Fuga de los mossos: 50 piden la pasarela para irse a la Policía Nacional

Según publica el diario EL MUNDO, reclaman al Gobierno que activen la vía legal para pasarse a la policía estatal. En el grupo de 50 hay ex policías nacionales, catalanes, jóvenes de toda España y mujeres.

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Pedro (nombre ficticio) tiene una hija, una mujer en paro y serias dificultades para llegar a fin de mes. Vive asfixiado por las facturas. Por la hipoteca. Por los gastos escolares de una niña a quien ni siquiera puede llevar a Eurodisney como le pide cada año, con dulces palabras, en su carta a los Reyes Magos. A pesar de estar con el agua al cuello, este funcionario está dispuesto a ganar 3.600 euros menos al año, dejar atrás a sus amigos de toda la vida y malvender su piso del pueblo barcelonés donde reside. Es el precio que está dispuesto a pagar con tal de huir «cuanto antes» del avispero catalán y de un empleo público donde sentirse español y respetar la ley «es motivo de persecución».

«Me iría a cualquier punto de nuestro país siempre y cuando sea fuera de Cataluña. No quiero que mi hija crezca en este ambiente de mierda. En mi trabajo nos hacen la vida imposible a todos los que no somos independentistas y hemos criticado el paripé que hicimos en el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre», comenta Pedro, uno de los 50 mossos d'Esquadra que ya han hecho constar por escrito y aportando su número de placa su deseo de incorporarse a la Policía Nacional. De producirse la fuga y de no estipularse lo contrario, todos perderán dinero. «Como mosso de calle gano 1.950 euros y en la Policía cobraría 300 euros menos, pero no me importaría con tal de salir de aquí», explica Pedro.

¿Quiénes y cuántos son? La cifra de la desbandada es de 50 confirmados. «Son los agentes que se han identificado y nos han pedido que le traslademos a Interior su voluntad de cambiarse. Pero de forma anónima nos han llamado otros 150 mossos. No quieren dar sus nombres vaya que al final el Gobierno no les garantice su salida y tengan que quedarse en los Mossos sufriendo represalias», dice Luis Miguel Lorente, coordinador de la Agrupación Reformista de Policías. Este sindicato, según asegura, nació el año pasado para acabar con el uso partidista de los agentes y propone la unificación de la Policía con la Guardia Civil. Fue el primer colectivo en defender a esos mossos que quisieron impedir el referéndum y en subrayar que existe en ese cuerpo de 17.000 agentes una minoría silenciosa contraria a su utilización política.

El grupo de los 50 es heterodoxo. Hay antiguos policías nacionales que se unieron al cuerpo, catalanes que aprobaron las oposiciones a mossos, jóvenes que llegaron a Cataluña desde distintos rincones de la geografía nacional y mujeres.

Todos reclaman al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que active «la pasarela» -su vía de escape- recogida en la Ley de Régimen de Personal de la Policía Nacional de 2015, pero que está pendiente de un reglamento que la desarrolle. A principios de 2017, el PP aprobó en el Senado una moción instando al Ejecutivo a «iniciar un proceso de consultas» con sindicatos para acelerar la puesta en marcha de la pasarela para que «funcionarios de carrera de los cuerpos de policía de las comunidades pudieran ingresar en la Policía en la escala y categoría equivalentes en el cuerpo de procedencia». Interior ve con «buenos ojos» la pasarela y se encuentra «estudiando» cómo impulsarla. Pero los mossos rebeldes entrevistados por Crónica (a cambio de no revelar su identidad) tienen prisa porque aseguran que «la caza de brujas» ha comenzado. Sus nombres ya forman parte de «listas negras de mossos españolistas» y tienen miedo. A perder su trabajo o a que señalen a sus hijos en el colegio. No han recibido muestras de solidaridad por parte de los políticos como los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Se sienten solos.

Reuniones clandestinas

Ahora se reúnen clandestinamente, se comunican entre sí a través de un grupo cerrado de Facebook y vía Telegram (una aplicación de mensajería donde los textos se autodestruyen y son más difíciles de interceptar) para evitar que ningúnmosso indepe que haya podido infiltrarse en sus círculos los pueda delatar ante sus superiores. No hablan de su malestar en el interior de sus comisarías porque no se fían de nadie. Algunos mensajes de auxilio ya han llegado a Zoido. «Estamos marcados y algunos compañeros sufren acoso, menosprecio y descalificativos en el ámbito laboral», relata un mosso en un email mandado al responsable de Interior. Otro escribe: «Le pedimos de forma desesperada que nos de una salida a los agentes que sentimos vergüenza por todo lo que está pasando».

Los servicios de información de la policía autonómica catalana están tratando de identificar a los traidores. «Están investigando quiénes estamos en contacto con la prensa y quiénes hemos pedido la pasarela. A un compañero que apareció en un programa con la cara tapada ya le han cazado. Tememos que nos cambien de destino o que nos abran expedientes si nos pillan», subraya Sergio, con siete años en el cuerpo. Allí llegó para colmar la ilusión de su vida: ser policía para velar por el cumplimiento del Estado de derecho, defender a todos los ciudadanos con independencia de su ideología y estar al servicio de la Justicia. Metas que siempre formaron parte del ADN de los Mossos antes de que se convirtiese «en una policía política al servicio del independentismo» a partir de 2012.

Pueden seguir leyendo el artículo completo en:

http://www.elmundo.es/cronica/2017/10/15/59e25070468aebe26a8b45ee.html

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