Chakib Marouane, portavoz de los transfronterizos: “España debe dar un paso y ayudarnos”
TRANSFRONTERIZOS
Camarero de 54 años que ha estado trabajando dos décadas en Ceuta hasta el cierre de la frontera, denuncia la situación de precariedad que vive en la actualidad en Marruecos y expresa su miedo a perder el tiempo cotizado en la ciudad
Ceuta/ Chakib Marouane recuerda con precisión suiza aquellos 13 años en los que estuvo sirviendo comida y bebida en el conocido restaurante céntrico de Ceuta ‘Pescaito Frito’. Cuando se habla de transfronterizos se suelen aportar, sobre todo, testimonios de mujeres empleadas del hogar que con el cierre de la frontera entre la ciudad autónoma y Marruecos perdieron sus empleos, sus salarios, sus cotizaciones…Pero el caso de este ciudadano originario de Rincón, pero con fuertes lazos desde que comenzó su vida laboral a este lado, es otro ejemplo de esas 2.000 personas variopintas que han sufrido las consecuencias de una decisión que cambió miles de hogares. Los afectados no saben ya a quién acudir para obtener información sobre su situación. Están atrapados en zonas como Tetuán o Castillejos desde marzo de 2022 con la pequeña esperanza de que España dé el paso.
El conflicto surgió tras el cierre de la frontera de Ceuta y Melilla con Marruecos en marzo de 2020 por la pandemia. Miles de trabajadores transfronterizos marroquíes, con empleo legal en España pero viviendo en el reino alauita, quedaron bloqueados sin poder cruzar. Perdieron su trabajo, salario y cotizaciones, ya que las empresas españolas rescindieron sus contratos o dejaron de renovarlos.
Cuando la frontera reabrió en 2022, España exigió visado Schengen incluso a quienes antes entraban solo con la tarjeta de trabajador transfronterizo, que dejó de tener validez. Marruecos no protestó oficialmente, y a este lado no se ofreció una vía especial para regularizar su situación. Resultado: unos 2.000 empleados quedaron excluidos del mercado laboral español, sin paro ni jubilación, y sin reconocimiento legal de su vínculo laboral previo.
Marouane lleva años dedicado en “cuerpo y alma” a que todos estos empleados recuperen su situación inicial. Desde su hogar en Rincón, describe una situación precaria e insostenible sobre la que hace malabares para sacar adelante a una familia con hijos.
“Tengo 54 años y he cotizado mucho dinero a la Seguridad Social en España. Me acostumbré a trabajar en Ceuta de camarero, hablamos de más de dos décadas sin parar hasta que echaron el cierre. Tuve la suerte de que mi jefe en el ‘Pescaito Frito’ se portó muy bien y me pagó en finiquito poco a poco viendo que la situación no se solucionaba. Pero seguimos reclamando que todo esto se arregle. A mí con mi edad me da aún tiempo a cotizar otros 15 años para conseguir, al menos, un poco de jubilación”, sostiene Marouane.
Son ya 5 años los que Marouane lleva estancado en Marruecos, un país con una tasa de desempleo del 12,8%, según el Alto Comisariado de Planificación (HCP), un organismo que refleja este tipo de estadísticas y que funciona como una especie de INE en España. A esa falta de trabajo se le une el alto paro juvenil y una economía débil que depende demasiado de empleos informales o estacionales. La situación de este camarero refleja este tipo de problemática.
“No tengo empleo y tengo una familia a la que alimentar. En verano es la única época en la que trabajo, nada más. Hablamos solo de dos meses. Cada año trabajo solo 60 días porque en invierno no hay nada. Los bares cierran, en esta zona de Rincón hay poco turismo…”, lamenta. Durante ese tiempo, asegura Marouane, trabaja como encargado de un restaurante.
Desde 2020 lleva este camarero luchando para revertir la situación de, aproximadamente, 2.000 personas afectadas al otro lado de la frontera. El apoyo de familiares le está, afirma, permitiendo subsistir desde entonces, pero la esperanza, sostiene, poco a poco se va desvaneciendo ante la inacción del Gobierno de España.
“Mi familia me ayuda, también una hija casada me echa una mano, pero esto no puede seguir así toda la vida. Necesito volver a mi trabajo estable de siempre en Ceuta. Son muchos años cotizados. Y no se trata solo de mí. Esta es una lucha de mucha gente, miles de personas que se quedaron varadas en Marruecos y que ya tienen una edad y han perdido toda una vida de trabajo que deberían de poder disfrutar al jubilarse. Es nuestro derecho”, añade.
“No están en paro por gusto”
Algunos trabajadores y trabajadoras transfronterizos tuvieron suerte con los dueños de las empresas para las que ejercían sus labores: se preocuparon de agrupar todos los documentos necesarios para que sus empleados pudieran volver. Era un largo recorrido a través de asesores, la oficina del INEM o extranjería hasta que ciudadanos del país vecino con años cotizados pudieron volver a tener su vida profesional de siempre. Hubo otros que aún siguen esperando.
“Hay gente mayor que ya no pueden llamar para trabajar. Nosotros ahora, ¿cómo arreglamos el visado si no tenemos ningún papel? Solo tenemos la tarjeta de fronterizo. Entonces, ¿cómo lo preparamos? El dueño o la empresa tiene que mandar al consulado un documento diciendo que necesita a este trabajador, que lleva mucho tiempo con él. Pero muchos dueños en Ceuta no lo han hecho, han preferido ahorrarse ese finiquito”, explica, haciendo hincapié en que su empleador sí que se portó bien con él en su momento.
La culpa, incide Marouane, la comparten tanto Gobierno de España como algunos empresarios, ya que, según expresa el camarero, desde Marruecos no están poniendo “ninguna objeción” a que la situación se revierta.
“Deben arreglarlo ya. La gente no ha dejado ese trabajo porque ha querido. Fue culpa del covid y de haber estado a este lado de la frontera. La gente quiere seguir buscándose la vida como hicieron hasta 2020”, resume.
La Asociación de Consumidores Halal ha sido la que más se ha implicado en esta causa. Prácticamente desde el inicio, han estado ‘peleando’ y enviando cartas a diferentes organismos, entre ellos el Defensor del Pueblo, para que analice la situación de estas miles de personas que perdieron sus derechos a raíz de la pandemia. De momento, no se ha conseguido un avance significativo, aunque desde dicha entidad que preside a nivel nacional Abdelmalik Mohamed continúan transmitiendo esperanzas para esos ciudadanos.
Una sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de hace unos meses volvió a depositar ilusión en las casas de los afectados: las transfronterizas varadas en Ceuta durante la covid podrán solicitar la residencia en España por motivos de arraigo laboral siempre que lo puedan demostrar. Desde entonces, la Asociación de Consumidores Halal se puso manos a la obra para tratar de alinear dicha resolución con la de las personas que se quedaron atrapadas en el reino alauita. La llama de muchos sigue encendida. Marouane, como portavoz de estas miles de personas, no desistirá para devolver unos derechos perdidos hace ya casi 6 años.
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