El eterno arquitecto de Ceuta regresa a sus entrañas para desgranarlas

Arquitectura

El ya jubilado Javier Arnáiz ha narrado cada detalle del concurso de arquitectos celebrado en 1983 para la ampliación del Ayuntamiento. Lo ha hecho desde el edificio ahora autonómico, que, cree, se ha quedado pequeño para “tanta burocracia”

El que fuera arquitecto municipal de Ceuta hasta 2022, Javier Arnáiz, durante la conferencia de este martes
El que fuera arquitecto municipal de Ceuta hasta 2022, Javier Arnáiz, durante la conferencia de este martes | Nicol´s
G.S.
14 oct 2025 - 14:27

Ceuta/ A Javier Arnáiz (Ceuta, 1952) le gustaría que, como ocurrió con el proyecto de ampliación del Ayuntamiento en 1983, la administración vuelva a convocar concursos de arquitectura para seleccionar los diseños de los futuros edificios emblemáticos en Ceuta. El que fuera arquitecto municipal durante 38 años hasta su jubilación en 2022, confía en que el nuevo consejero de Urbanismo y Transporte, Rafael Martínez-Peñalver, de perfil técnico -ingeniero de profesión-, facilite la recuperación de un modelo basado en certámenes “de ideas” que sustituyan a las licitaciones en las resultan victoriosas las empresas -las “mismas de siempre”- que ofertan el precio más bajo. A principios de los ochenta fueron 250 los proyectistas que se postularon para diseñar el nuevo edificio que albergaría el corazón político de la ciudad. Recién obtenida su plaza en la institución, Arnáiz vivió de lleno todo el proceso de adjudicación y posterior puesta en marcha. A relatar aquello ha dedicado parte de la mañana de este martes.

Arnáiz defiende la máxima de que las sedes de gestión pública deberían contar con más “metros cuadrados” de funcionarios y personal técnico que de cargos políticos. Como tal, aspira a que el reciente convenio firmado entre la recientemente constituida Consejería de Urbanismo y Transporte y el Colegio de Arquitectos profesionalice el sector urbanístico en Ceuta. Es esa la esencia de la que estuvo embadurnada la conferencia ofrecida por el arquitecto en la antesala del salón de actos del Palacio Autonómico. Ponencia que el Colegio, que se encuentra celebrando la Semana de la Arquitectura, presentó como una forma de abordar “la importancia de los concursos públicos de arquitectura como herramienta de transparencia, calidad y servicio a la ciudadanía”. Una que arrancó a las 12:30h con la presencia del consejero que, esperan, haga posible el deseo compartido entre la entidad profesional y el antiguo arquitecto municipal.

“La ejecución final de la obra -del ayuntamiento- es muy parecida al proyecto inicial”, afirmó el ceutí en una conversación mantenida con El Pueblo de Ceuta mientras el público -reducido y formado exclusivamente por miembros del gremio- llegaba. El arquitecto de 73 años tomó asiento sobre los últimos peldaños de la escalera que conduce al sótano de la sede municipal, cuyas entrañas conoce con detalle. Se reconoce conforme con el diseño que acabó ganando el concurso del 83, uno “muy versátil”, con una “superficie útil, amplia, pero, luego, fácilmente compartible” y que permite la existencia de “infinidad de distribución y de espacios”.

El proyecto cayó en manos de los sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz tras una “fuerte discusión” generada por la popularidad de quien finalmente quedó segundo en el certamen: Francisco de Asís Cabrero. Famoso por hacerse con el concurso convocado por el Colegio de Arquitectos de Sevilla para el diseño del Edificio Talavera. A Arnáiz, la propuesta que más le impactó, por su modernidad, era la de los catalanes Eric Miralles y Carme Pinós, que se conformaron con el tercer puesto. Según el ceutí, lo que proyectaban “chocaba porque era muy rígido”. “Se hubiera destrozado el interior porque no daba margen. (…) Tampoco entendían el proceso de diseño del neoclasicismo francés, que es el estilo de este edificio de Romero Barrero”.

Cree que en el actual edificio falta algo: habilitar un edificio dedicado a la Ciudad Autónoma. “Aunque sean los mismos que en el ayuntamiento, tiene otra burocracia distinta (…). Esto se ha quedado pequeño para toda la burocracia que hay”, aseguró. Para éste, el espacio perfecto se encuentra en el edificio ubicado tras el ayuntamiento, que da al paseo de las Palmeras y que en su día fue un hotel. “Lo lógico es que el presidente tuviera un despacho con vistas al Estrecho. También podrían haber hecho aparcamientos y quizás haber rematado todo lo que es la manzana de la calle Hermanos Marcelo, Las Palmeras y la trasera de la Virgen de África”, propuso.

