo marítimo que bordea la carretera principal, aparece un barrio donde el deterioro se mezcla con una sensación de abandono que los vecinos repiten una y otra vez. Sin presidente vecinal desde hace más de 30 años y con apenas una decena de familias de toda la vida, los residentes describen un entorno en el que se acumulan problemas sin que nadie los canalice ante la Administración.
A esa situación estructural se suma ahora un conflicto que afecta al día a día de todos: la eliminación de la parada de autobús del barrio. Las mujeres lo explicaban hace unos días a este diario sin rodeos: para coger el transporte público deben caminar hasta Miramar. Quienes tienen hijos en edad escolar salen muy temprano para hacer ese recorrido a pie; para las personas mayores, la distancia hace que acudir al médico o a la compra se convierta en un trayecto inviable.
Rafael García, presidente de Loma Colmenar, pero asiduo en la zona de La Almadraba, añade que el problema no se limita al autobús. “Han quitado la parada y también cualquier sitio donde poder parar un momento. Si te detienes para la farmacia o para el estanco, te multan. Dicen que hay aparcamientos detrás, pero es mentira: está lleno de coches abandonados. Es imposible acceder”, relata. Señala además que las obras vinculadas al paseo marítimo han ocupado parcelas que antes servían como zonas de paso o estacionamiento.
A esta falta de espacios se suma otro vacío: la ausencia total de plazas de aparcamiento para personas con discapacidad. “No han puesto ni una sola”, explica el propio García. “Tengo incapacidad reconocida, voy con bastón y no puedo aparcar para recoger mi medicación. Llevo toda la vida yendo a la misma farmacia de La Almadraba; ahora me arriesgo a que me multen cada vez que paro un momento”.
Para los residentes más mayores, la combinación de la desaparición de la parada y la falta de un lugar donde detenerse supone un aislamiento no previsto cuando comenzaron las obras. “Aquí hay mujeres viudas que no conducen. ¿Cómo van al médico? ¿Cómo cogen un taxi todos los días? Están dejando a la gente sin opciones reales para moverse”, lamenta el García.
A la presión sobre la movilidad se suman problemas ya conocidos en el barrio: enseres acumulados, limpieza irregular, ratas “del tamaño de gatos”, barandillas oxidadas sin reparar y solares donde algunos intentan levantar construcciones ilegales. Las vecinas insisten también en la ausencia total de espacios para los niños. Hay más de diez menores en la barriada y ninguna zona donde jugar. Proponen un descampado cercano, donde un hombre vive en un coche, como el único espacio viable para instalar un pequeño parque infantil.
Ante esta situación, la idea que toma fuerza entre las residentes de toda la vida es acudir directamente al Ayuntamiento. Pero incluso esa opción está condicionada por el problema principal que denuncian estos días: para llegar, primero tendrán que caminar hasta Miramar para poder subirse al autobús.