El concurso

En la conferencia ofrecida, Javier Arnáiz destacó el emplazamiento estratégico del ayuntamiento al final de la Gran Vía, concebida para abrir un eje urbano moderno que rompiera con la ciudad medieval, caracterizada por calles tortuosas, estrechas e insalubres. El arquitecto contextualizó el proyecto de ampliación dentro de un movimiento urbanístico más amplio, comparando la Gran Vía ceutí con intervenciones urbanas en otras ciudades europeas y españolas: “La modernidad atrae lo que se está haciendo en París, bajo la dirección de Haussmann (Georges-Eugène Haussman) con Napoleón… También están presentes ejemplos en Barcelona, Madrid, Granada, Bilbao y Murcia. Este tipo de modernización se explica por tres motivos: la insalubridad, la mejora de las comunicaciones y la necesidad de ubicar espacios emblemáticos para teatros, comercio y la nueva residencia burguesa que se estaba desarrollando a principios del siglo XX”.

Conferencia de Javier Arnáiz por la Semana de la Arquitectura
Conferencia de Javier Arnáiz por la Semana de la Arquitectura | Nicol´s

En cuanto a los antecedentes del edificio del Ayuntamiento, Arnáiz recordó su evolución histórica. Inicialmente medieval y académico, fue objeto de diversos proyectos a lo largo del tiempo. La intervención de los militares en 1896 y 1898, seguida del encargo al arquitecto valenciano José María Manuel Cortina —autor de la Casa de los Dragones—, buscaba crear un palacio municipal emblemático. Sin embargo, estos primeros proyectos no se ejecutaron plenamente: “Cortina recreó el edificio propuesto por Fricci, incorporando elementos decorativos de múltiples estilos, pero el proyecto no se materializó, dado que ni los militares ni él deseaban asumir la continuidad de la obra”, explicó Arnáiz.

Finalmente, José Romero Barrero, arquitecto municipal de Cádiz, fue el responsable de la construcción definitiva del palacio municipal, diseñado en 1910 y ampliado en 1911, con la ejecución dirigida por Sampinetti. Este edificio se convirtió en la cabeza de puente de la futura Gran Vía desde el oeste. En 1983, con la llegada de nuevas corporaciones y el Partido Socialista al gobierno municipal, surgió la necesidad de continuar la modernización del Ayuntamiento y de incorporar personal técnico, incluyendo arquitectos y aparejadores.

Arnáiz relató su participación en este proceso: “Realicé la oposición correspondiente y, al incorporarme al Ayuntamiento, pude conocer en profundidad la evolución y el camino seguido para la ampliación del edificio”. Señaló que la reorganización administrativa y la distribución de funciones dependieron, en gran medida, de las estructuras políticas locales, describiendo cómo algunos funcionarios fueron redistribuidos y cómo los asesores y concejales influyeron en el desarrollo de la obra.

El concurso de ampliación fue un proceso masivo y competitivo. Se presentaron 250 propuestas, reflejando el esfuerzo del Colegio de Arquitectos por recuperar la práctica de concursos de ideas en España. Arnáiz describió la composición del jurado, integrado por destacados profesionales como Peñaga Txegui, representante vasco; Solà-Morales, representante de Cataluña; y Rafael Moneo, posteriormente reconocido por proyectos como la Universidad de Los Ángeles. Sobre las complejidades del proceso, señaló con ironía: “Hay concursos que se pueden ganar sabiendo latín, como ocurría en algunos certámenes internacionales… Esto daba ventaja frente a participantes de otros países, pero en Ceuta no hubo obispos ni besos, sino un procedimiento estrictamente técnico y evaluado desde el 1 de junio de 1984 hasta la presentación de los ganadores”.

Tras varias rondas de eliminación, el jurado seleccionó tres finalistas. El proyecto ganador correspondió a Antonio Cruz y Antonio Ortiz, arquitectos sevillanos, mientras que Francisco de Asís Cabrero obtuvo el segundo lugar y Eric Miralles y Carme Pinós el tercero. El arquitecto también subrayó la relación entre la obra y el patrimonio histórico de la ciudad. La planificación de la Gran Vía y la ampliación del Ayuntamiento implicaron la integración de hallazgos arqueológicos y elementos patrimoniales: “Cada intervención urbanística incorporaba la memoria de la ciudad, desde restos palocristianos hasta murallas califales, aportando valor añadido a la edificación”.

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